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¿Qué hará este valor en la próxima sesión? | |
EURUSD | |
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Se puede decir de formas muy distintas, pero ninguna será tan clara como esta equivalencia para explicar el nuevo hito alcanzado por la divisa europea. Por primera vez desde el nacimiento oficial del euro en los mercados financieros en 1999, la moneda única ha traspasado la barrera de los 1,50 dólares.
La divisa europea (EURUSD) puede añadir una fotografía más al álbum alcista que viene completando desde comienzos de 2002. Con la excepción del año 2005, en el que se depreció un 12,6 por ciento frente al dólar, el euro se adentró desde aquel ejercicio en una espiral ascendente de la que aún no se ha apeado. Desde los 0,889 dólares a los que concluyó 2001, se revaloriza nada más y nada menos que un 70 por ciento, un porcentaje excepcional en el universo de las divisas, más aún si se tiene en cuenta que el dólar no es la moneda de un país cualquiera, sino de la mayor economía del mundo.
Borrón y cuenta nueva
Pero es que Estados Unidos lo está pasando realmente mal, algo que afecta de forma directa a su divisa. Si la debilidad acumulada por el dólar entre 2002 y mediados de 2007 se debió sobre todo al abultado déficit comercial norteamericano, su fragilidad se ha visto agravada desde verano por el estallido de la crisis hipotecaria y su posterior contagio a la economía real.
De hecho, es la profundización de estos problemas la que late tras la enésima recaída del dólar. En los últimos días, las estadísticas han avalado la tesis de que Estados Unidos puede entrar en recesión. Sin ir más lejos, esta semana se conoció un fuerte recorte de la inversión empresarial en bienes duraderos en enero, además de un nuevo retroceso en la venta de viviendas de nuevas. Es decir, otra remesa de cifras que constata que la Reserva Federal (Fed) seguirá adelante con la rebaja de los tipos de interés, que ahora se encuentran en el 3 por ciento.
Mientras estos datos constatan los riesgos que se ciernen sobre la economía estadounidense, para desgracia del dólar, en Europa los síntomas distan de ser tan preocupantes. De hecho, el acelerón de la divisa europea no sólo lo han propiciado las decepcionantes estadísticas norteamericanas, sino también el inesperado repunte de la confianza empresarial alemana. Esta referencia, conocida el martes por la mañana, puso en bandeja el asalto a los 1,50 dólares. Más que nada, porque obligó a los operadores del mercado a revisar sus previsiones sobre el momento en el que el Banco Central Europeo (BCE) podrá recortar el precio del dinero de la zona euro, que permanece en el 4 por ciento desde junio de 2007.
Tras la última reunión del BCE, que tuvo lugar el 7 de febrero, el mercado barajó incluso que la institución podría reducir los intereses en marzo o abril. Estas expectativas permitieron que el dólar tomara aire y se apreciara hasta las 1,448 unidades por euro en las sesiones posteriores. Pero fue un espejismo que los datos han acabado desmontando al confirmar que la Fed aún correrá más que el BCE a la hora de bajar los intereses.
Para los analistas, esta divergencia resulta clave. "EEUU está próximo a la recesión y la zona euro se encuentra en desaceleración, pero aún lejos del estancamiento. Por lo tanto, este desfase cíclico mantendrá un diferencial de intereses favorable al euro y lo mantendrá fuerte", sostiene José Carlos Díez, economista jefe de Intermoney. "La acumulación de datos negativos de la economía norteamericana ha sido muy importante y deja poco margen a la Fed para no seguir recortando los tipos de interés pese a que admitan que la inflación es un problema", indica José Luis Martínez Campuzano, estratega en España de Citi.
Sobrevaloración excesiva
Teniendo en cuenta las delicadas circunstancias existentes, los expertos tienen claro que el euro puede continuar escalando a corto plazo. "La ruptura del nivel de 1,496 dólares deja la puerta abierta a que intente niveles de 1,516 a muy corto plazo, pero el objetivo para buena parte del mercado es el nivel técnico de los 1,55 dólares", añade Martínez Campuzano. "Las divisas son impredecibles a corto plazo, pero el escenario más probable es que el dólar siga depreciándose hasta que el BCE envíe la señal de bajadas de los tipos o la Fed anticipe que finaliza su ciclo de bajadas. El siguiente objetivo se sitúa en los 1,55 dólares, que sería el máximo del marco alemán a su tipo de conversión con el euro de 1999 y que se alcanzó en 1995", argumenta José Carlos Díez.
Ahora bien, una cosa es que los expertos expliquen la reciente recaída del dólar y justifiquen que pueda seguir bajando, y otra que estén de acuerdo con el panorama que está dibujando el mercado de divisas. "Aunque desde la perspectiva técnica es posible que el euro acuda a buscar la barrera de los 1,55 dólares, los niveles actuales son excesivamente sobrevalorados desde el punto de vista fundamental. De momento, la zona euro está soportando bien las presiones sobre el crecimiento, pero con una divisa así es difícil que siga mostrando el mismo aguante, por lo que el BCE puede verse obligado a bajar los tipos y eso cambiará la situación para el euro", señala David Cano, socio de Analistas Financieros Internacionales (AFI).
¿Cuál es el valor objetivo del euro?
Desde su punto de vista, un cambio adecuado para el euro se situaría en torno a los 1,24 dólares, es decir, casi un 18 por ciento por debajo del nivel en el que está ahora. José Carlos Díez también comparte este diagnóstico: "El euro está lejos de su nivel de equilibrio, próximo a 1,20 dólares. Es decir, se encuentra muy apartado de esa referencia, por lo que la situación no es deseada y sostenible a medio plazo".
En este sentido, hay que tener en cuenta que la fortaleza del euro frente al dólar esconde importantes riesgos en estos momentos. Aunque, a priori, ayuda a contener la factura energética derivada de la escalada del petróleo, ya que éste cotiza en dólares, dicho efecto queda limitado en la actualidad porque los inversores internacionales están apostando por el crudo -y otras materias primas- como alternativa a la divisa norteamericana.
Además, en un contexto de ralentización económica a escala internacional, las exportaciones europeas se pueden resentir, una consecuencia que puede acabar desembocando en recortes del precio del dinero para contrarrestar un menor ritmo exportador. Sobre todo, porque los productos europeos también pierden competitividad frente a otros países que tienen sus divisas vinculadas al dólar estadounidense.