
En plena campaña de la vendimia, los inmensos viñedos que jalonan la geografía española se inundan de gente, pero ya no se trata sólo de los trabajadores temporeros que cada año acuden a la cita con la recolección de la uva, sino de decenas de miles de turistas que acuden atraídos por el emergente enoturismo.
Conocer los pormenores de la vendimia es el último reclamo de una larga lista de actividades que han ido apareciendo durante los últimos años en torno a la actividad vitivinícola. Catas en bodegas, estancias en pequeños hoteles rurales o en vanguardistas edificios arquitectónicos, spas, viajes en globo, avioneta o helicóptero conforman una oferta interminable que se renueva cada año.
Pese a la crisis, el enoturismo va ganando adeptos. El pasado año, según la Asociación Española de Ciudades del Vino (Acevin), las 546 bodegas (23 de ellas nuevas) adheridas a las 21 Rutas en torno a la producción de caldos existentes en nuestro país registraron un total de 1.528.295 visitantes, con un crecimiento de 87.281, un 6,1 por ciento respecto a 2010.
Dos son las zonas que acaparan el mayor grueso de las visitas, las Rutas del Vino y el Brandy de Jerez, con 482.767 visitantes, y Enoturismo Penedès, con 470.276 visitantes. Estas dos zonas se benefician de su posición privilegiada al estar situada en territorios con un muy importante movimiento turístico por su cercanía a la costa y a grandes núcleos de población como son Barcelona y Sevilla, pero también comarcas vitivinícola de interior están creciendo de forma exponencial. Es el caso de Rioja Alavesa, Ribera del Duero y Rioja Alta.
Y es que el enoturismo ha ido ganando peso en la actividad y en las inversiones de las bodegas a un importante ritmo durante los últimos años, un proceso que se ha acelerado aún más con la caída del consumo de vino en nuestro país. Además de suponer un nueva vía de ingresos, permite incrementar las ventas de vino, da imagen a la bodega y permite fidelizar a los clientes.
Las cuentas de resultados de muchas bodegas empiezan ya a notar la aportación de esta nueva actividad. Buen ejemplo de ello es Protos, la legendaria bodega vallisoletana situada en Ribera de Duero, una de las pioneras en apostar por el vino como una nueva forma de turismo de interior con la construcción de una impresionante bodega firmada por Richard Rogers.
Pese a la crisis, Protos ha aumentado su facturación durante los últimos ejercicios. Una parte de ese incremento ha sido gracias a la venta directa, uno de cuyos destinatarios son los miles de personas que la visitan cada año. De hecho, en tres años ha duplicado hasta los 2 millones el número de botellas que saca por esta vía, con la que factura ya 600.000 euros al año. Ante el incremento constante de turista, ha puesto en marcha la ampliación de la tienda que tiene en la nueva bodega de Peñafiel, que también estará diseñada por Rogers y en la que invertirán unos 150.000 euros.
Matarromera fue otro de los grupos pioneros en impulsar el enoturismo, ya que en 1994 empezó a ofrecer visitas guiadas y cursos de cata.
En 2011, más de 15.000 personas visitaron las diferentes bodegas del grupo Matarromera. En estos momentos, el apartado del enoturismo (englobando la actividad relacionada con el restaurante, el hotel, las bodegas, etc), supuso una facturación de más de 500.000? para el grupo en 2011, "que se superarán con creces en este ejercicio", afirman.
En Castilla La Mancha, la enología es una parte fundamental del turismo. Desde la Bodega Félix Solís se asegura que el interés por las visitas a las bodegas es constante a lo largo de todo el año, aunque en época de vendimia se acentúa. "Nosotros, tenemos la suerte de tener nuestra bodega central y sede social en la localidad de Valdepeñas, una ciudad cuya historia está estrechamente ligada al vino y que cuenta con buenos servicios para poder acoger a los cada vez más turistas interesados".
Pese a su importancia económica, en Félix Solís, se considera que el enoturismo no debe concebirse como el "salvavidas" de las bodegas, sino como "una actividad complementaria en un intento por acercarse más al consumidor real y potencial". Aun que su negocio siempre se ha centrado en la elaboración y comercialización de caldos, esta compañía reconoce que se están adaptando "a los tiempos que corren y a las preferencias de los consumidores y estamos apostando por el enoturismo".
