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Toda la magia del Mediterráneo en el hotel y restaurante Balandret

El Mediterráneo entra por los cuatro costados en este sencillo y luminoso hotel-boutique recientemente inaugurado. Una sencillez buscada, de tonos claros y motivos alegóricos de la zona donde se encuentra: frente a la playa de Las Arenas, ahora absolutamente rehabilitada, en la ciudad de Valencia. Y un homenaje a Sorolla en toda su extensión, ya que El Balandret, uno de sus cuadros más representativos, fue pintado junto a este mar. Muy destacable la labor del interiorista Carlos Serra para lograr ese toque mágico.

Este acogedor y cálido hotel esconde en su interior uno de los más novedosos y solicitados restaurantes de Valencia. Situado en primera línea de playa, con comedor interior más convencional y terraza, es el lugar perfecto para probar uno de los mejores arroces del momento en la capital del Turia.

El joven cocinero Alberto Lluch, con destacado bagaje profesional -Can Roca, Ca Sento...-, es el artífice de una atractiva oferta de diecisiete especialidades en la que, por una vez, la cantidad no entorpece la calidad. Lluch lo mismo borda un delicioso arroz seco del senyoret -un dedo de altura, punto perfecto, nada grasiento...-, que ataca un fantástico meloso de pistacho y foie.

Opciones para todos los gustos, desde la clásica de verduras o a banda, a la original de col y bacalao, sin olvidar otros melosos como el es el caso del de langosta o amb fesols y naps, ésta última sólo disponible por encargo.

 Esencia y sabiduría, enjundia y sabor, en una apuesta que no olvida los fideuás, ya otro clásico de la comarca, de los que ofrecen cuatro variedades, como el de fideo fino o el de marisco.

Lluch apuesta por la tradición e incluye en su carta las tellinas de playa, la clóchinas valencianas con su punzante sabor y también una buena selección de mariscos, desde la cigala a la plancha a las quisquillas de Santa Pola en temporada o el bogavante a la plancha. Entre las entradas, muy recomendable el calamar, grande y en perfecto rebozo, con una suave mayonesa de curry. No faltan pescados como el gallo San Pedro con meloso de sepia y coliflor, o distintas carnes, con un sustancioso rabo de toro. Y el chef se atreve con algunas (pocas) especialidades algo más creativas como el crujiente de bacalao con crema de mandarina o los langostinos en tempura de kikos.

Una cocina autóctona y enraizada en la mejor tradición valenciana, tan maltratada en ocasiones. El repostero Paco Hernández pone el momento dulce con postres como la cuajada de horchata o la refrescante naranja valenciana en texturas. Y muy buena relación calidad-precio.

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