La coalición de izquierdas recoge parte del descontento con los socialistas y dobla su número de diputados. El bastión de Sevilla se mantiene para el PSOE pese a la fractura interna.
Nunca imaginó José Antonio Griñán en los dos últimos años que su derrota, con la que todos contaban y él el primero, sería tan dulce como la de ayer. Y claro, su primera palabra ayer fue la de "gratitud" hacia los votantes socialistas andaluces "en unas circunstancias económicas y sociales muy difíciles". El candidato del PSOE-A, que ayer declaró incluso que durmió la siesta por lo tranquilo que estaba, va a poder mantener el poder en Andalucía en alianza con IU pese a que casi todas las encuestas les dejaban fuera del Ejecutivo desde hace año y medio. La del CIS, sin embargo, que dejaba abierta la opción del gobierno de izquierdas el pasado día 8 se mostró como la más certera.
Griñán, responsable del segundo peor resultado histórico del PSOE-A desde 1982 con sus 47 escaños (sólo mejor que los 45 de 1994), se convierte sin embargo en el mayor referente de poder político del PSOE en España, ya que retiene el Gobierno de la comunidad más poblada (8,4 millones de habitantes). La izquierda será por tanto la opción política que seguirá gobernando Andalucía tras 30 años, y durante otros cuatro, y la gran incógnita será ahora qué cuota de poder cederán los socialistas a IU.
La única experiencia previa de coaliciones en Andalucía la protagonizaron PSOE y Partido Andalucista (hoy ya prácticamente borrado de las urnas con menos de cien mil votos) en las legislaturas 1996-2000 y 2000-2004.
El PSOE, que llegó a situarse entre 7,2 y 9 puntos por debajo del PP en las pasadas citas electorales del 22 de mayo (municipales) y 20 de noviembre (legislativas), quedó ayer a un punto escaso respecto a los populares. Los socialistas perdieron 655.000 votos, hasta 1,5 millones, pero la inmensa mayoría de ellos se fueron a la pura abstención, ya que IU sólo ganó 120.000 sufragios respecto a 2008. Diego Valderas, coordinador general de la coalición, dijo ayer que no es el tiempo de hablar de sillones "sino de políticas" y que su formación "no defraudará en la actual coyuntura".
La semana pasada, en plena campaña electoral, Griñán ya fijó dos líneas rojas a IU: respetar los límites de endeudamiento que se pacten entre las comunidades autónomas y no subordinar ni la política educativa ni la de empleo a ningún otro
UPyD pescó algo más de cien mil votos procedentes del PSOE, que sin embargo no le alcanzaron para entrar en el Parlamento pese a que algunas encuestas -excepto, una vez más, la del CIS de inicios de mes- le otorgaban hasta tres representantes.
Sevilla no falla al PSOE
El alza de IU, sin embargo, se transformó en una inmensa ganancia de diputados para la coalición de izquierdas, al doblar su presentación hasta los 12 asientos en el parlamento regional. En total, la formación que lidera Diego Valderas ha sumado más de 430.000 votos, muy por encima de sus registros en las tres últimas convocatorias, pero lejos de sus máximos niveles de apoyo -por encima de los 600.000 votos logrados en 1994 y 1996.
Analizando los resultados por provincias, se observa que la baja participación -la segunda más reducida en unas autonómicas con el 62,23 por ciento desde el 55,3 de 1990- ha beneficiado en este caso a los socialistas permitiéndoles mantener su representatividad -que no su número de votos -en provincias clave como Málaga, Córdoba o Huelva. Griñán agradeció especialmente a los secretarios generales del PSOE en esas tres la campaña realizada.
Pero sin duda la sorpresa de la noche -o no tanto, a tenor de que fue la única de las dos provincias españolas junto a Barcelona en la que el PSOE fue la lista más votada el 20N- fue Sevilla. Epicentro del escándalo de los ERE fraudulentos, con un presidente del PSOE provincial, José Antonio Viera, dimitido por discrepancias con Griñán y por su más que probable imputación en el escándalo y con una gestora al frente del partido que ha provocado la campaña más ligera de las que se recuerdan, los votantes socialistas han vuelto a confiar en el partido y a darle 9 diputados, sólo dos menos que en 2008.
Precisamente el diputado 9 de Sevilla, puesto en la lista por cuya ocupación se produjo la ruptura orgánica entre Viera y Griñán, era clave en la dinámica electoral para determinar el resultado de unos y otros. Por eso el candidato socialista reconoció ayer: "Sevilla nunca falla". Los populares, por su parte, sólo arañaron un diputado más en esta provincia. El descenso, más leve de lo esperado, del apoyo al PSOE en los grandes feudos de Dos Hermanas o Alcalá de Guadaíra y la -sorprendente- caída del respaldo popular en Sevilla capital que también sufrió el PSOE fueron determinantes para que esta provincia siga siendo un bastión del partido.
La corrupción política, de la que Griñán ha tratado de distanciarse toda la campaña asociándola con etapas anteriores a su Gobierno, no ha pasado pues la factura esperada a los socialistas. Andalucía se une así a otras regiones de España como Valencia o Baleares en la que los ciudadanos vuelven a confiar hasta el punto de permitir gobernar a los partidos que la protagonizan, aunque a diferencia de las mayorías absolutas del PP en Baleares o el respaldo que mantiene el partido en Valencia, en Andalucía los socialistas necesitarán a IU para gobernar.
En clave nacional, Alfredo Pérez Rubalcaba tendrá que entenderse ahora con quien fue el principal barón que apoyó a su rival Carme Chacón en el 35 congreso celebrado justamente en el mismo hotel en el que Griñán celebró ayer que podrá seguir gobernando Andalucía.