
Uno de los problemas que más está retrasando la generalización de los vehículos eléctricos es el de los acumuladores de energía. Las baterías actuales son muy pesadas, no ofrecen una autonomía adecuada y poseen un número limitado de ciclos de carga.
Los ingenieros investigadores han dado con lo que puede ser definitivo para la implantación de los eléctricos. Se trata de la batería de litio-aire, un dispositivo de almacenaje de electricidad que basa su funcionamiento en las propiedades del litio y del oxígeno gaseoso. La asociación de estos dos elementos ofrece una densidad energética óptima para ser utilizada en acumuladores, del orden entre 1.700 Wh/kg y 2.400 Wh/kg.
No es una técnica nueva, pues ya se viene utilizando en algunos tipos de pequeñas baterías desechables especiales, pero ahora se ha desarrollado para su aplicación en grandes baterías recargables. Sin embargo, su desarrollo en el automóvil se había incluso dejado de lado hace un tiempo pues inicialmente su rendimiento no era satisfactorio. Las nuevas inversiones en desarrollo han dado sus frutos y el futuro se muestra muy prometedor en esta línea de investigación.
Todo ventajas
En cuanto a sus ventajas respecto a las baterías convencionales (ión-litio, niquel-hidruro metálico, etc..) son múltiples e importantes. Para empezar son totalmente sólidas y no contienen líquidos, gases o elementos inestables que puedan inflamarse, aportando un plus de seguridad para su utilización en vehículos.
A la seguridad las nuevas baterías aportan otra ventaja no menos desdeñable pues son inocuas con el medio ambiente, ya que no incluyen ningún elemento contaminante.
Su tecnología supera también a las baterías utilizadas en la actualidad puesto que conservan mejor y durante más tiempo la carga eléctrica y no poseen el inconveniente del efecto memoria que obliga en las baterías convencionales a agotar la carga para conservar la totalidad de su capacidad.
En la práctica, la adopción de las baterías recargables de litio-aire (Li-O2) aportarían a la automoción electrificada unas mejoras sustanciales como pueden ser un considerable aumento de la autonomía de los vehículos, que llegarían con facilidad a superar los 600 km por carga. Además, el peso y el precio de dichas baterías serían muy inferiores al de las utilizadas hasta ahora.
El poder alcanzar una relación energía/masa de 3.450 watios/hora por kilogramo ofrece una capacidad de carga insólita hasta ahora y abre nuevas posibilidades a la industria automovilística en este campo.
Sin embargo todavía quedan algunos años para que veamos la comercialización de este tipo de baterías que, por decirlo de alguna forma, respiran el oxígeno atmosférico. Los avances actuales se centran en las investigaciones que se realizan sobre este campo en la Universidad de Cambridge (GB) y marcas muy implicadas en la electrificación del automóvil, como Toyota o Tesla, ya han patentado tecnologías relacionadas con este tipo de acumuladores.