
Herrera es un maestro en hacer de la necesidad virtud. El acuerdo de fusión de Caja España-Duero y Unicaja rubricado ayer entre los presidentes de las dos entidades es una buena prueba de ello. Arruinado el modelo de caja única para la región que ideó el consejero de Economía, Tomás Villanueva, ya sólo quedaba encontrar una buena novia para la única entidad de ahorro que puede presumir de denominación de origen tras la ?espantá? de Caja de Burgos, Ávila y Segovia.
Unicaja, con Braulio Medel al frente, ha demostrado ser inmunes a los intentos de los políticos, tanto regionales como locales, por convertirla en su cortijo particular y ha sabido hacer oídos sordos durante el boom económico a los cantos de sirena del ladrillo. El resultado es que dispone de unos envidiables ratios de solvencia hasta convertirla en el ?mejor partido? para las innumerables cajas de ahorro españolas que las están pasando canutas.
En el actual escenario económico, la rebaja de la participación de la castellana en la nueva entidad, un 30 por ciento frente al 37 por ciento inicial, es lo de menos. Caja España´-Duero necesita muchas dosis de lo que le sobra a Unicaja. Y no sólo es el dinero para capitalizarse sino, sobre todo, una gestión profesionalizada y una plena independencia del poder político.La Junta de Castilla y León ha sido coherente en el difícil escenario económico y financiero. Pronto vio que la opción de Unicaja era el barco al que España Duero tenía que subirse si quería llegar a buen puerto en medio de esta tormenta financiera. Villanueva y Herrera han actuado con altura de miras y han evitado caer en la tentación de que el pedigrí político del Consejo de la caja de una Comunidad gobernada por los socialistas, impidiese una operación que todo el mundo aplaude. Bienvenidos a una nueva era.