
Los pequeños agricultores españoles, el eslabón más débil de la cadena agroalimentaria, vienen reclamando desde mediados de la pasada década una regulación de los márgenes comerciales que frene "la especulación" que consideran que se produce en la fijación de precios.
La situación estalló en 2008, en los albores de la crisis, con movilizaciones en toda España, pero la regulación ha tardado seis años -la ley para la Mejora de la Cadena Alimentaria entró en vigor el pasado 3 de enero- y no regula los márgenes porque sería anticonstitucional, según dijo la Comisión Nacional de la Competencia.
En este tiempo, ahogados por la subida de precios de las materias primas y la reducción aún mayor de márgenes, muchos agricultores han encontrado una fórmula para salir adelante sin necesidad de regulaciones, en el propio mercado.
El observatorio de precios creado por el Gobierno había demostrado que no eran los supermercados e hipermercados los que se llevaban el margen que los agricultores no recibían, sino una serie de intermediarios -corredores, almacenes, transportistas-, así que algunos decidieron prescindir de los intermediarios.
Ya en 2009, el entonces alcalde de Castellón y hoy presidente de la Generalitat valenciana, Alberto Fabra, acordó con los agricultores crear el Mercado de la Naranja, todos los domingos entre octubre y mayo, para que vendieran directamente su producción recién cogida.
Estos mercados, denominados de 'Kilómetro 0' -venden fruta y verdura producida a menos de 100 kilómetros- o 'circuito corto de comercialización', empezaron a proliferar en España, mientras otros productores se lanzaban a vender por internet.
Con ello, lograron no solo mejorar sus márgenes, sino renovar en los urbanitas el gusto por los sabores naturales y, de paso, preocupar a cadenas como Mercadona, que han decidido acercarse al sector primario evitando en lo posible a los intermediarios. El reclamo es el producto fresco, cada vez más demandado, y en ocasiones la agricultura ecológica.
Es el caso de Punt de Sabor, la frutería que la Unió de Llauradors abrió en el centro de Valencia hace dos años, que destina el 70 por ciento del precio al agricultor. La asociación agraria tiene sus propias parcelas de cultivo y a quienes hacen el pedido por internet les entrega la caja en herboristerías y otros puntos de recogida que ha establecido en toda la ciudad y pueblos limítrofes. "Tenemos cada vez más clientes fijos que nos piden que abramos en otros sitios", asegura su responsable, Betlem Albero.
Mercados consolidados
En Andalucía, existen mercados consolidados, que se celebran al menos una vez al mes desde hace al menos tres años en Sevilla y Málaga, tanto en las capitales como en algunos municipios, en la comarca del Guadalhorce en Málaga, y Gines, en Sevilla, especialmente. Recientemente se ha puesto en marcha uno en Granada capital que está registrando una gran acogida.
"Este tipo de mercados ya funcionan con éxito en otros países de Europa desde hace años, y desde Coag impulsamos estas y otras iniciativas relacionadas dentro de nuestro programa Arco (Agricultura de Responsabilidad Compartida) a nivel nacional", detalla Alberto Calderón, técnico de Coag Sevilla encargado de la promoción de mercados de venta directa.
Calderón señala que el éxito de este tipo de distribución está, en parte, en concienciar al consumidor de las ventajas para él de comer lo producido en su ámbito cercano y con criterios ecológicos, certificados o no, y de los beneficios para su entorno que genera en el ámbito rural.
Grupos de consumo
En Castilla y León, la agricultura de cercanía está muy vinculada al desarrollo de productos ecológicos. Pese a que la producción de la comunidad es fundamentalmente cerealística, sin una huerta importante, proliferan los mercadillos y los grupos de consumo que buscan conectar a productores y compradores sin intermediarios.
Pablo García Plaza, coordinador de Coag Palencia, es uno de esos productores. En esta provincia se nota el auge de este fenómeno en los mercadillos que organizan en distintas localidades de la provincia. "Funcionan muy bien y es sorprendente no sólo por el aumento del los clientes sino porque compran sin mirar precios".
Gran parte se explica por "la confianza que tienen en los productores. Somos gente de aquí, nos conocen y, además, les invitamos a visitar las explotaciones para comprobar cómo se cultivan las lentejas que van a comprar".
También están utilizando las oportunidades que articula la propia demanda a través de los denominados "grupos de consumo". Se trata de familias que se ponen de acuerdo para comprar de forma conjunta directamente a los productores. "Cada vez hay más", dice García Plaza, quien reconoce que los consumidores no sólo quieren garantías de la procedencia y frescura de los productos, sino que es una forma de luchar contra el incremento de los precios que generan los intermediarios.
En Aragón, los 700 agricultores que destinan alrededor de 70.000 hectáreas cultivos ecológicos tienen el problema de la escasa estructura de distribución, según Antonio Artal, responsable de producciones ecológicas de la Unión de Agricultores y Ganaderos de Aragón (Uaga). Un problema de comercialización que se está aliviando con el incremento de pequeñas tiendas y comercios de proximidad especializados en agricultura ecológica.
