
La informal brasserie del cocinero Dani García, enclavada al lado de su restaurante gastronómico, forma parte de la profunda renovación del mítico hotel marbellí Puente Romano. Una ambiciosa reforma encaminada a convertir el hotel en el máximo exponente del turismo de lujo y una gran inversión.
Construido en 1974 como un complejo de exclusivos apartamentos, desde 1979 se convirtió en hotel y hoy es ya toda una institución. Han sido numerosos los cambios y mejoras en recepción, habitaciones, etc. y el aspecto gastronómico es hoy una de sus claves.
Como pionero de este giro se instaló allí el cocinero Dani García quien, junto a su restaurante gastronómico, instaló su Bibo Andalusian Brasserie& Tapas, un nuevo y completo concepto para demostrar que imaginación y creatividad es aplicable a la informalidad. El local posee distintos ambientes, desde una gran barra donde disfrutar de un cóctel a unas ostras, una zona más de invierno y un precioso y amplio porche abierto al frondoso jardín del hotel.

Todas las tendencias están mezcladas en una decoración desenfadada y con cocina a la vista, tan ecléctica como una carta que es un compendio de la gran experiencia del chef y en la que se mezclan prodigiosamente desde el street food de corte oriental (china, japonesa...) al raw bar, carnes en horno de leña o auténticas especialidades sureñas.
Un lugar distendido para disfrutar por ejemplo de unas ostras Gillardeau con ajo blanco y gazpacho verde, el carpaccio de bogavante servido en campana ahumada (levísimos toques de humo que enaltecen el marisco) o un calentito mushi de rabo de toro. Norte, sur, este y oeste, servidos cuidadosamente en una sofisticada bandeja global.
Una experiencia que va más allá de las fronteras establecidas, ya que García combina a su gusto sus raíces andaluzas con técnicas lejanas, sorprendentes aliños, ajustados puntos de cocción y materias primas kilómetro cero. Sorprendente la lubina, frita en tempura en perfecto mix con el rebozado del sur. No falta un gazpacho (de melocotón con tofu y nueces pecanas) o esa ensaladilla con ventresca acompañada de regañás; incluso hay un apartado de asados (lechazo, cochinillo...) aunque quizás éste no sea el lugar más adecuado para estas especialidades.

La mayoría de las verduras proceden de huerto propio en el mismo hotel y son orgánicas. Entre los postres, la piña laminada y osmotizada (sic) en mojito.
Cócteles clásicos y de nueva creación, además de una espectacular carta de vinos nacionales e internacionales, con un importante apartado de champagnes.
El menú
Primero: ceviche de pescado del día
Segundo: lubina frita en adobo
Postre: milhojas artesano
Precio: 45-50 euros