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La cochinilla, el insecto que 'colorea' ropa y alimentos

Estamos tan acostumbrados a ver el rojo del carmín o la tonalidad de ciertos alimentos que pocas veces nos preguntamos cómo se consigue semejante color y cuál es su origen. ¿Los productos alimenticios tienen un color por defecto o hay algo que influya? ¿Y la ropa? ¿Y los cosméticos?

La respuesta a estas preguntas se encuentra en un insecto hemíptero conocido comúnmente como cochinilla. Un parásito de la familia de los cóccidos Dactylopius Cocus capaz de proporcionar el colorante rojo más natural que existe.

Pese a que México es la cuna del origen de la cochinilla, Hernán Cortés, en uno de sus viajes de expedición de la conquista de México, se quedó prendido de las características de este parásito y decidió introducirlo en España en el siglo XVI. Más tarde, en el siglo XIX, este país consiguió con el monopolio de la cochinilla. Las plantaciones de cochinilla se trasladaron a Canarias por las condiciones climatológicas de la isla y en 1860 el archipiélago se posicionó como líder en producción mundial. Hoy en día, Canarias es una ínfima parte de lo que fue, y los agricultores de cochinilla tienen que hacer frente a diferentes adversidades. Canaturex, empresa canaria dedicada a la recolecta y distribución de cochinilla, llevó a cabo un proyecto que culminó en el año 2016 con la aprobación de la Denominación de Origen Protegida Cochinilla de Canarias, el primer y único colorante natural del mundo con una calidad diferenciada reconocida por parte de la Comisión Europea.

Los métodos de recolecta no han cambiado desde el siglo XIX debido a sus "irremediables" condiciones artesanales. Así lo explica Lorenzo Pérez, director de Canaturex, que detalla que las hembras son la clave de este proceso, pues solo ellas proporcionan el colorante natural que después se utiliza en tintes de ropa, alimentos y bebidas de todo tipo. "La hembra solo vive en la hoja de la tunera y tiene un periodo de vida de tres meses, por lo tanto, al año puede haber dos o tres recolectas de cochinilla", advierte. En este sentido, relata que el proceso de recolección de este insecto se realiza a la vieja usanza, ya que es la única vía para respetar las condiciones naturales y no alterar el producto. En el proceso de recogida, los agricultores recorren la tunera en busca de la cochinilla hembra y la recogen utilizando un cucharón. Un trabajo que puede llevar un tiempo de dos o tres horas para obtener un solo kilo.

Canarias mantiene una producción de 25 toneladas al año, una cifra insignificante si se compara con sus inicios, donde alcanzaban las 6.000 toneladas. Pérez detalla que la falta de profesionalización que ha tenido esta actividad ha originado que cada vez sean menos los artesanos que decidan dedicarse a ello. Al contrario que las plantaciones de plátano o tomate, que encontraron cobijo y reconocimiento muy pronto en la isla, la cochinilla ha sido un producto desamparado. Por ello, desde Canaturex trabajan para que la cochinilla de Canarias tenga trazabilidad, esté presente en los mercados internacionales y los jóvenes canarios quieran dedicarse a esta profesión con un salario digno.

Naturales vs. sintéticos

La lucha entre los colorantes naturales y los sintéticos es tan desconocida como fundamental. Como en casi todo, la guerra de los precios toma partida, pues el colorante natural no puede competir en coste con el sintético por lo que las empresas se decantan por el segundo. "A diferencia de los colorantes artificiales, los naturales no son perjudiciales para la salud, además, tienen un índice alergénico mucho menor, por lo que prácticamente todas las personas pueden consumir los alimentos producidos con estos elementos. En el caso de la cochinilla, se obtiene carmín natural ó E-120, sus sustitutos artificiales son E-124 y E129, ambos causan hiperactividad en los niños y así deben etiquetarlo los fabricantes en la lista de ingredientes", advierte Pérez. En idéntico sentido, añade que en el ámbito textil, las consecuencias son igual o más perjudiciales: "Los colorantes sintéticos en su mayoría son obtenidos del petróleo y pueden desprender sustancias cancerígenas que podrían ser absorbidas por vía cutánea, además de provocar contaminación ambiental, entre otros factores adversos".

Empresas como la firma italiana Campari o Channel, utilizaron durante décadas la cochinilla como ingrediente secreto. En 2006, con la irrupción de los colorantes artificiales, sustituyeron el tinte rojo natural por el sintético. Una decisión que, desde el punto de vista de Pérez, se tomó teniendo en cuenta únicamente el bajo precio de los artificiales, a lo que añade que: "El coste, tanto del sector textil como de la alimentación, deberían estar justificados en función de su repercusión en la salud".

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