Hace algo menos de un mes, la firma Hence de moda sostenible colgaba un cartel en el escaparate de su tienda, ubicada en la calle Claudio Coello del madrileño barrio de Salamanca, que rezaba: Liquidación por cierre. Desde Hence hemos intentado ser 100 por cien sostenibles, pero nos hemos dado cuenta de que la industria de la moda no está preparada. Fieles a nuestros valores, hemos decidido cerrar nuestras puertas.
Tras esta noticia, la pregunta de si un negocio de moda sostenible puede ser rentable en España aparece en la mente de casi todos, y, con intención de darle respuesta y conocer un poco más sobre este mundo, hablamos con algunas de las firmas más destacadas del sector, como Ecoology, Lifegist, Suite13 y Pugil.
Mucho que hacer
El nacimiento de estas firmas fue, de forma general, más bien fortuito. En el caso de Lifegist, lo que comenzó siendo el trabajo de fin de máster de su fundador, terminó consolidándose como una firma madrileña pionera en la utilización de todo tipo de materiales orgánicos. Aunque desde la marca aseguran que el sector de la moda sostenible no está consolidado ni en España ni en Europa, "que nos llevan décadas de adelanto", percibe una mayor preocupación por parte de los jóvenes, que se decantan por un estilo de vida más saludable y comprometido. "Hacerse un hueco implica mucho trabajo que, en los tiempos que corren, no se está traduciendo en beneficios económicos proporcionales", apostillan.
En el caso de Ecoology, la educación también fue su cuna. Su fundadora, Eva García, estaba cursando un máster en gestión de empresas de moda cuando las "malas prácticas" de las fast-fashion le empujaron a emprender. "Estaba convencida de que, como habría gente preocupada por el futuro de nuestro planeta, no era una idea tan descabellada ofrecer una opción más eco y ética". Ahora, tras ocho años de andadura donde ha estado "muchas veces a punto de echar el cierre", asegura que perseguir sueños puede ser arriesgado, ya que la industria sostenible "no es para nada rentable, lo justo para subsistir de mala manera". Una idea que apostilla con mayor rotundidad, si cabe: "Sinceramente, es casi imposible sobrevivir si eres pequeña, no tienes medios y vendes ropa un poco más cara que la media. Se espera que seas como una gran marca y que ofrezcas los mismos descuentos, la misma cantidad de colecciones cada semana, los mismos precios ridículos, pero eso sí, todo ecológico, ético y hecho en España", sentencia.
El surgimiento de Suite13 fue diferente. Tras duras jornadas laborales y la insatisfacción propia del día a día, María y Alexia decidieron llevar a cabo "su utopía". Su experiencia parece más alentadora, pues aunque advierten de que este es un mundo "menos accesible y difícil de conseguir", van mejorando su productividad cada año y, con ello, la facturación. No obstante, aunque afirman que su clientela está más concienciada que la de la moda convencional, saben que sería "inútil" competir con las grandes marcas del fast-fashion, sobre todo en el precio. "La industria en sí está preparada, ya que no se necesita una maquinaria especial ni la confección es diferente. La cuestión es si interesa, ya que el coste es más elevado y los procesos son más lentos. Lo que no es posible es mantener los precios y márgenes del fast-fashion en la moda sostenible. Por ello, el consumidor tiene que estar informado y concienciado para que la demanda crezca y fuerce a las grandes cadenas a realizar cambios en materia de sostenibilidad".
Por su parte, Pugil es también uno de los casos de éxito de este negocio. Su facturación es rentable, aseguran, pero saben que la industria de la moda aún no está preparada para ser sostenible y ecológica. "En esta época de fondos de inversión en busca de resultados a cualquier precio, Pugil se basa en ser una marca de autor donde nadie nos condiciona y es resultado de hacer un producto bien hecho, ya que sin calidad no tendríamos razón de ser", remata Martín, directivo de la empresa. Respecto al cierre de Hence, el directivo expresa todos sus respetos "por empezar", pues, desde su punto de vista, "habrá que ir ganando terreno, si no se puede ser 100 por cien sostenible, habrá que serlo en un porcentaje menor, que es mejor que nada".

Cambio de paradigma
Aunque en unanimidad afirman que perciben una mayor concienciación por parte de la población a la hora de escoger marcas respetuosas con el medio ambiente, esta tendencia no se traduce, todavía, en beneficios económicos suficientes. Además, el hecho de que la industria textil sea -después del petróleo- la más contaminante del planeta y que las opciones sostenibles sean la excepción, y no la norma, es otro de los motivos que dificultan su subsistencia. "Los costes de convertir campos de algodón convencional a orgánico son muy altos, y parece que a veces es más fácil hacer las cosas mal que bien", explican desde Suite13. Una afirmación que completa la fundadora de Ecoology sin titubeos: "Debería cambiar todo el sistema. A ver quién le dice a los grandes que dejen de facturar esas sumas de dinero y que paguen salarios dignos en sus fábricas de esclavos, que tiñan sus prendas sin contaminar ríos, que no se quemen toneladas de ropa cada año generando tóxicos. ¿Alguien quiere? ¡uy! creo que nos hemos quedado solos. Para la industria existente es difícil salir de sus malas prácticas y no es rentable empezar de cero".