Andalucía

Abengoa pacta con los bancos su vuelta a los orígenes

Abengoa abordará en dos años un duro proceso de desinversiones para centrarse en la ingeniería y la construcción de grandes instalaciones energéticas.

En la mitología griega, Ícaro era el hijo del arquitecto Dédalo, constructor del Laberinto de Creta. El padre enseñó a su hijo a volar con unas alas que fabricó con plumas unidas por cera, pero le advirtió que no volara demasiado alto porque cerca del sol el calor derretiría la cera, ni demasiado bajo, porque entonces el mar podía mojar las alas y hacerlas más pesadas. Ícaro no hizo caso y optó por ascender todo lo que pudo, emocionado de su capacidad de volar por encima de todo, pero la profecía se cumplió y la cera de las alas comenzó a derretirse hasta que las alas no pudieron soportar el peso de Ícaro y cayó al mar.

No sabemos si Javier Benjumea Puigcerver, histórico fundador de Abengoa junto a José Manuel Abaurre en 1941, realizó esas mismas advertencias a sus hijos, que posteriormente le relevaron en la compañía, pero lo cierto es que hace años que Abengoa, vuela alto, muy alto, buscando siempre ese sol que se lo ha dado todo en el campo de las energías renovables, pero que ahora parece tan amenazante.

La multinacional sevillana, con más de 27.000 empleados y presencia en 80 países, ha sido siempre un orgullo para la región y uno de sus motores económicos -es la única empresa andaluza cotizada en el Ibex 35-. El actual siglo XXI ha sido para la empresa el del gran despegue, con más de una década potenciando su expansión internacional y sirviendo de referencia innovadora en algunos sectores, cuyos éxitos llevó al propio presidente de EEUU, Barack Obama, a citarla como ejemplo en una de sus alocuciones semanales desde la Casa Blanca.

Sin embargo, ese vuelo de altura se ha encontrado con graves turbulencias económicas que han ido creciendo en los últimos meses hasta tal punto que han hecho caer cual Ícaro al propio presidente de la entidad en los últimos 25 años, Felipe Benjumea, para permitir que la empresa siga adelante con un mayor control de los bancos y un duro plan de ajuste.

Aprobadas varias medidas históricas

El pasado 10 de octubre, una Junta general extraordinaria de la compañía aprobó varias medidas históricas, entre ellas la ya mencionada: la salida del todopoderoso presidente de Abengoa, que ha pilotado la empresa con una gestión personalista que le ha hecho responsable de todos los aciertos y también de las equivocaciones de la entidad.

La otra gran novedad ha sido la ampliación de capital por valor de 650 millones "con el objeto de incrementar los fondos propios de la sociedad mediante la emisión y puesta en circulación de nuevas acciones clase A de 0,02 euros de valor nominal cada una, y de nuevas acciones clase B de 0,0002 euros de valor nominal cada una". Esta ampliación es fruto del acuerdo alcanzado por Abengoa a final de septiembre con un grupo de bancos -HSBC, Santander y Credit Agricole- con el que se comprometieron a asegurar 465 millones de euros por un cambio de rumbo que suponía importantes desinversiones y un control de la compañía. Ese mayor dominio se plasmó en el cambio de presidente y la reducción de los miembros del consejo de administración a 13, entre los que han entrado seis independientes que velarán por el cumplimiento efectivo de la hoja de ruta marcada.

Asimismo, los accionistas históricos -Benjumea, Aya, Abaurre, Solís o Sundheim-, agrupados en torno a la sociedad Inversión Corporativa (IC), han acudido a la ampliación de capital con 120 millones, pero han aceptado una limitación de derecho de voto del 40% en el nuevo consejo. También ha acudido a la ampliación el grupo de fondos Waddell & Reed Investment con 65 millones de euros.