Desde que en 2000, comenzaron su expansión por Ribera del Duero, Rioja, Rueda y Toro bajo el sello de Pagos del Rey, en estas bodegas "sí que hemos tenido en cuenta de una forma más patente el auge del enoturismo a la hora de preparar nuestras instalaciones", explica su presidente, Félix Solís.
En la actualidad, el proyecto más ambicioso será una gran inversión en la bodega de Morales de Toro para hacer de su parte social un lugar abierto al público para visitas y eventos.
En la Comunidad Valenciana, una treintena de bodegas tienen oferta enoturística. Para el director corporativo de Bodegas Gandia, Javier Gandia, la apuesta por este a actividad que su empresa familiar hizo hace seis años en su sede de Utiel ha dado "muy buenos resultados", no tanto en términos de negocio -los ingresos no llegan ni al 2 por ciento de la facturación-, sino en "el reconocimiento de la marca", asegura. La empresa empezó instalando un tren que recorría los viñedos, amplió su oferta con el museo Arte en Barrica, donde 21 artistas contemporáneos -entre ellos Mariscal, Miquel Navarro y Carmen Calvo- han dejado su obra sobre madera de roble, y recientemente ha abierto una casa solariega del siglo XIX a eventos como bodas o presentaciones de empresas.
Bodegas Gandia recibe unos 12.000 visitantes al año, la mayoría valencianos o extranjeros, a los que intenta fidelizar pidiéndoles que se registren en su Club de Vinos. Además, ofrece actividades complementarias que prestan otras empresas de la zona, como viajes en globo y deportes de aventura.
Más al sur, Juan Cascant, director de Celler La Muntanya, opina que el enoturismo tiene trascendencia no solo por la captación de clientes, sino por el hecho de interactuar con otras empresas del entorno, como restaurantes y casas rurales. Esta empresa de Muro de Alcoy (Alicante), conocida por su proyecto Microviñas -producción en minifundios propiedad de terceros-, dispone de varias ofertas que incluyen vuelos en globo o en avioneta. "Cada vez viene más gente, porque el cliente de este producto siempre está y porque no es caro" -desde 35 euros-, explica Cascant. "Ese cliente de calidad que se ha trabajado poco en la Comunidad Valenciana" es, según explica, "el que viene a pasear, a ver las viñas y a disfrutar". Un cliente muy diferente del que a 50 kilómetros llena los hoteles de Benidorm. "A mí no me interesa un autobús de turistas que quieren gastarse dos perras y que les des una bolsa con una botella y siete folletos".
Freixenet, la marca de cava más conocida en el mundo, ha hecho de las visitas un pequeño negocio en el que se conjuga el sentido comercial con "una tarea educativa esencial para nuestro producto y nuestra marca", explica el responsable de esta rama de negocio, Toni Miró. Freixenet recibe anualmente 90.000 personas en sus instalaciones. De ellas, el 35 por ciento son españoles y el 65 extranjeros. Alemanes, rusos, estadounidenses, ingleses y japoneses encabezan el ranking. "En los dos últimos los rusos han subido mucho en la clasificación", indica Miró.
La visita básica a Freixenet (que incluye recorrido por la cava, audiovisual y cata) sale por siete euros, pero hay muchas más modalidades. También se pueden hacer visitas en grupos privados de diez personas, con aperitivo y cuatro cavas. "La actividad cuenta con una plantilla de 12 personas que atienden a las visitas siete días a la semana" indica Miró. Aunque no ofrecen cifras oficiales, la facturación que genera esta actividad se aproxima al millón de euros, sin contar las ventas en la tienda.
En Segura Viudas, la visita de dos horas y media incluye un paseo por las viñas. Al visitante se le enseña la naturaleza: plantas, animales, tratamientos para evitar plagas, etc. Luego descenso a las cavas y cata. Unas 6.000 personas han visitado Segura Viudas en los último doce meses. En este caso nacionales y extranjeros se reparten a partes iguales. Una de las singularidades que ofrece es la posibilidad de vendimiar durante un día. En grupos de 20 personas, el visitante, tijeras en mano, recolecta los racimos. "No los explotamos, muchas veces nos cuesta sacarlos de la viña", reconoce el responsable de esta actividad.
