
La repercusión del dieselgate está a comenzando a notarse en las diferentes marcas del Grupo Volkswagen. Una de las más afectadas, más allá de la propia Volkswagen, está siendo Audi puesto que se va a ver obligada a retrasar sus proyectos tecnológicos para ahorrar costes.
Los innumerables pagos que deberá afrontar el fabricante alemán, quien aún está a la espera de llegar a un acuerdo con las autoridades norteamericanas en relación con los motores de tres litros, ha abocado a la marca a iniciar un plan de recorte cifrado en 3.700 millones de euros de aquí a final de 2020.
El objetivo de Volkswagen, de acuerdo con la versión ofrecida por las fuentes de la firma a Bloomberg, es lograr un ahorro considerable para hacer del inicio de la próxima década un punto de inflexión a partir del cual se conviertan en una referencia en el apartado de coches eléctricos y autónomos. Volkswagen, no obstante, aún no se ha pronunciado al respecto.
Un recorte que para Audi significará tener que aplazar las innovaciones con las que la firma de lujo del Grupo pretendía desmarcarse del escándalo de las emisiones y consolidarse entre las marcas punteras de cara al futuro. De acuerdo con fuentes consultadas por Reuters, Audi tenía previsto construir un parque tecnológico que incluiría una pista de pruebas para coches autónomos y fábricas orientadas a la producción de baterías y concept cars.
Pero al hilo de los planes adoptados por su matriz, la construcción de dicha instalación tendrá que postergarse aunque no se sabe por cuánto tiempo ni las cifras exactas en las que se traducirá el ahorro que tendrá que acometer exclusivamente Audi. Por lo pronto se ha visto obligada a recomprar 25.000 Q7 en Estados Unidos que montan el motor de tres litros.
Tan solo queda saber si BMW y Mercedes serán capaces de aprovechar el parón de su rival y sacar partida de ello.