"Hace tres o cuatro años sólo había dos o tres tiendas en Zaragoza y ahora hay cerca de 30", señala Artal. Además, las ventas locales se potencian a través de un mercadillo semanal que se celebra en la capital zaragozana. Según Félix Ballarín, productor y vendedor en este mercadillo de sus frutas y hortalizas, "la demanda está aumentando tras haber notado un parón hace dos años con la crisis y por el concepto de que es un producto más caro". No obstante, reconoce que iniciativas como esta son "una opción para entrar en el mercado y aumentar el número de clientes y la venta directa".
Apoyo institucional
Bajo el lema Madrid cultiva y produce, cada primer sábado de mes la Cámara Agraria de la Comunidad de Madrid organiza el Día de Mercado, creando un punto de encuentro que permite al visitante el contacto personal con agricultores, ganaderos y empresas del sector agroalimentario de la Comunidad, así como el acceso directo a sus productos.
La Comunidad ha convertido los mercados de proximidad en el mejor instrumento para la promoción de los alimentos de Madrid. El circuito corto de comercialización se está convirtiendo en motor de dinamización del sector agroalimentario.
En el País Vasco hay unos 300 productores certificados, la mayoría pequeñas explotaciones agroganaderas de carácter familiar. La producción se realiza, generalmente, mediante venta directa, con reparto de cestas o presencia mercados semanales. Ismene Aguirre, coordinadora de la Asociación de Agricultores Ecológicos de Bizkaia, explica que los productores "generalmente prefieren la venta directa al consumidor final, para evitar la reducción de los márgenes de venta que implica trabajar con distribuidores".
Insiste en las ventajas que para la salud implican los productos ecológicos y recomienda a los consumidores que "miren bien el etiquetado para asegurarse de que lo que va adquirir es un producto realmente ecológico".
En Galicia se exporta
En Galicia el sector de la agricultura ecológica está más orientado a la exportación que al llamado 'Kilómetro 0'. La producción ecológica está en auge. Desde el Clúster de las Industrias Elaboradas Gallegas en Agricultura Ecológica (Indegae), su director técnico, Rafael Rivadulla, asegura que aunque en la comunidad la producción es pequeña está produciendo muy buenos beneficios.
El sector de la agricultura ecológica facturó en 2012 un total de 23 millones de euros en Galicia. En la actualidad cuenta con una superficie que supera las 15.000 hectáreas y un total de 607 productores, de los que 116 pertenecen a la industria. El sector lácteo es el que más factura dentro de la agricultura ecológica, seguido del cárnico y del de las conservas.
El responsable de Indegae explica que son muchos los que se decantan por una producción exclusiva con el fin de obtener un producto diferenciado que le permita entrar en el mercado tanto nacional como internacional. De hecho, los productos gallegos tienen como destinos lugares como Francia, Alemania, México, Estados Unidos, Japón y Dubai.
Competencia a la distribución
El aumento de la venta directa de productos ecológicos afecta a empresas consolidadas como distribuidoras de estos productos. Es el caso de la catalana Veritas, una de las cadenas pioneras. Nació hace 12 años de la mano de cuatro familias catalanas con el objetivo de poner al alcance de todo el mundo la alimentación saludable. Hoy es líder en España en su segmento, con 25 tiendas y una base de 100.000 clientes en Cataluña.
Según su director general, Silvio Elías, cuenta con más de 4.500 referencias, en una situación muy distinta a la de sus inicios cuando la mayoría de sus productos eran importados de otros países europeos. "Ahora que tenemos una dimensión nos vienen a buscar, aunque también convencemos a algunos productores que por sus características les animamos hacia la producción ecológica", asegura.
Una de sus estrategias con los agricultores es planificar con antelación las cantidades que van a necesitar y pactar con ellos los precios y la producción. "Es una manera de que tengan la venta asegurada", indica Elías.
El responsable de Veritas señala entre los puntos que han favorecido el auge de la alimentación ecológica la preocupación del consumidor por lo que come, "aunque tenga menos recursos". Asimismo, destaca que la cadena recupera variedades de alimentos que ya han quedado olvidadas por los agricultores.
La estrategia también vale para el ganado
Francisco José Marco hace 'Kilómetro 0' con sus corderos. Harto de ver cómo los intermediarios ganaban más que él por llevarlos a matar y vender la carne, este ganadero de Elche (Alicante) decidió el pasado agosto llevarlos a matar él y vender directamente a carniceros y restaurantes. Un éxito. "No puedo servir a más clientes porque me faltan corderos", asegura.
"Me he saltado al intermediario porque ajustaban mucho los márgenes y los precios de los piensos y la energía no dejaban de subir, así que pensé: el que quiera sangrar al ganadero que se compre corderos". Gana 15 euros más por cada cordero. Marco lamenta que las grandes distribuidoras "hundan los precios" con el cordero de importación y que no se haga hincapié en la calidad. "Hay que cuidar la calidad, no se puede vender cualquier cordero", concluye.
Información elaborada por: Javier Alfonso, Carlos Pizá, Ruth Lodeiro, Esther Porta, Rafael Daniel, Eva Sereno, Carmen Larrakoetxea y Mireia Corchón.