El enoturismo también supone cada vez un mayor porcentaje de los ingresos de las cinco denominaciones de Galicia ( Rías Baixas, Ribeiro, Ribeira Sacra, Valdeorras y Monterrei), que ya han unido sus fuerzas para, por ejemplo, convocar una jornada de actividades simultáneas de enoturismo en el marco de las Rutas de los Vinos de Galicia y del Plan de Turismo Gastronómico de Galicia.
La más consolidada es la de las Rías Baixas, que fue una de las que más incrementó sus visitantes en 2011, un 30%, hasta rozar los 50.000.
Un ejemplo significativo de apuesta por esta modalidad turística es el caso de la aldea de Doade, ubicada en la Ribeira Sacra, que se ha convertido en un destino ideal para el mundo del enoturismo. Varias bodegas importantes, como Regina Viarum y Gímaro, infraestructuras hoteleras con varios restaurantes, casas de turismo rural, club náutico, catamaranes para pasear por el río y un tren turístico, configuran una variada oferta.
En Aragón, la DO Somontano es una de la que más experiencia tiene en el campo del enoturismo desde la creación de la Asociación para la Promoción Turística del Somontano en 2005, junto con el Ayuntamiento de Barbastro y la Comarca del Somontano, para poner en marcha la Ruta del Vino Somontano y potenciar el desarrollo enoturístico del territorio, aunque ya algunas de sus bodegas habían puesto en marcha iniciativas en este sentido.
En la actualidad, de esta ruta forman parte 16 bodegas -además de alojamientos, restaurantes?-, que son bodegas pequeñas, familiares o de grandes empresas, que participan en los actos programados como visitas guiadas a sus instalaciones que terminan con una degustación comentada de sus vinos. Además, hay muchas propuestas originales como visitas y actividades en viñedo, actividades específicas en vendimia como la elaboración de vino con pisado de uvas incluido, cata de uvas, paseos a caballo entre viñedos?", según explica Natalia Gracia, gerente de la Ruta del Vino Somontano.
En la D.O. Somontano, una de las bodegas con más trayectoria en enoturismo es Enate, que además de formar parte de la Ruta del Vino Somontano, desarrolla su propio programa de enoturismo desde hace más de 15 años. Dentro de este programa, se organizan visitas a la bodega y catas, aparte de poder ver una colección de arte contemporáneo relacionado con el vino con obras de artistas como Broto, Chillida o Tàpies, que "es un plus", según explica Ramón Justes, director de Imagen y Comunicación, quien añade que se comenzó a trabajar en enoturismo "más por la imagen que por las ventas". Y es que como imagen sí se obtiene un mayor beneficio del enoturismo porque "quien ve la bodega luego habla de Enate, comparte su visita con sus amigos y se crea una sinergia. Las ventas no son desdeñables, porque la gente puede llevarse una caja, pero el porcentaje de ventas no es significativo".
Pese a ello, Enate sigue apostando por el enoturismo, una actividad con la que alrededor de 10.000 personas visitan al año la bodega, el 90% de los cuales son nacionales, mientras que el 10% restante procede sobre todo de Francia por "proximidad y porque los franceses son muy amantes del vino".
Más reciente es la apuesta de otras bodegas y consejos reguladores en Aragón como el de la D.O. Cariñena, que tiene su proyecto preparado pero que está paralizado por cuestiones políticas y que esperan poder comenzar en 2013 como "un complemento a la actividad de la bodega y para fomentar el desarrollo de la zona y crear una nueva línea de negocio nueva que complemente el vino". Y la DO Calatayud también se ha sumado al enoturismo. Esta denominación lleva poco tiempo trabajando en esta línea "porque comenzamos hace dos años con la nueva sede en la que se hicieron salas de catas y audiovisuales", explica Javier Lázaro, secretario general de la denominación, y recientemente se ha empezado a trabajar con cuatro bodegas -Alejandro, Langa, Virgen de la Sierra y Virgen del Mar-, aunque la previsión es aumentar el número, haciendo catas, visitas a viñedo para ver la floración, la vendimia?y se ha concretado una oferta con los balnearios de la zona para tratamientos de vinoterapia.
En La Rioja, la práctica totalidad de las numerosas bodegas ofrece actividad (visitas, catas, autobuses turísticos, combinaciones creativas de vino-Spa, vino-musica, vino-teatro, o incluso nuevas modas como Halloween). El vino aporta el 22 por ciento del turismo, que da empleo a más de 12.000 personas.