España

Ibarretxe destina a sus embajadas el triple que a las víctimas del terrorismo

Juan José Ibarretxe, jefe del Ejecutivo vasco.

El Gobierno vasco destinará el año que viene a sus embajadas en el exterior un total de 14,1 millones de euros, el triple de lo que ha presupuestado en ayudas a las víctimas del terrorismo, que se eleva tan sólo a 4,7 millones. La principal partida se la lleva la Dirección de Atención a las Víctimas, que recibe poco más de 3 millones.

La eliminación de pintadas injuriosas, las subvenciones a fondo perdido para las víctimas y para distintas asociaciones de ayuda y el convenio con la fundación de víctimas suman el resto.

Aunque es verdad que la mayor parte de las ayudas a las víctimas del terrorismo no proceden de Vitoria, sino del Gobierno central, que es el que tiene las competencias y destina 15 millones, llama la atención que el Ejecutivo de Ibarretxe apenas haya aprobado una partida mínima de los presupuestos a este concepto teniendo en cuenta la gravedad del problema en su comunidad.

Dinero para los escoltas

Y todavía se entiende menos si se tiene en cuenta que ha reservado una partida de 225.000 euros ampliables (un 3 por ciento más que en 2008) a financiar los viajes de familiares de presos recluidos en cárceles situadas fuera del País Vasco, como es el caso de los etarras.

Pero lo más grave es, sin embargo, los 104.000 euros que destina a las "víctimas de vulneraciones de derechos humanos derivadas de la violencia de motivación política", es decir, que a los presos les cae otra partida del cielo aunque está perfectamente camuflada.

Las ayudas a las víctimas son muy reducidas comparadas con la acción exterior del Gobierno vasco pero habría que añadir otra partida que aunque no está destinada a las víctimas directamente si puede evitar que el número aumente. El gobierno vasco destina 66,9 millones a escoltas.

Diplomacia exterior

Presupuestariamente hablando, Ibarretxe ha preferido reservar el dinero para otros conceptos, como el de la diplomacía exterior. Cuando fue nombrado lehendakari en 1999, el País Vasco tenía una única oficina de representación en Bruselas. Hoy, sin embargo, cuenta con un total de ocho embajadas dentro de su plan de acción exterior, que curiosamente incluye también una embajada en Madrid.

El Ejecutivo de Vitoria ha triplicado desde 2000 el gasto en política internacional y tiene ya embajadas en Chile, México, Estados Unidos, Argentina, Venezuela y Francia, además de la de Madrid y la de Bruselas. Para el año que viene está previsto una más, a la que se destinarán 1,2 millones y cuya ubicación todavía no está decidida. Las futuras embajadas se podrían situar en países como Reino Unido o Alemania.

La proyección internacional del País Vasco ha sido una de las principales obsesiones del lehendakari Ibarretxe que incluso tuvo que esperar la decisión del Tribunal Constitucional para lograr la apertura de su primera embajada en Bruselas. La sentencia supuso para el dirigente un pasito más en cumplir sus intenciones de afianzar el País Vasco como socio de pleno derecho en las relaciones bilaterales dentro y fuera de Unión Europea.

Las víctimas

Sus familiares no sólo sufren una pérdida difícilmente explicable sino que, además, tienen que convivir, en muchos casos, en el mismo lugar que el verdugo que cambió drásticamente su vida. En otras ocasiones se ven en la obligación de soportar manifestaciones a favor del acercamiento de presos o escuchar los insultos que reciben en plena calle de familiares de terroristas. La vida del que continúa vivo da un giro y probablemente no pueda pensar en las ayudas que unos y otros reciben.

La última víctima ha sido el constructor guipuzcoano Ignacio Uria Mendizábal, de 71 años, consejero de una de las empresas adjudicatarias del Tren de Alta Velocidad del País Vasco. Tres tiros a quemarropa acabaron con su vida. Fue llorado por España y por sus familiares. Sin embargo, tan sólo los cercanos a las más de 800 víctimas que ya se ha cobrado la violencia de ETA pueden comprender esa mezcla de sufrimiento, rabia y desesperación.

Los 4,7 millones de euros que reciben las asociaciones que ayudan a los familiares a recuperar su vida, "no son nada comparados con la fortaleza que cada día tienen que mostrar los responsables de esas agrupaciones" explica una víctima. En la mayoría de los casos son personas solidarias que sólo reciben la gratitud de aquellos a los que escuchan. Aunque muchos sólo se acuerden de ellos cuando ETA vuelve a actuar, lo cierto es que su labor constante permite a la gran mayoría de familiares salir del pozo en el que quedan inmersos. Conseguir que no huyan, que salgan a delante, se enfrenten a lo ocurrido y porten pancartas con lemas como Perded toda esperanza, asesinar no os servirá de nada es lo que les permite continuar con su solidario trabajo.

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