La morosidad en el sector primario es inferior a la media, y el descenso del volumen de préstamos a esta actividad es, porcentualmente, de la mitad respecto al promedio.
En la base de la crisis financiera internacional estuvo el aumento descontrolado del crédito, que propició burbujas como la española, a base de un intensivo apalancamiento y endeudamiento privado. Así pues, para que la situación se normalice y se puedan volver a crecer desde fundamentos sólidos hay que desendeudarse.
Este proceso no es sencillo y no está exento de traumas. En el caso de las empresas viene acompañado de quiebras y el aumento del desempleo. Por el lado de las familias, el paro y las expectativas negativas comprimen el consumo y aumentan la morosidad hipotecaria (su principal capítulo de deuda). Es decir, la demanda de crédito se comprime por esta vía.
Por otro lado, la desconfianza generalizada entre los agentes del sistema financiero ha provocado un prolongado credit crunch en los países periféricos de la Eurozona. Las entidades españolas han visto vetado de facto su acceso a los mercados mayoristas. Al mismo tiempo, el aumento de la deuda y la elevada prima d riesgo de la misma ha generado el conocido efecto crowding out. Dicho de otro modo, la oferta también se ha reducido.
La cuestión es que el acceso al crédito de las empresas españolas se ha complicado, hasta el punto que, en una reciente encuesta europea, el BCE encontraba que el acceso a la financiación es el principal problema para el 25 por ciento de las pymes españolas, mientras que en el conjunto de la Eurozona ese porcentaje sólo llega al 16 por ciento.
Llevado el tema al terreno sectorial, el panorama se aclara un poco. Con los datos del Banco de España por sectores, podemos comprobar que el primario ha sido uno de los que mayor impacto recibió en el primer año de la crisis, para luego irse normalizando hasta suceder un hecho curioso: el otrora más dudoso sector primario, ha pasado a tener un porcentaje de potencial morosidad muy inferior a la media. Por otra parte, la crisis produjo un aumento importante de los saldos de crédito dudoso, con aumentos anuales que llegaron a alcanzar la cifra del 475 por ciento para el conjunto de las empresas (impulsado por la construcción), mientras que en el sector primario ese momento cumbre se situó en el entorno del 100 por cien.
Tal vez por eso, en 2012, mientras que el crédito general a las empresas se redujo un 15,7 por ciento, en el caso del sector primario sólo lo hizo del 7,3 por ciento.