
Es como la prueba del algodón: no engaña. En un momento como el actual, en el que abundan las conjeturas y la confusión, el mercado de divisas ayuda a extraer una fotografía más o menos nítida de la realidad por la que transita el mundo financiero. Y lo que arroja dicha imagen es que las más débiles dentro de las principales divisas del mundo en lo que va de 2008 son, por este orden, la libra esterlina, el dólar canadiense y el dólar estadounidense.
O lo que es lo mismo, las monedas de los tres países que, a juicio de los expertos, están más expuestos a sufrir con dureza el impacto de la crisis financiera y económica.
Aparte de estas expectativas, la debilidad de estas divisas comparte tres motivos: riesgo de sufrir una contracción económica más brusca de la prevista, enfriamiento inmobiliario y descenso de los tipos de interés. En este último apartado, la bajada más contundente ha corrido a cargo de la Reserva Federal (Fed) estadounidense, que este año ha reducido el precio del dinero del 4,25 al 3 por ciento. Por su parte, el Banco de Canadá los ha reducido del 4,25 al 4 por ciento, mientras que el Banco de Inglaterra aún no los ha bajado, pero lo hizo en diciembre y está previsto que los recorte este jueves del 5,5 al 5,25 por ciento.
Siendo así, ¿por qué no es el dólar estadounidense el que más se deprecia este ejercicio, si además pesa sobre él la amenaza de la recesión? Los expertos lo explican con dos argumentos: por un lado, el billete verde aún es la moneda de referencia y actúa como refugio en tiempos de turbulencias; y por otro, el convencimiento de que Estados Unidos saldrá antes de los problemas que Inglaterra y Canadá, aunque lo pueda pasar peor a corto plazo.
Ambos razonamientos han contribuido a frenar la caída del dólar y a que las otras dos divisas se hayan depreciado más -de hecho, el dólar se revaloriza frente a ellas-.
La sorpresa viene de Japón
Pero la foto del mercado cambiario no acaba ahí. También capta otros ángulos no menos interesantes. Como la fortaleza del yen. Hasta la fecha, la moneda japonesa se destapa como la más vigorosa de 2008. Se aprecia entre un 0,5 y un 5 por ciento con respecto a las principales referencias del mundo -ver gráfico-.
¿A qué responde su empuje, teniendo en cuenta que los tipos están en el 0,5 por ciento en Japón y que la economía se mantiene débil? La respuesta reside en el pronunciado cambio del sentimiento de mercado. Hasta el estallido de la crisis hipotecaria en verano, los riesgos habían quedado en un segundo plano. No había miedo a nada, y menos a tomar prestado barato para invertir en activos con potenciales de rendimientos más suculentos. En el ámbito de las divisas , esta práctica recibe el nombre de carry trade y se ha manifestado de forma evidente en torno al yen. Como es tan barato financiarse en esta divisa -dados los bajos intereses-, los inversores internacionales tomaban prestado dinero en Japón para dirigirlo luego hacia otros mercados.
Entre otras consecuencias, esta actuación debilitaba al yen. Pero ya no. Los tiempos son otros, y la consideración hacia el miedo también. "El aumento de la aversión al riesgo es, por lo general, beneficioso para las monedas que tienen tipos de interés bajos", escribe Kathy Lien, experta en divisas , en su obra Trading diario en el mercado de divisas . Por tanto, mientras la inestabilidad siga vigente, el yen continuará fuerte. Por eso, precisamente, el yen es un termómetro clave del panorama actual. En cuanto el mercado tenga más confianza, el yen volverá a las andadas bajistas. "Intentaríamos vender yenes una vez que los mercados de renta variable y el apetito por el riesgo se estabilicen", confirma George Saravelos, experto en divisas de Deutsche Bank.
En unas circunstancias similares está el franco suizo. Es la segunda más fuerte del momento, también como consecuencia de la reversión del carry trade y por su histórica condición como moneda refugio.
¿Y el euro? Aunque amenaza con romper de una vez por todas la cota de los 1,50 dólares -ayer llegó hasta los 1,485-, cae frente a seis de las diez principales divisas del mundo. El mercado no las tiene todas consigo con la divisa europea. Sobre todo, porque no descarta que el BCE se vea obligado a reducir los tipos de interés en los próximos meses.