Mantener la esencia de una compañía con la trayectoria de Harley-Davidson es una tarea que poca gente podría llevar a cabo. Y Ray Drea es uno de esos privilegiados. El jefe de diseño de la icónica marca lleva más de 20 años al servicio de esta compañía, en el seno de la cual ha desarrollado toda su carrera profesional.
¿Qué sintió la primera vez que vio una Harley-Davidson?
La empresa ha sido siempre parte de mi vida. Mi hermano mayor se compró dos ejemplares nada más sacarse el carnet de conducir, cuando yo apenas tenía cinco años. En el instituto, fui descubierto por Willie G. Davidson. Había estado haciendo pequeños trabajos sobre la compañía, y en 1980 Willie me pidió que colaborase en algunos proyectos de pintura para la firma. Además, crecí a tan sólo una milla de donde trabajo ahora, por lo que Harley Davidson ha estado siempre presente en mi día a día.
¿Cree usted que la persona que se compra una Harley tiene que tener alguna cualidad concreta?
Se trata de una elección emocional, no racional, así que quizás es esa, moverse por el sentimiento. Harley Davidson ha dejado una gran huella a lo largo de sus 100 años de historia. Parte de la fuerza icónica de la marca reside en los diseños, que la compañía ha mantenido de una forma muy respetuosa desde sus inicios. Algunos de los que se ven hoy en día fueron creados ya en 1936.
¿Hasta qué punto se trata de una manera de vivir?
Es sin duda algo más que sus motos, es la experiencia total. El éxito de la compañía reside en que permite compartir percepciones personales y el sentimiento de amistad y camaradería; esa sensación de libertad, de pertenencia a una familia va más allá de la moto. Harley es otra forma de conducción que no tiene que ver necesariamente con la velocidad, aunque también tengamos nuestra historia dentro de las carreras. Conducir una Harley está más relacionado con la experiencia en sí misma: la posición, cómo vas sentado en la moto? Es un estilo más relajado.
Las Harley se han convertido ya en una moto para hombres y mujeres. ¿Cómo se ha adaptado la marca a esta nueva realidad?
Creo que es genial que cada día más mujeres conduzcan una Harley-Davidson. En la compañía nos dimos cuenta de esto, e introdujimos cambios enfocados a la comodidad del público femenino, como un sillín más bajo, un manillar más adelantado o reposapiés centrados.
El nuevo modelo supone un cambio radical con respecto a los diseños anteriores. ¿Qué pretende Harley-Davidson con esta ruptura?
La nueva moto que hemos creado está dirigida a una generación más joven que vive en los centros urbanos. Cuando nos imaginamos una Harley, nos viene a la mente la imagen de esas motos grandes, que son en realidad las que más vendemos. Pero creímos que sería necesario expandir el catálogo, acercarnos a otro tipo de comprador que hace un uso diferente del transporte de dos ruedas.
¿En qué se fijaron para dibujar el perfil de este nuevo comprador?
Para definir al nuevo usuario, estuvimos mucho tiempo haciendo investigaciones en distintas partes del mundo: Europa, Asia? Nos trasladamos a grandes centros urbanos como Madrid, y vimos de que manera esta población joven entiende el uso de la moto como medio de transporte. Tratamos de comprender qué es importante para el potencial cliente no sólo sobre la marca, sino también en cuanto a su estilo de vida. En Harley nos dimos cuenta entonces de que esta era una gran oportunidad, no sólo para la expansión de nuestro catálogo, sino también para acercarnos a una generación más joven.
Con las innovaciones incorporadas al nuevo modelo, ¿podríamos decir que ya se puede conducir una Harley con traje y corbata?
Quizá sorprende saber que incluso ahora, tanto en EEUU como en otros mercados internacionales, muchos hombres de negocios conducen una Harley para dirigirse a su lugar de trabajo. Aunque quizá este nuevo modelo sea incluso más capaz que el anterior, es interesante observar la variedad de clientes que ya tenemos.