El nuevo presidente -que ahora no será ejecutivo- es un viejo conocido de la casa, José Domíguez Abascal, que seguirá contando con el nuevo consejero delegado, Santiago Seage -en este cargo desde el pasado mes de mayo-, aunque parece que su presidencia se parecerá poco a lo vivido hasta la fecha en Abengoa, ya que sus movimientos están claramente marcados en la hoja de ruta aprobada con los bancos, que se encargarán de vigilar estrechamente su cumplimiento. Entre otras cosas, Abengoa se ha comprometido a llevar a cabo un plan de adelgazamiento que pasa, a corto plazo, por el pago de deudas de forma adelantada y el refuerzo de su programa de desinversiones inmediatas por valor de 1.200 millones de euros hasta 2016, incluido 500 millones en el primer trimestre. Los accionistas también han aceptado limitar los nuevos compromisos de inversión a un máximo de 50 millones anuales y suspender el pago de dividendos hasta que mejore su calificación crediticia. La compañía insiste en que "Abengoa pretende mantener y continuar desarrollando su estrategia 3.0 con menores estrategias de inversión".

Desinversiones de 1.800 millones de euros

Sin embargo, la respuesta del mercado a toda esta operación sigue siendo tibia, tras unos meses en los que la multinacional ha sembrado demasiadas dudas. Fue hace casi un año, en noviembre de 2014, cuando se produjo el gran seísmo en Abengoa, cuyas acciones se desplomaron un 48% en sólo dos días después de que Fitch asegurara que el apalancamiento de la empresa era el doble de lo admitido por ella. La compañía ya anunció entonces desinversiones por unos 1.800 millones de euros para calmar a los mercados. Pero los altibajos en este annus horribilis no pararon y tras la salida en mayo del anterior consejero delegado, Manuel Sánchez Ortega, aduciendo "motivos personales", las cosas no mejoraron. De hecho, cuando Santiago Seage accedió a su cargo, las acciones de Abengoa cotizaban en torno a los 3 euros. Sin embargo, las dudas sobre la deuda y la falta de liquidez de la compañía volvieron a surgir con fuerza a final del mes de julio, lo que obligó a la compañía a intentar despejar dudas con el anuncio de esta ampliación de capital.

A pesar de ello, los mercados entendieron este anuncio como una confirmación de los problemas financieros de la compañía y desde entonces, las acciones de la empresa han vivido un auténtico via crucis, cuyo suelo se situó el 15 de agosto en 0,7 euros por acción. Este pasado viernes 23 de octubre, la cotización cerraba a 1,17 euros, y los mercados se mantienen expectantes ante las primeras decisiones de la nueva etapa y muy pendientes de cualquier información sobre la compañía. De hecho, El Confidencial publicaba esta pasada semana que el grupo tiene un déficit de caja de 250 millones de euros que le obligan a solicitar un nuevo crédito, de acuerdo a un informe de KPMG solicitado a la auditora por los bancos acreedores. Según esa información, la empresa sevillana ya habría pedido en los últimos días un préstamo urgente de 150 millones de euros para hacer frente a pagos inmediatos, a pesar de que el acuerdo para la ampliación de capital ya incluía una línea de capital circulante por valor de 165 millones de euros.

Abengoa, por su parte, no ha desmentido la existencia del informe de KPMG, pero ha matizado que ese documento incluye "proyecciones para diferentes escenarios diferentes y no debe ser considerado fuera del contexto de un plan de acción más amplio". Ese plan de acción se empezará a ejecutar una vez que se presenten los resultados de la compañía correspondientes al tercer trimestre. Hasta junio, Abengoa obtuvo un beneficio neto de 72 millones de euros, lo que representa un incremento del 5% con respecto al mismo período del ejercicio anterior, según informó a la CNMV. Sus ventas en ese semestre ascendieron a 3.390 millones de euros, lo que supone un crecimiento del 3%. El resultado bruto de explotación (Ebitda) de Abengoa creció un 9% en el período de enero a junio, hasta situarse en los 650 millones de euros.

Su cartera de negocio de ingeniería y construcción alcanzó a 30 de junio un nuevo nivel de récord, con 8.833 millones, tras registrar un crecimiento del 3%. La compañía anunció que el ratio de deuda neta corporativa con respecto al Ebitda corporativo a cierre de junio era de 2,5 veces, con una reducción de 0,1 veces en comparación con el primer trimestre.

En los próximos días se harán públicos los resultados de Abengoa en el tercer trimestre. Será entonces cuando Ícaro explique en profundidad las heridas que ha dejado la cera de sus alas al derretirse en su vuelo tan cerca del sol, y será cuando anuncie sus nuevos vuelos, más bajos pero más estables y sostenibles.

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