
La severa carga fiscal que soporta el mundo del automóvil en Portugal se ha visto agravada ahora con una nueva subida de impuestos que hace que tener un coche sea poco menos que un lujo para sus ciudadanos.
Bruselas exigió al Gobierno socialista luso nuevas medidas adicionales en su proyecto de Presupuestos para 2016 para dar garantías de que cumplirá con sus objetivos de reducción del déficit, y como solución el Ejecutivo optó por incrementar las tasas que penalizan el sector del motor, entre otros.
Aumentaron sensiblemente tanto el impuesto sobre los vehículos nuevos como el de circulación, e incluso el que grava los combustibles, lo que repercute de forma directa en los precios.
Portugal ya era antes de esta subida el tercer país de la UE en donde los coches particulares recién salidos de fábrica son más caros, con un coste para el comprador un 14% superior a la media comunitaria.
Por delante sólo se encontraban Dinamarca y Holanda, países que sin embargo presentan un salario medio muy superior al luso.
Concretamente, el sueldo portugués ronda los mil euros netos por mes, de acuerdo con un estudio de la empresa de trabajo temporal Adecco -basado en cifras de Eurostat-, casi cuatro veces menos que el danés y la mitad que la media europea.
Las causas del elevado coste de los coches
El alto precio de los coches se explica fundamentalmente por el elevado porcentaje de impuestos, ya que incluso los vehículos producidos en suelo luso -Volkswagen cuenta con una planta cerca de Lisboa- son más caros que al otro lado de la frontera, en España, pese a que el salario medio es un 60% superior, según ese mismo informe.
Precisamente, para evitar que ciudadanos lusos adquieran su coche al otro lado de la frontera, las autoridades controlan a todos aquellos que circulan con matrícula extranjera, e incluso hace cerca de una década se aprobó una modificación legislativa para incrementar los requisitos.
"El peso de los impuestos está influyendo en el precio de los automóviles nuevos. Con este Presupuesto, las cuentas están hechas y la clase media es nuevamente fustigada", aseveró en declaraciones a EFE el presidente del Automóvil Club Portugal (ACP), Carlos Barbosa.
Los cálculos de la entidad hablan de un encarecimiento sólo en el Impuesto Sobre los Vehículos nuevos (ISV) de entre el 8 y el 17 por ciento, dependiendo de la cilindrada y el consumo de cada modelo.
En esta misma línea se muestran las previsiones de la Asociación Nacional de Empresas Comerciales y de Reparación del Automóvil (Anecra), que apuntan a una subida media del 12,5%.
Estas dos organizaciones patronales coinciden en sus críticas al recrudecimiento de la presión fiscal y alertan de sus consecuencias para la economía.
En este sentido, citan sobre todo el incremento de las tasas que penalizan los combustibles, que se ha traducido desde finales de la pasada semana en un aumento del precio del litro de diésel y de gasolina próximo a los siete céntimos.
Sólo los impuestos representan en torno al 68% del precio de venta, según las estimaciones publicadas estos días por medios lusos. "Portugal ya era uno de los cinco países europeos con el precio de los combustibles más alto", recordó el presidente del ACP.
Portugueses que repostan en España
Como consecuencia, en zonas limítrofes con España es frecuente ver cómo los portugueses atraviesan la frontera sólo para repostar en estaciones de servicio del país vecino, lo que puede suponer un ahorro cercano a los 10 céntimos por litro.
En opinión de Carlos Barbosa, este incremento de impuestos "deriva inevitablemente en una subida generalizada de los precios de todo y representa una verdadera medida de austeridad para todos los portugueses".
Entre los más perjudicados se sitúan las empresas del sector transportes, que calificaron la medida de "ataque" y advirtieron del impacto que tendrá en sus cuentas, pero también en la competitividad externa del país.
Ni siquiera los coches híbridos y eléctricos se libraron de los ajustes incluidos en la propuesta de Presupuestos -pendiente todavía de ser debatida en el Parlamento antes de su aprobación- ya que cae a la mitad el incentivo que existía hasta ahora para fomentar su compra.