La presunta renuncia de Josep Antoni Duran i Lleida a la Secretaría General de CiU abre una seria crisis en dentro del nacionalismo catalán. Su decisión representa la ruptura de la coalición creada por Jordi Pujol para defender la identidad catalana dentro de una España que iniciaba su transición de la dictadura a la tierna democracia. Durante 35 años, la fórmula pujoliana ha funcionado casi como un reloj.
Casi siempre ha sido la formación política más votada en las elecciones autonómicas, lo que permitió a Pujol gobernar en la Generalitat durante cinco lustros sin interrupción. Sólo la aparición del gobierno tripartito (la suma de PSC, ERC e ICV) abrió un paréntesis que acabó tras los accidentados mandatos de Pasqual Maragall y José Montilla.
La llegada de Artur Mas a la presidencia de la Generalitat, escudado por Josep Antoni Duran i Lleida en Madrid, fue interpretada por la clase empresarial catalana como una vuelta a la normalidad. CIU volvería a defender sus intereses y la promesa de Mas de alcanzar un pacto fiscal para Cataluña fue interpretada como una nueva negociación en el sistema de financiación autonómica que nunca ha sido favorable a los catalanes, a los baleares o incluso a los madrileños.
En esa hoja de ruta, el desplante del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, a renegociar la financiación (en plena amenaza de rescate europeo de España) y la radicalización de la línea política de Convergencia (con el imputado Oriol Pujol y el conseller de presidencia Francesc Homs al frente) ha llevado a Artur Mas del catalanismo político histórico a un radicalismo independentista que lo conduce a defender la separacion de Cataluña de España en un referéndum censurado por el Congreso y el Tribunal Constitucional.
Ante esa realidad, la clase empresarial catalana se ha dado cuenta de que es necesario rectificar y apostar por una alternativa a Mas. Durante las ultimas jornadas económicas organizadas por el Circulo de Economia en Sitges algunos empresarios veían claramente que había llegado la oportunidad de Duran. "Es su momento, que me venda la marca [Unió] y yo la convierto en ganadora", aseguraba uno de ellos.
Fueron muchos los que hablaron con Duran e intentaron convencerle de que si CIU seguía por la senda de la independencia perdería su hegemonía electoral a manos de ERC, como de hecho había ocurrido una semana antes en las elecciones europeas.
Le tentaron los argumentos, pero creo que no lo convencieron. Pero siempre existe una gota que colma el vaso y esa fue la desautorización que vivió Duran respecto al voto de CiU en la ley que permitirá la abdicación del Rey Juan Carlos. Durán dijo que los nacionalistas votarían a favor y luego la coalición acordó votar en contra.
Harto de desautorizaciones y criticas internas en el seno de CiU, ha decidido dar el paso al frente que le reclamaban los empresarios y jugarse un órdago.
Un perfil propio
Su intención es renunciar a la Secretaría General de la coalición y marcar un perfil propio desde su cargo de portavoz de la coalicion nacionalista en el Congreso. Si la consulta soberanista del próximo 9 de noviembre no se celebra y Artur Mas decide convocar unas elecciones plebiscitarias, Duran presentará candidatura propia a la Generalitat defendiendo lo que hace 35 años defendía Pujol y hasta hace cuatro dias el propio Mas.
Duran confía en que ese camino sigue siendo el que apoya la mayoría de la población catalana. No solamente eso: también está convencido de que es la única manera de 'salvar' a CiU de ser engullida electoralmente por Esquerra Republicana.
Se trata de una completa metamorfosis que abre un camino nuevo: aquél que, por un lado, tiene su origen en el Duran que quería ser el titular de la cartera de Asuntos Exteriores en Madrid; por el otro lado, la vía recién desbrozada termina en el Duran que aspira a convertirse en quinto presidente de la Generalitat desde la transición.