El escándalo desatado tras el descubrimiento de trazas de caballo en carnes que se venden como vacuno podría no haber hecho más que empezar.
Los primeros test realizados en la Unión Europea, correspondientes a laAgencia de Seguridad Alimentaria de Reino Unido (Food Standards Agency), y a la espera de que salgan los de España, han revelado que en algunos productos comercializados, ahora ya retirados, había más que trazas: hasta un 60 porciento de carne de caballo, e incluso restos de cerdo y cordero, siempre porencima del 1 por ciento que marca el umbral de contaminación.
Son revelaciones que ponen en entredicho los sistemas de control y seguridad alimentaria de la Europa comunitaria e inducen a pensar que el fraude del etiquetado que protagonizaron Nestlé e Ikea no fueron casos aislados.
La multinacional suiza se vio obligada a retirarsólo en
España hasta seis productos de sus marcas La Cocinera y Buittoni por contenercarne equina, limitándose a responsabilizar por ahora tan sólo a algunos de sus proveedores, y la sueca, ha tenido que apartarcientos de
kilos de albóndigas y salchichas contaminadas.
Eso, a parte de las tartas de chocolate que ha retirado
también de 23 países porcontener restos de heces humanas.
Dados los altos porcentajes de contaminación encontrados, Bruselas tiene sospechas fundadas que la
mezcla de carnes no es algo accidental, sino premeditado,
posiblemente buscando un abaratamiento de costes.
Y lo peor es que, si se confirman las peores previsiones, la contaminación con carne equina y de otros animales podría sacarlos colores a las autoridades de seguridad
alimentaria no sólo de cada Estado miembro, sino también de Bruselas, que ha presumido y presume de disponerde los sistemas más avanzados de trazabilidad (los que controlan toda la cadena alimentaria desde la granja a la mesa).
Eso, como poco. Lo peores que si estos resultados se confirman, la Unión Europea podría llegara verse obligada a dar una alerta alimentaria en el caso de que esos exámenes también mostrasen que parte del caballo comercializado no ha sido tratado para el consumo humano, sino con medicamentos veterinarios como la
fenilbutazona, que sí podría causarestragos en la
salud humana.
Teorías que tendrán una respuesta firme en las próximas semanas. LaComisión Europea ha dado hasta el 15 de
abril como plazo máximo para que cada país presente los resultados de sus análisis -en total serán 2.250 inspecciones a lo largo y ancho de todo el continente-.
Aunque falta casi un mes para que expire el plazo, España podría publicarlos resultados de sus exámenes (un mínimo de 150 pruebas aleatorias) en los próximos días, según indicó la semana pasada el ministro de Agricultura y Alimentación, Miguel Arias Cañete.
SACRIFICIO DE CABALLOS
Sea cual sea la fecha elegida por el Ejecutivo español para dara conocer el contenido de esas pruebas, lo cierto es que en España el fraude del etiquetado de la carne equina ha adquirido una nueva dimensión al conocerse que, en los últimos años, los que coinciden con la crisis económica, el sacrificio de caballos se ha multiplicado por doce.
Si en 2008 se sacrificaron 6.300 ejemplares, el año
pasado la cifra de caballos sacrificados llegó a los 73.000, según los datos del Ministerio deAgricultura, Alimentación y Medio Ambiente.
Un gigantesco incremento que podría estar directamente relacionado con la crisis. Y es que, sus efectos perniciosos sobre la economía podrían haberforzado a muchos propietarios de caballos, incluidos los de pura sangre, a abandonarlos o ejecutarlos al no poderhacerfrente a los
gastos de su mantenimiento y alimentación. Ejemplares que podrían haberacabado en los mataderos y, por ende, en la cadena alimentaria.
Ésta y otras hipótesis podrían encontrar respuesta en los resultados de los test que la Comisión Europea exigió ejecutarhace hoy justo un mes y que en España se están llevando a cabo de manera coordinada entre el Ministerio deAgricultura, la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y el Instituto Nacional de Consumo, ambos dependientes del Ministerio de Sanidad.
El pasado 19 de febrero, el Ejecutivo comunitario ordenó a España, al igual que a Francia, Alemania, Italia, Polonia y Reino Unido, hacer 150 muestras mensuales de productos alimenticios comercializados o etiquetados como vacuno.
Países con superficie y población media como Holanda, Bélgica, Portugal, República Checa, Bulgaria, Austria, Suecia, Hungría, Grecia y Rumanía tendrán que hacerun mínimo de 100 inspecciones; Lituania, Eslovaquia, Dinamarca, Irlanda, Finlandia y Letonia, 50; y los más pequeños y menos poblados como Eslovenia, Estonia, Chipre, Luxemburgo y Malta, 10.
