
El futuro del macrocomplejo de ocio y juego BCN World sigue en jaque. Aunque el president de la Generalitat, Carles Puigdemont, insiste en que este proyecto "está bien vivo" y es muy importante para generar empleo, ni su socio de gobierno ni de coalición le acompañan.
Pesa demasiado la modificación de la Tasa de Juego que llevaron a cabo PSC y CiU hace dos años. Este impuesto se rebajó un 45 por ciento, dejándolo en un 10 por ciento para desbloquear el proyecto.
Los inversores siguen interesados en BCN World, como los dueños de Hard Rock, que ayer se reunieron con Puigdemont y Junqueras reiterándoles su oferta de 2.500 millones de euros para edificar en los terrenos de Vila-seca y Salou.
Pero el president tuvo que confesar "el momento administrativo" que vive el proyecto, es decir, la situación en la que está, y que por el momento, no es nada halagüeña.
El proyecto a consulta
Puigdemont explicó al presidente ejecutivo de Hard Rock Café, Hamish Dodds, y su vicepresidente, Nelson Parker,que la administración catalana trabaja "para conseguir un proyecto que genere el máximo consenso institucional, político y territorial".
Aunque lo que ahora se plantea es un referéndum popular donde sean los ciudadanos quienes decidan si quieren o no este proyecto. Algo que ya ha despertado discrepancias dentro de la cúpula de Junts pel Sí, ya que si Convergència entiende que tendrían que votarlo los ciudadanos de la zona, Esquerra Republicana (contraria al proyecto) quiere que todos los catalanes decidan sobre esta cuestión.
La CUP también arropó una posible consulta de este tipo, pero fue rotunda al afirmar que "nunca defenderán un proyecto que fomenta la especulación", subrayó Anna Gabriel.
De hecho, BCN World pendió de un hilo durante las negociaciones entre Junts pel Sí y la CUP. Fue uno de los asuntos candentes y en una de las ofertas, JxSí se comprometía a paralizar el Plan director urbanístico (PDU). Cuando Artur Mas dio un paso atrás, esta condición ya no figuró en el nuevo pacto.
Proyecto polémico
Este complejo de ocio y juego ha sido polémico desde el mismo momento en que surgió como rival del Eurovegas madrileño.
Aunque Convergència se ha esforzado en identificarlo como un bien común para crear puestos de trabajo e incluso alegan que los casinos "sólo" ocupan un 6 por ciento del total del proyecto, en defensa de las acusaciones y de la mala prensa que da el juego.
En esa línea se manifestó ayer la portavoz de la Generalitat, Neus Munté, que aseguró que el complejo se centraría "en el turismo de negocios", algo que ayudaría a una zona "muy castigada", en referencia a los cierres de Covestro y Ercros.
El otro grupo inversor que está pendiente de los avances es el grupo chino Melco, con el que Hard Rock ya trabaja en el paraíso fiscal de Macao. Tanto Melco como Hard Rock fueron socios relacionados con la promotora Veremonte, del empresario valenciano Enrique Bañuelos.
Veremonte no hizo efectiva su opción a compra sobre los terrenos de La Caixa para construir el complejo de casinos y hoteles, siendo la Generalitat la que tomó el relevo en la gestión del proyecto con una opción a compra condicionada de 18 meses.