
En los últimos años han sido tantos los momentos históricos que hemos vivido que casi cuesta enumerarlos. Aunque han sido de carácter diverso, todos han tenido un impacto económico negativo importante. La tan ansiada, y la vez inalcanzable, resiliencia, ha encontrado de nuevo su paradigma en el sector del lujo, haciendo patente el clásico dicho popular: los ricos no lloran. O, al menos, no tanto. Las estimaciones dibujan un año 2023 de éxito.
Según Bain & Company, la industria podría alcanzar un valor de mercado récord de 1,5 billones de euros, entre un 8% y un 10% más respecto a 2022. Para alcanzar dicha cifra se habrían consumido nada más y nada menos que 160.000 millones de euros adicionales.
Aunque las generaciones X e Y (los mayores de 30 años) son los principales artífices de que el lujo no pierda brillo, la lupa hay que centrarla en los más jóvenes que, en apenas siete años, podrían llegar a comerse el 30% de la tarta. De hecho, se espera que el gasto de la generación Z y la Alpha crezca tres veces más rápido que el de otras generaciones, lo que refleja su "actitud precoz hacia el lujo".
Lo harán, además, liderando un cambio social y cultural. Si bien los consumidores considerados tradicionales seguirán estando ahí, lo cierto es que las marcas deben comprender a estas nuevas generaciones y su manera de consumir para poder crear una nueva masa de clientes fieles. Aspectos como inmediatez, personalización o sostenibilidad pasan a tener un gran peso en las estrategias empresariales. Y una de las prioridades es, sin duda, el comercio online.
En palabras de Filippo Bianchi, uno de los autores del estudio True-Luxury Global Consumer Insight, de Boston Consulting Group, "los consumidores, especialmente los jóvenes, están descontentos. Llevamos diez años hablando de omnicanalidad, pero en realidad se ha logrado muy poco. Menos de la mitad de los clientes de lujo dicen estar satisfechos con los servicios digitales de las marcas de lujo".
Los principales retos son la seguridad de los procesos de compra y pago, la disponibilidad del producto y su rapidez de acceso, la transparencia sobre las tallas de las prendas y la tangibilidad de los productos y sus características. "Estas cosas son fáciles de solucionar. El resto es una cuestión de enfoque. Las marcas deben dejar de ver las compras en línea como una simple transacción. Deben mirar más allá", recalca Bianchi.
Y esta es una muestra más de la resiliencia de este sector: en un contexto en el que la cifra de negocio a nivel mundial del comercio electrónico alcanzará en torno a los 6 billones de euros en 2023 y superará los 7 billones de euros para 2025, según las predicciones de eMarketer, el lujo no deja de crecer a pesar de no hacer bien los deberes en este ámbito. Ahora bien, si de algo sabe este sector es del enfoque en el cliente, perfeccionado en los últimos años. Un know how que les permitirá seguir adaptándose a nuevas circunstancias y seguir generando cifras astronómicas.