
El éxito de Seat en el mercado español se repite año tras año gracias, principalmente, a sus dos superventas: el León y el Ibiza. El 2017 no fue diferente y el compacto cerró el ejercicio como líder de ventas seguido del urbano, un doble éxito que pone de manifiesto la exigencia productiva a la que está sometida la planta de Martorell, donde se fabrican ambos modelos.
Por ello, a fin de acelerar el ritmo de ensamblado, los 7.000 trabajadores de la planta se apoyan en 125 robots autónomos que se encargan de transportar diariamente 23.800 piezas, recorriendo 436.000 km al año. Una distancia que, según explica la marca, es el equivalente a la separación existente entre la Tierra y la Luna. El resultado es un ahorro del tiempo de producción del 25%.
Pero ¿cómo es el día a día de estos ayudantes robotizados? Todo comienza con una luz azul que se activa a las 5 de la mañana en el almacén de motores. Es de uno de los 125 robots que emprende su ruta en uno de los talleres de la fábrica de SEAT en Martorell, realizando hasta 2.800 viajes al día. La labor desempeñada por estos vehículos llamados de navegación libre se traducen en un ahorro del tiempo de producción del 25%.
Posteriormente, a través de un código de barras certifican la pieza que deben cargar y piden paso a través de un sensor que permite abrir las puertas del almacén. Así empiezan a circular algunos de los 125 vehículos guiados automáticamente (AGV), que se cruzan entre ellos y con los 7.000 operarios en lo que parece un baile perfectamente sincronizado. Los robots autónomos transportan motores, cajas de cambio, amortiguadores o espejos y pueden llevar hasta 1.500 kg de peso.
Rutas de hasta siete minutos
En su trayecto son capaces de parar ante un semáforo en rojo o frenar cuando un trabajador se cruza en su camino gracias a su visión perimetral de 360º. Para coordinarse con los 'peatones' y garantizarles la seguridad, les avisan de su presencia con luces de escáneres láser.
La tarea se puede llevar a cabo gracias a unas vías magnéticas, ocultas bajo el suelo, que marcan las 40 rutas cíclicas de los AGV en la fábrica de Martorell. Cada una de ellas dura entre 1 y 7 minutos. Durante este tiempo, los robots circulan reduciendo automáticamente la velocidad en las curvas para no perder estabilidad con la carga y son capaces de guardar la distancia de seguridad. En un futuro, estas vías dejarán de existir para dar paso a la navegación con GPS.
Asimismo, cinco empleados configuran, y si es necesario modifican, remotamente la ruta de todos los AGV desde la sala de control. Un servidor central reúne la información del software que hay en el interior de cada robot. En las pantallas de la sala, donde aparecen simbolizados con un número, se registran sus posiciones exactas. Una luz verde indica que están en pleno rendimiento y si ésta se vuelve amarilla, señala que se encuentran parados por la detección de un obstáculo o cargando baterías. El sistema permite también evaluar posibles averías y solventarlas de forma instantánea.
Seat abraza así la llamada Industria 4.0, que permite que los empleados controlen los procesos para optimizar la toma de decisiones y que puedan ceder a estos robots colaborativos las tareas más físicas y rutinarias. De la misma forma, contempla también otras medidas como la integración de softwares y hardwares en producción y logística.