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La encerrona griega: Merkel tapa las salidas de emergencia y la Eurozona se tambalea

  • La poca flexibilidad de Alemania pone contra las cuerdas a Samarás
La canciller alemana, Angela Merkel. Imagen: Archivo

El país que inventó el laberinto y la tragedia está en un callejón sin salida que amenaza con poner en jaque a la Eurozona y a la propia Unión Europea. De las citas que hoy y mañana mantiene el primer ministro heleno, Antonis Samarás, con la canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente francés, François Hollande, dependerá que la semana próxima empiece o no el desmembramiento del euro. Algo que ayer mismo dio por seguro Citi, al vaticinar que Grecia saldrá de la Eurozona "entre septiembre y octubre, en función del informe de la troika". Y si no abandonara en esa fecha, el equipo de expertos que lidera Willem Buiter está convencido al 90% de que lo hará en los 12 o 18 meses.

Mientras tanto, incapaz de recortar los 11.500 millones que le exige la troika para 2014, Samarás realiza una gira diplomática para pedir una prórroga de dos años en los ajustes, a lo que Merkel se niega y ayer remachó su ministro de Finanzas, Wolfgang Schäuble.

Tapiada por Alemania esta puerta de emergencia, sin más tiempo y sin la liberación de los 31.500 millones del siguiente tramo del rescate, Grecia está abocada a la quiebra y a abandonar o ser expulsada del euro, algo que piden los socios de coalición de Merkel, gran parte de su electorado y países como Finlandia, Holanda y Austria. En cambio, Bruselas, el FMI, el Eurogrupo y la inmensa mayoría de miembros de la UE quieren -y necesitan- a Grecia en el euro. Ahora bien, ¿qué pasaría si Samarás lograra esos dos años extra? ¿Se salvarían de la quema Atenas y los periféricos? En este juego de puertas cerradas que parece la crisis helena, está claro que una ampliación del plazo para los ajustes aumentaría de manera sustancial las necesidades de financiación de Atenas, ya que tendría que satisfacer los vencimientos de deuda a unos intereses más elevados. Ese mayor coste financiero coincidiría con una evidencia: los ingresos por privatizaciones serán muy inferiores a los 12.000 millones calculados hasta 2014, lo que se suma a un déficit presupuestario y una recesión más agudos de lo previsto, lo que llevará la deuda pública bastante por encima del 120% del PIB en 2020. En esa tesitura, Europa tendría que decidir entre conceder a Grecia más dinero o dejarla caer en la bancarrota. Como los alemanes y países del eje norte se oponen, estaríamos de nuevo en una senda sin salida.

FMI y acreedores públicos

Grecia tiene 1,2 millones de parados de un total de 3,8 millones de ocupados. Con los ingresos fiscales a la baja, las cotizaciones sociales al alza, entre 30.000 y 40.000 despidos cada mes, las pensiones y sueldos al mínimo, ¿es razonable que pueda ajustar hasta 14.000 millones en dos años? Es lo que se preguntan banqueros, políticos y economistas a ambos lados del Atlántico. Por ejemplo, el FMI, gurús y premios Nobel critican que la UE exija el pago a rajatabla de las deudas a Grecia mientras algunos de sus miembros y políticos anticipan su salida forzosa del euro. Eso disuade a los inversores nacionales y extranjeros de invertir, tanto en Grecia como en los periféricos España e Italia.

Si la troika niega a Grecia en octubre el pan y la sal, y pese a todo la UE comandada por Merkel apuesta por Grecia en el euro, el FMI podría entreabrir la puerta a una quita de deuda de acreedores públicos, una condonación o incluso ampliar el plazo de devolución de las deudas y créditos helenos. Que es exactamente lo que hoy mismo Angela Merkel ha anunciado que va a negar a Antonis Samarás cuando lo reciba en Berlín.

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