
Mientras la Fiscalía alemana ordenaba ayer el registro de la sede central de Volkswagen, el consejero delegado de la compañía en Estados Unidos, Michael Horn, compareció ante el Comité de Energía y Comercio de la Cámara de Representantes del Congreso, donde reconoció que conocía desde hace 18 meses, desde comienzos de 2014, las anomalías con las emisiones de algunos de sus vehículos y que era consciente de que se podía estar vulnerando la legislación.
En concreto, aclaró que en la primavera de 2014 se le informó de que la compañía podría estar sufriendo un problema de cumplimiento de las exigencias de emisiones, a la vista de las conclusiones de un estudio sobre la materia elaborado por la Universidad de West Virginia.
Aún así el directivo añadió que ignoraba que algunos modelos contaran con un dispositivo para manipular controles. "No me lo habían dicho entonces, ni tenía ninguna razón para sospechar o creer que nuestros automóviles tenían ese sistema", afirmó. De hecho, Horn precisó que se enteró de ese dispositivo "cerca de la reunión del 3 de septiembre. Un par de días antes".
Durante su comparecencia, el máximo ejecutivo de la compañía en EEUU también aclaró que Volkswagen ha retirado la certificación de sus modelos para el año 2016, en referencia al certificado que emite la Agencia de Protección Ambiental estadounidense sobre las emisiones de los vehículos diésel. Como resultado de esta decisión, Volkswagen no podrá sacar a la venta nuevos modelos diésel en 2016, conocidos con el nombre de TDI.
Responsabilidades
Horn, quien pidió "disculpas sinceras" y reiteró que la compañía "asume toda la responsabilidad", dejó claro ante los legisladores que el principal objetivo del fabricante alemán es encontrar una solución al problema además de identificar a los responsables de este escándalo, que tendrán que asumir su responsabilidad por lo ocurrido.
"Los equipos técnicos están trabajando sin descanso para desarrollar remedios para cada grupo de vehículos afectado. Estas soluciones serán testadas y validadas y después se compartirán con las autoridades responsables para su aprobación", apuntó tras anunciar también que, pese a lo que se pensó en un principio, no se darán coches nuevos, sino que se repararán. El directivo destacó que estos hechos, que no pueden volver a ocurrir, son contrarios a los principios del grupo Volkswagen, que está profundamente comprometido con la protección del medio ambiente.
Horn ha sido el primer ejecutivo de Volkswagen que ha tenido que rendir cuentas ante el Congreso para explicar el escándalo desatado el 18 de setiembre en EEUU cuando se supo que medio millón de autos diésel de la empresa tenían ese sistema para eludir los controles. Inmediatamente después, la empresa reconoció que 11 millones de sus automóviles diésel en todo el mundo cuentan con ese programa.