Independiente del número, todas esas inspecciones
tendrán que hacerse como mínimo durante un mes, -el reloj empezó a correrel pasado 1 de marzo- y tendrán que
perseguirdos objetivos: controlar, por un lado, productos
alimenticios comercializados o etiquetados como carne de
vacuno y, por el otro, detectar si en la carne de caballo
destinada al consumo humano hay fenilbutazona.
BRUSELAS PROPONE CAMBIOS
Pese a estas exigencias, no son pocas las voces que a
escala comunitaria han sostenido que la reacción de la
Comisión Europea, ante lo que porahora es un fraude de
etiquetado, ha sido tibia.
Los últimos en secundar esta opinión han sido los eurodiputados que, en su último pleno, pidieron sanciones ejemplares ?para que no merezca la pena jugarcon los consumidores?.
Es más, todos los grupos de la Eurocámara coincidieron
en pedir un aumento de los controles y estudiar la
incorporación del etiquetado de origen de la carne.
Testigo de ese pleno, el comisario de Salud y Consumo, Tonio Borg, anunció que la Comisión Europea propondrá ?cambios necesarios en la legislación de los Veintisiete a raíz de esta experiencia?.
Entre esos cambios podría figuraruno que implantara más controles en la cadena alimentaria, como por ejemplo, inspecciones no anunciadas porparte de los gobiernos nacionales.
Asimismo, el titular europeo de Salud y Consumo planteó la posibilidad de aprobar sanciones proporcionales a
los beneficios que obtengan las empresas que violen las normas para que ?no valga la pena cometerun delito?, e indicó que cada vez más Estados miembros están pidiendo que se incluya en los envases el etiquetado de origen.
Petición que ya está siendo estudiada por la
Comisión Europea, que se ha comprometido a elaborar un informe al respecto para que esté disponible el próximo otoño.
Pese a estos planes, Borg recordó que el ?escándalo de la carne de caballo no supone un problema de salud pública ni de seguridad alimentaria, sino un problema de etiquetado? y repitió que los resultados de las pruebas deADN en los productos de vacuno y caballo que están
realizando todos los Estados miembros se harán públicos con el fin de recuperarla credibilidad de los consumidores.
Hasta que llegue ese momento, elEconomistaAlimentación
ha querido consultarcon la opinión de los expertos del Centro Tecnológico Ainia, quiénes han recordado que ?la legislación alimentaria en materia de etiquetado de alimentos obliga a citarla lista de ingredientes de un
producto: lista que ha de estarconstituida por la enumeración de todos los ingredientes del producto alimenticio en orden decreciente de peso en el momento de su preparación?.
Es decir, la información incluida en el etiquetado debe permitiral consumidor conocer la naturaleza real del producto que compra y de todos sus ingredientes.
Fuentes de Ainia también recuerdan que Europa tiene uno de los más avanzados sistemas de control y seguridad alimentaria del mundo. Sus sistemas de trazabilidad son, en sí mismos, una garantía, ya que permiten identificaren qué punto de la cadena de valorha surgido el problema y depurar responsabilidades.
Según el Centro Tecnológico, los actuales métodos analíticos para identificarel ADN, basados en biología molecular, tienen un altísimo nivel de sensibilidad y precisión (PCR Real Time).
Es más, Ainia recuerda que para hacerun repaso de los riesgos actuales, contamos con una excelente herramienta, las bases de datos de RASFF (Rapid Alert System for Food and Feed).
El RASFF se constituyó en el año 2002 para facilitara las autoridades en materia de control de los alimentos y piensos de la Unión Europea una herramienta efectiva de intercambio de información que permita la rápida toma de decisiones ante la aparición en el mercado de riesgos relevantes en materia de seguridad alimentaria.
El RASFF cuenta con una base de datos pública en la que se recogen las diferentes notificaciones al sistema y que permite tenerinformación actualizada sobre el estado de la
seguridad alimentaria en la Unión Europea.
A falta de conocerse los resultados de las 2.500 inspecciones de los alimentos exigidas porla Comisión Europea en el Viejo continente, el otro dilema al que actualmente se enfrentan los Veintisiete reside en qué
hacercon los productos que tras un incorrecto etiquetado han sido retirados de la venta en toda Europa.
Aunque de momento no hay una respuesta definida por parte de las autoridades, algunos de ellos ya están
siendo destruidos y otros retenidos a la espera de tomar una decisión sobre qué hacer con los mismos.