
Hace mucho tiempo, en un país todavía no llamado España, la oveja merina reinaba en todo el mundo. Del siglo XV al XVIII, la famosa oveja española dominó el mercado mundial. Lo cierto es que la estructura social y económica del país, cuenta el historiador Roberto Sabatino López, descansó casi por entero en la cría de ovejas merinas, más que en olivares o viñedos. Sin embargo, el cuento no tiene un final feliz (y sí para el aceite o el vino) porque ese poderío lanero ha quedado en el olvido. Por fortuna, siempre hay un héroe en el cuento.
La lana representa solo el 1%de la producción mundial de fibras textiles, según la European Man-made Fibres Association (Cirfs). Sin embargo, es de las materias primas más cotizadas en el negocio del lujo y es cada vez más importante en la moda deportiva, que valora este material por suavidad, capacidad de auto-regular temperatura, transpiración natural, ultra-ligereza y flexibilidad.
Actualmente, este preciado mercado lo domina Australia, que es el gran exportador de lana con el 88 por ciento del sector, según datos del Australian Bureau of Agricultural and Resource Economic. España pretende encontrar un hueco. La Asociación Nacional de Criadores de Ganado Merino, en colaboración con el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, lleva desde hace tres años tratando de poner en valor la calidad de la raza merino en España y volver a crear un tejido industrial en el país, que se cercenó en el siglo pasado.
Ernesto Donoso, secretario general de la Asociación Nacional de Criadores de Ganado Merino, cuenta que la crisis de los años 50 y 60 que vivió el país acabó con toda la cultura de la lana: "Antes, existían las famosas fábricas donde se concentraba la lana, se lavaba, se tejía y prácticamente salía el paño. Ahora el gremio se ha segmentado, atomizado y está sin conexión. Se rompió la cultura de la lana y la trazabilidad, y la población rural emigró". Además, los ejemplares merinos autóctonos se comenzaron a cruzar con otras razas para conseguir ovejas de mayor peso para la producción de carne. Tendencia que desmejoró la calidad de la raza.
Cómo dar valor a la lana
Una de las tareas más activas de la Asociación es impulsar junto al Ministerio el logotipo raza autóctona 100 por cien. "Ya hay operadores fuera del sector ganadero, como comercializadores, industrias textiles y diseñadores que han apostado por el producto raza autóctona y hemos puesto de nuevo la lana de merino en el lugar que le corresponde", asegura Esperanza Orellana, directora general de Producciones y Mercados Agrarios. La meta de esta certificación es garantizar la trazabilidad de sus productos, desde la explotación hasta el consumidor.
El otro de los objetivos que tiene en marcha la asociación, apoyada por el Ministerio, es recuperar el tejido empresarial en torno a la lana merino. La estrategia "es construir de nuevo las conexiones con el acondicionador de la lana, para recogerla y clasificarla, con la persona que teje la lana, el confeccionador, y con la hilatura que hila y hace el tejido", explica Donoso. Un programa de puesta en valor donde están 156 ganaderos, que suman 150.000 cabezas de ganado. "La asociación nacional está trabajando para que de aquí a cinco años, el 40 por ciento de la rentabilidad de la explotación del ganadero venga de la lana. Actualmente, puede estar rondando el 10 por ciento", dice Ernesto Donoso.
Además, esta cadena industrial también está llegando a los diseñadores y productores de prendas textiles. En el marco de Fitur, el Ministerio y la asociación presentaron una colaboración con el diseñador Paul García de Oteyza, que creó en directo una de sus famosas capas con este tejido.
Emprendimiento
No solo la recuperación de este recurso natural se está llevando a cabo por parte de la asociación. Pequeños emprendedores están apostando por la lana para comenzar interesantes iniciativas empresariales. Un ejemplo es dLana, un proyecto que nace en enero de 2014 y se consolida como empresa en agosto de 2015, "tras algo más de dos años de in-vestigación exhaustiva dentro del campo de la sostenibilidad en la moda y la importancia del consumo local y responsable", explican sus fundadores, Javier Benito y Esther Chamorro.
Esta compañía, en la actualidad, trabaja con un volumen de más de 4.000 kg de lana al año, destinada a la producción de hilos para la creación de prendas textiles, hilatura para la venta de ovillos para tejer o la venta de mecha de lana merino para realización de mantas XXL o talleres.