
Los Ángeles, la segunda ciudad más poblada de los Estados Unidos, ofrece un ritmo de vida a veces demasiado agitado del que muchos famosos acaban huyendo en busca de un poco de paz y tranquilidad. Y esto es lo que ofrecen sus afueras, donde se pueden comprar miles de hectáreas de serenidad, paisajes verdes y frondosos jardines alejados del bullicio.
La estrella de Hollywood Demi Moore decidió hacerse con una de estas viviendas en el 2003 tras 'huir' del exclusivo rancho que compartía con su exmarido Bruce Willis en Idaho. Empujada por sus tres hijas, Moore comenzó a buscar domicilio en California, y tras mirar hasta 10 casas, la familia encontró la mansión de sus sueños. Ubicada en la ladera del cañón de Beverly Hills, la residencia de la actriz de Ghost tiene todo lo que deseaba: un lugar silencioso que une el lujo del interior del hogar con la naturaleza.
Se trata de una vivienda construida por Herb Stewart en la década de 1950 y cuya mayor característica es su total privacidad, lejos de las cámaras de los paparazzi y con un diseño atípico que la convertía en una auténtica casa en el árbol.
El único inconveniente que la actriz encontró a su nuevo hogar fue el espacio. La casa de 1.376 metros cuadrados era demasiado pequeña para sus niñas Rumer, Scout y Tallulah, y el que por entonces era su pareja, Ashton Kutcher, de modo que hicieron unos arreglos hasta lograr ampliarla a 2.047 m2. Para resolver el problema y poner su propio sello en la mansión, la pareja pidió ayuda a uno de los mejores interioristas de Los Ángeles, Brad Dunning, y colaborando en equipo consiguieron un resultado extraordinario.
Fue difícil encontrar la manera de darle un empujón a la casa sin perder su integridad y las magníficas vistas, pero finalmente se añadieron dos dormitorios, dos baños y una sala de juegos. Mediante el voladizo que hizo posible su ampliación, la casa adquirió un estilo único y con mucha personalidad que la convierte en el hogar que es hoy en día, y que la expareja concibió como un símbolo de su compromiso con el otro.
Cada rincón de la casa cumple con la principal prioridad de la familia: la preservación de la apertura a la naturaleza, que otorga una gran calidez a cada una de las salas. Y como dice la actriz, el dormitorio principal es el mejor ejemplo para demostrarlo, en el que el interior y el jardín se conectan creando un solo espacio.
Estar en el salón es como estar a la intemperie, donde los ventanales de acero de dos pisos se abren a la piscina y al paisaje verde para convertirse en una pared transparente que ilumina toda la sala. Los detalles en madera de techos, vigas y suelos provocan un contraste perfecto para el que se han empleado variantes como la teca, la caoba o el palo de rosa brasileño, que dan un toque rústico y acogedor al hogar.
Para la zona del comedor apostó por un estilo clásico con muebles antiguos , muchos de ellos reliquias de hace más de 40 años.
Otro de los elementos importantes para otorgar a la vivienda el brillo que tiene es la elección de los colores. En California la gama de tonos por excelencia abarca desde el marrón al verde para integrar la residencia con los exuberantes jardines que lucen. Dunning arriesgó y mantuvo la paleta exterior de la casa, para así elegir colores complementarios a la naturaleza para el resto de las habitaciones, unas tonalidades que evocan la tranquilidad que Demi deseaba.
El principal atractivo del hogar y del que más provecho saca la familia es el jardín trasero, un espacio paradisíaco y lugar frecuentado para pasar tiempo juntos o con amigos en increíbles pool parties. Fue ajardinado por la arquitecta paisajística Pamela Burton, que destaca por unir la vegetación con el arte y la arquitectura para convertir cualquier terreno en un espectáculo visual. Y eso fue lo que consiguió con el pequeño oasis que dedicó a los Moore, que cuenta con una amplia terraza con suelos de teca, una gran diversidad vegetal, una bonita piscina de mármol y un estanque estilo japonés que da vida a su hogar en Beverly Hills.