En un tiempo de creciente preocupación por la sostenibilidad del medio ambiente y de fomento del uso de tecnologías limpias y ecológicas, la adquisición de un automóvil eléctrico o híbrido supone una buena oportunidad de contribuir a una conducción ecológica que minimice el impacto contaminante. Pero, desde una perspectiva económica, ¿hasta qué punto merecen la pena este tipo de coches?
A esa pregunta ha querido dar respuesta la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), que llama la atención sobre el hecho de que, a pesar de ser efectivamente más limpios, el sobreprecio de los coches eléctricos no compensa a sus compradores: suelen costar el doble que el mismo modelo con motor de combustión y, aunque el precio de la electricidad que los mueve es menor que el del combustible, no llega a compensarse la diferencia.
Además, su todavía reducida autonomía -como máximo, suelen llega a los 150 km- o una, por lo general, menor potencia son otros inconvenientes que llevan a la OCU a advertir a los usuarios de la escasa rentabilidad que ofrecen todavía los coches movidos por energía eléctrica.
Los híbridos no merecen esperar
Algo distinto sucede con la tecnología híbrida. A pesar de que también son más caros -aunque no tanto como los eléctricos-, los coches híbridos consumen un importante porcentaje de combustible menos y dejan de emitir hasta un 36% de gases contaminantes (algo más si son enchufables). En este caso. ala asociación considera que sí puede llegar a rentabilizarse el sobreprecio de los híbridos.
Además, destaca que sus prestaciones son cada vez más próximas a las de modelos de combustión, por lo que apostar por un coche más limpio y ecológico no implica, en el caso de los híbridos, perjuicio alguno en la experiencia de conducción.
Sacrificar o disfrutar, ésa es la cuestión
De esta forma, corresponde al comprador decidir si opta por contribuir a reducir por completo el impacto medioambiental de los automóviles o si, por el contrario, prefiere sacrificar un porcentaje de contaminación y no tanto las prestaciones de su nuevo coche. He ahí la cuestión.
España apenas se 'enchufa' al eléctrico
