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Los gestores del Open de Madrid denigran al tenis femenino

Imágenes: Reuters

Gerard Tsobanian (París, 52 años), presidente y director general del torneo madrileño, no ha conseguido quitar la sombra machista que sobrevuela su campeonato, a pesar de su compromiso en rueda de prensa de resolver las polémicas del año pasado. La certeza es que la edición de este 2018 ha tenido un final agridulce, con una Serena Williams ausente, una frenética final de chicas con los palcos vacíos y el recuerdo latente de uno de los anuncios más machistas de este año, "que denigraba a la mujer", explica Rubén Sánchez, portavoz de la Organización de Consumidores en Acción (Facua). Mucho tiene que cambiar la organización de este torneo para que se convierta en un verdadero grande del tenis con mayúsculas.

La esperada vuelta de Serena Williams a tierra batida después de su baja maternal no se dio en el torneo madrileño. La bicampeona del Open de Madrid alegó que necesitaba más entrenamiento, pero la decisión final la tomó cuando el mentor de Tsobanian y el dueño del torneo, Ion Tiriac, dijo: "Con todo respeto, 36 años y 90 kilos. Yo también quiero algo diferente para las mujeres". Un comentario que Williams calificó como "ignorante y machista", en una entrevista con The New York Times.

El conflicto de este torneo con la tenista estadounidense no es nuevo. En la pasada edición, el presidente de la Asociación Femenina de Tenis (WTA, en sus siglas en inglés), Steve Simon, criticó al torneo por la presencia en la ceremonia de entrega de trofeos del extenista rumano Ilie Nastase, que se encontraba suspendido de manera provisional por la Federación internacional de tenis (ITF) por sus comentarios racistas hacia Serena y por unos insultos machistas hacia unas jugadoras y una juez de silla durante un partido de la Copa Federación. Steve Simon consideró "irresponsable e inaceptable" que el torneo madrileño le otorgara un papel oficial en la final femenina.

Este año, Ilie Nastase no estuvo en el torneo. El extenista está inhabilitado hasta el 31 de diciembre de 2018, precisamente por esos comentarios machistas. "Veremos qué color tiene. ¿Chocolate con leche?", dijo Nastase sobre el embarazo de Serena Williams, durante el sorteo de la Copa Federación entre Rumanía y Gran Bretaña. Un comentario irrespetuoso, pero que se queda lejos del "putas de mierda" que espetó Nastase a la tenista británica Jo Konta y a la juez de silla durante un partido de la misma competición.

Este fallo de organización del pasado año no fue el único. Los folletos publicitarios de esa edición, que anunciaban las zonas y palcos VIP del torneo, presentaron a los tenistas como "las mejores raquetas del mundo", mientras que de las tenistas mujeres resaltaba su "belleza y elegancia". Una publicidad que valió el tercer puesto en la novena edición de los premios al anuncio más machista del año, que entregó Facua en marzo. El portavoz de esta organización, Rubén Sánchez, ha explicado que este ejemplo es más denigrante todavía, porque "no ensalza las capacidades deportivas de una mujer".

Un ataque al deporte femenino que tuvo su último revés el día de la final del campeonato femenino de 2018, con la que Tsobanian pretendía revertir errores del pasado. Mientras la tenista Petra Kvitova conquistaba su tercer título del Madrid Open, tras derrotar a Kiki Bertens, en la que fue la final femenina de más duración de las diez que ha albergado la Caja Mágica hasta la fecha, los palcos del estadio estaban vacíos, seducidos por una cena con aperitivo programada. Y el comentario más escuchado era "vamos a cenar que nos dijeron que lo bueno viene con el partido de chicos".

Esa imagen de los palcos vacíos, muy visible en la retransmisión por televisión, ha acompañado a este Open más de lo que le gustaría a su director general, Gerard Tsobanian. El objetivo es hacer de este campeonato una cita ineludible para el tenis mundial, pero un paseo por los palcos del torneo, o peor aún por los poco vibrantes sky lounge, hacen ver que lo importante se produce en el buffet libre y no en la pista.

El Open de Madrid tiene mucho que hacer para estar al nivel de un Roland Garros o un Masters de Montecarlo. Unos eventos donde el tenis es lo importante y por lo que el público recorre miles de kilómetros para asistir. Sin embargo, parece que esto no preocupa a la dirección de la capital española.

Este torneo, casi desde sus comienzos, se ha tomado el tenis como excusa y ha buscado siempre la innovación sin tener en cuenta los aspectos tenísticos. A Gerard Tsobanian y a Ion Tiriac les costó quitar la famosa arena azul de las pistas, a pesar del rechazó que mostraron Rafa Nadal o Novak Djokovic. Innovaron también en los recogepelotas, poniendo modelos masculinos y femeninas. Una propuesta que todavía mantienen, pero que cualquier amante del tenis que asista a un partido del torneo se da cuenta del error. Guapos y guapas sí, pero lejos de la profesionalidad que demuestran los niños recogepelotas que trabajan en partidos menos importantes. La tónica habitual son choques entre modelos o falta de conocimiento de tenis que provocan el enfado de los tenistas.

Madrid se merece un verdadero grande y eso solo se consigue pensando en tenis.

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