
El aire acondicionado del coche es un elemento esencial para mantener el confort en el coche durante los desplazamientos por carretera en verano. No obstante, su uso supone un incremento del gasto de combustible que oscila entre un 5% y un 20%, es decir, dos décimas de litro a los 100 kilómetros, aproximadamente. | ¿Qué consecuencias tiene llevar el sistema de aire acondicionado en mal estado?
Por ello, a fin de cuidar el bolsillo máxime teniendo en cuenta los precios actuales de la gasolina y el diésel, desde el comparador online Rastreator.com han recopilado una serie de claves para aprovechar bien el aire acondicionado y no derrochar dinero de forma innecesaria, amén de prevenir fallos y alargar su vida útil.
En primer lugar, es necesario esbozar un esquema básico sobre cómo funciona el aire acondicionado para tener claro cómo funciona: se trata de un compresor que aspira el gas refrigerante y lo traslada a un condensador. Ahí es donde está el radiador en el que pasa a estado líquido. El siguiente paso se desarrolla en la válvula de expansión, donde se convierte de nuevo en gas y se enfría. Finalmente, a través de un ventilador, el aire pasa por las rejillas de los aireadores del salpicadero y se distribuye por el habitáculo interior del vehículo.
Este procedimiento contiene varias fases para las que se necesita energía, que procede del motor del coche. Por lo tanto, este debe sumar un esfuerzo más al que ya hace para mover el vehículo.
Esta es la función principal del aire acondicionado, pero lleva a cabo otras tareas. Condensa y elimina la humedad así como otros componentes o impurezas del aire. Además, los sistemas más modernos pueden incorporar filtros que se emplean en el sector hospitalario y son capaces de deshacerse de algunas partículas nocivas como el polen, los ácaros, la contaminación o el humo del tabaco, entre otros, recuerdan desde Rastreator.com.
¿Cómo repercute en el rendimiento?
Es cierto que el funcionamiento del aire acondicionado puede mermar algunas de las prestaciones del vehículo como, por ejemplo, la potencia. El motor tiene los mismos caballos, pero a las ruedas llegan menos. Lo normal es que reste entre 2 y 15 CV, pero siempre dependerá de varios factores: el propio coche, el esfuerzo que esté llevando a cabo el compresor y el sistema. Es algo que se nota, sobre todo, en aquellos modelos que tienen un motor pequeño, ya que a partir de 110 o 120 CV apenas se percibe el efecto.
Por otro lado, los vehículos más modernos se han diseñado para que cuando el conductor demande la máxima aceleración, el compresor se desconecte temporal y automáticamente. En los modelos que incorporan el sistema 'Stop-start', el compresor se apaga cuando el motor se detiene (siempre y cuando no sea eléctrico). El objetivo de este comportamiento es no comprometer la seguridad de los ocupantes.
Cómo enfriar (bien) el coche
Una revisión a tiempo
Utilizar con frecuencia cualquiera de los equipamientos que incorpora el coche garantiza al conductor que todo está en orden. Por lo tanto, antes de que lleguen las altas temperaturas, conviene poner el aire acondicionado en marcha para comprobar que no se deteriora por falta de uso y que tampoco dará problemas cuando, realmente, se necesite su pleno rendimiento.
Bajar la temperatura antes de arrancar
Antes de poner en marcha el coche, hay que tener una premisa presente: cuanto más haya que bajar la temperatura del interior, más energía se necesitará y, por lo tanto, más combustible se gastará. Por ello, lo más recomendable es intentar que los grados disminuyan. La vía más rápida es poner en práctica este truco: bajar una ventanilla y en el lado opuesto, abrir y cerrar la puerta varias veces. Aunque no lo parezca, la temperatura puede decrecer hasta ocho grados en pocos segundos.
Ventanillas bajadas los primeros minutos
Poner las cosas fáciles al sistema de aire acondicionado también tendrá una repercusión positiva en el ahorro de combustible. Una forma de ayudarle es encenderlo, abrir levemente las ventanillas cuando se arranque el coche y permanecer de esta manera durante los primeros minutos del trayecto. No, no es contraproducente y tiene una explicación: el aire caliente pesa menos que el frío y por ello, tiende a ir hacia arriba. Esta combinación facilita que salga más rápido dejando libre su hueco.
Buena manejo del climatizador
El climatizador cuenta con varias opciones a las que, normalmente, no se les saca todo el partido que se puede. Una de ellas pasa por alternar el aire acondicionado con la entrada de aire exterior y el reciclado del mismo. Es recomendable aplicar esta función cuando ya se ha conseguido la temperatura deseada para reducir el consumo adicional.
Temperatura adecuada
A la hora de encender el aire acondicionado, hay que ser racional en su uso. La temperatura ideal en el interior de un coche debe oscilar entre los 21 y los 23 grados; situarse por debajo de este intervalo implica un gasto innecesario de combustible. A esto hay que añadir que el frío en exceso puede resultar incómodo para el conductor y, además, evitar que el aire acondicionado trabaje al máximo de potencia hará que se estropee menos.
¿Ventanillas abiertas o cerradas?
Es la pregunta que casi todos los conductores se han hecho al volante y lo cierto es que dependerá de la velocidad a la que se circule.
Llevar las ventanillas bajadas afecta a la aerodinámica del vehículo porque la empeora y como consecuencia, sube el consumo de combustible. Esta base necesita matices: cuando el coche no supera los 80-90 km/h, la entrada de aire procedente del exterior no tiene un gran efecto. Por lo tanto, cuando el trayecto es urbano, por ejemplo, es más recomendable bajar las ventanillas antes que poner el aire acondicionado.
¿Qué sucede cuando se circula a más velocidad? La situación se revierte porque el aire que entra frena al coche. Según los resultados de un estudio realizado por el Laboratorio Nacional Oak Ridge (Estados Unidos), cuando el vehículo supera los 110 km/h es mejor encender el aire porque el ahorro es de, aproximadamente, 0,3 litros cada 100 kilómetros.