
Ya no se hacen coches como los de antes. Esta recurrente expresión cobra hoy más sentido que nunca. La tecnología los ha transformado de tal manera que algunos ni siquiera necesitan un conductor y son muchos ya los automóviles que son más vistos como auténticos gadgets tecnológicos que como un mero medio de transporte.
Buena prueba de ello se puede apreciar en lo transcurrido en Las Vegas la pasada semana durante la celebración de la feria tecnológica CES, donde se han presentado multitud de avances técnicos como equipamiento para los coches de un futuro no muy lejano.
Lo último para el coche en Las Vegas
En esta última edición de la célebre muestra tecnológica se han podido ver revolucionarias innovaciones y otras menos. Por ejemplo, Audi y Toyota han aprovechado para presentar en sociedad sus sistemas de conducción autónoma, en la línea del coche de Google. Toyota, sin embargo, ha decidido apostar, en lugar de por un coche sin conductor, por un copiloto automático que complementa la acción de quien se sienta al volante para favorecer una conducción más segura.
Audi ha sido la firma automotriz que más recursos ha empleado en deslumbrar en el CES de Las Vegas. Junto a su conducción pilotada, también mostró su sistema de iluminación inteligente, un mecanismo de comunicación entre automóviles para compartir información relativa a todo lo que rodea al tráfico o, incluso, una red de telefonía móvil de cuarta generación.
Pero ha habido más: por ejemplo, la tecnología desarrollada por Ford, compatible con la aplicación para smartphones Kaliki, consistente en lo que sus creadores denominan 'quiosco de audio': el conductor podrá escoger, con sólo presionar un botón en el volante, que el sistema le lea las noticias del periódico que elija mediante la conversión de texto a voz por locutores profesionales. O el volante táctil que ha presentado la compañía sueca especializada en tecnología óptica Neonode que permite, mediante un leve gesto con la mano y sin dejar de atender a la carretera, activar cualquier tipo de mecanismo de los que ahora se accionan con botones o levas.
Las tecnológicas se interesan por los coches
Este último caso es representativo por cuanto incide en la intrusión de algunas de las grandes empresas tecnológicas en el mundo del automóvil. Firmas como Apple o el ya citado caso de Google, también han hecho sus pinitos en la fabricación tanto de vehículos como de funcionales gadgets para sus conductores.
Tal interés del sector tecnológico, así como la gran oleada de avances técnicos a la que se está asistiendo y el propio hecho de ser presentados en una feria como el CES constituyen una prueba irrefutable de que pronto muchos automóviles serán vistos como una suerte de smartphone con ruedas, cuya misión será minimizar los esfuerzos del conductor y hacer sus viajes en coche más cómodos y seguros.
Las pegas a la explosión tecnológica del automóvil
Pero en un empleo tan descarado de la tecnología en la fabricación de vehículos, como resulta lógico, también cabe contemplar ciertas consecuencias no tan positivas.
En primer lugar, el boom tecnológico en el automóvil puede tornarse en contra para los principales agentes del sector. Tal y como explicaba Ecomotor.es meses atrás, la irrupción de los muchos sistemas de asistencia de seguridad activa y su eclosión en el eventual coche autónomo ya empieza a ser vista como una amenaza para las aseguradoras, que temen que la reducción de la siniestralidad acabe con sus márgenes de beneficio.
Por otro lado, los fabricantes no las tienen todas consigo al respecto del éxito a medio plazo de una progresiva mayor autonomía en los coches. Temen que reguladores y usuarios rechacen ceder el control del volante a la robótica y puedan no rentabilizar como esperaban las grandes inversiones realizadas en la investigación de estas tecnologías.
No les faltan motivos a los más temerosos. Los escépticos y los más críticos con el empleo de la tecnología advierten de los riesgos existentes para la seguridad de los ocupantes del vehículo en cuestión y del resto de usuarios de la vía. ¿Qué ocurre si un virus informático infecta los sistemas del automóvil y éste deja de responder en plena marcha? Incluso, han empezado a emerger implicaciones morales al respecto de los coches autónomos: por poner un ejemplo, si el vehículo se encuentra ante una situación en la que debe elegir entre salvar al conductor o a otra potencial víctima, ¿cómo responderá la tecnología al dilema?
Quedan, pues, muchas cuestiones que resolver y mucho que perfeccionar en lo que al uso de la tecnología en los coches se refiere, pero está claro que su explosión avanza a toda máquina y es ya irrefrenable.