
La victoria de Angela Merkel y la prórroga de los estímulos de Ben Bernanke han empujado al alza al euro hasta máximos desde febrero, cuando Mario Draghi se vio obligado a intervenir para frenar su apreciación... pero en cualquier momento podrían empezar a 'tirar' del dólar.
La prórroga de los estímulos de la Reserva Federal (Fed), la contundente victoria del partido de la canciller Angela Merkel, el CDU, en las elecciones federales alemanas... en las últimas sesiones se están conjugando todos los factores para dar fortaleza al euro. Desde Berlín y Washington tiran a favor del euro, que alcanza máximos desde febrero, pero en cualquier momento podrían cambiar de bando para empezar a presionar al dólar al alza.
Los pilares que mantienen al euro cada vez más cerca de los 1,36 dólares parecen sólidos a corto plazo, aunque podrían no perdurar durante muchos meses si se tiene en cuenta el diferente momento económico que viven las dos regiones. En el corto plazo, la victoria de Merkel crea un "escenario claramente favorable para el euro que acelerará su apreciación respecto al dólar", explica Javier Flores, responsable del Servicio de análisis de Asinver.
¿Qué dice el contexto económico?
La teoría monetaria no deja lugar a dudas, los diferentes momentos económicos en Europa y EEUU deberían apoyar un avance del dólar frente al euro, aunque en el movimiento del mercado influyen otro gran número de factores. A medio plazo, la eurozona todavía tiene que confirmar su recuperación, mientras que Estados Unidos ya comienza a mostrar su capacidad para andar sin muletas. Una economía en crecimiento debería atraer más capitales y por tanto elevar la presión alcista sobre su divisa, que en este caso sería el dólar. Al mismo tiempo, esta situación podría influir también en las políticas monetarias que apliquen las autoridades monetarias a uno y otro lado del Atlántico, que se espera que sean divergentes en los próximos meses: mientras el Banco Central Europeo (BCE) se plantea pisar el acelerador con más medidas de estímulo -la posibilidad de una rebaja de tipos sigue sobre la mesa-; la Reserva Federal baraja las posibles fechas para comenzar a retirar sus inyecciones de liquidez al mercado -actualmente inyecta 85.000 millones de dólares mensuales al mercado con la compra de deuda hipotecaria y pública-. Si finalmente se produce esta combinación de políticas, los papeles podrían cambiarse, con un euro bajista y un dólar alcista en el medio plazo. Una vez más la mano de los bancos centrales será la encargada de dirigir la dirección del mercado de divisas. Las próximas reuniones de las dos entidades (el 2 de octubre será la del BCE y el día 30 la de la Fed) marcarán el camino del cruce.
Del corto al medio plazo
La victoria de Angela Merkel en las elecciones federales alemanas ha dado un nuevo impulso al euro, que en las últimas sesiones se ha quedado a un paso de los 1,36 dólares. En el corto plazo no se descartan mayores subidas para la moneda común: "en unas semanas deberíamos ver al euro en 1,38 frente al dólar", explica Flores. Por técnico, el dólar también podría atravesar un momento complicado si en el cierre mensual (el próximo lunes) el Dollar Index pierde la zona de "80,60 puntos, lo que abriría un escenario potencialmente bajista que podría durar incluso meses", explica Joan Cabrero, analista de Ágora AF.
"No veo al dólar subiendo en el corto plazo. Para que el billete verde suba se tienen que dar que el tapering entre con toda su fuerza y, en segundo lugar, que el BCE siga con el mensaje de que puede bajar tipos o incluso que lo haga", explica Víctor Alvargonzález, director de inversiones de Tressis, aunque reconoce que "en el momento en que coincidan esas dos cosas se romperá el rango actual del cruce entre las dos divisas, algo que al final ocurrirá".
Este es el camino inevitable que todos los expertos creen que los dos bancos centrales tendrán que seguir en algún momento, pero que nadie sabe cuándo puede llegar. Las dos entidades son imprevisibles, lo que es una característica fundamental para una autoridad monetaria, ya que en su capacidad para sorprender al mercado reside una buena parte del éxito de sus políticas, pero que tiene como contrapartida la dificultad de prever sus decisiones y, por tanto, del acierto de las inversiones. "Vemos al dólar aún más fuerte en el momento en que la Fed haga lo que tiene que hacer", explica Estefanía Ponte, directora del departamento de análisis y economía de Cortal Consors, "y tampoco hay que olvidar que después de las elecciones de Alemania, el BCE podría dar alguna sorpresa? con lo cual, más ayuda al dólar". "La moneda común debería apreciarse el dólar, no obstante, las divisas no están para especular. Sí tienen que estar en las carteras, pero con cuidado", advierte Juan Luis Luengo, responsable de Fondos de Inversión de Citi en España.
En cualquier caso, las amenazas a un euro fuerte aumentan en el medio plazo. El pasado mes de febrero, cuando la moneda común marcó máximos desde finales de 2011 frente al dólar en la zona de 1,37 dólares, el presidente del BCE, Mario Draghi, decidió intervenir tácitamente la moneda al advertir que un euro en niveles razonables "es muy importante para el crecimiento y la inflación". Actualmente, a un 1,5 por ciento de estos niveles podría volver a actuar.
"Según los cálculos de la entidad, un avance sostenido del 10 por ciento del tipo de cambio real del euro provoca una caída acumulada del PIB del 0,6 por ciento en el escenario previsto para los próximos tres años", explica Thomas Kressin, estratega jefe de Pimco en Europa, "lo que en estos niveles puede marcar la diferencia entre un pequeño, pero positivo crecimiento o volver a la recesión".
Los analistas dudan del camino que puede seguir el cruce en los próximos meses, aunque hay prácticamente unanimidad en que actualmente la moneda común está sobrevalorada. La media de analistas recogida por Bloomberg estima que el par cerrará el año en el entorno de 1,30 dólares por euro, frente al 1,35 en el que cotiza actualmente, lo que significaría una caída del 3,7 por ciento del par. Sin embargo, las estimaciones de las distintas casas de análisis son muy divergentes, ya que mientras desde Santander o Unicredit estiman que cerrará el año en 1,35 dólares, otras como Nomura o Société Générale creen que caerá hasta el 1,20.
En 2014 la tendencia bajista podría continuar, ya que la media de analistas cree que cerrará el año en los 1,25 dólares por cada euro.