
En los últimos años, expertos y analistas se han cansado de advertir de la tendencia de los millennials (la generación de los nacidos en los ochenta y noventa) a rechazar la idea del automóvil como propiedad privada, lo cual repercutiría de un modo significativo sobre el volumen de ventas de los fabricantes. Pues bien, ahora se ve que se equivocaban.
Aseguraban estos agoreros que los jóvenes de ahora, a diferencia de lo que ocurría con sus padres, no estaban tan fascinados por las cuatro ruedas como por otro factor que sí atraía su atención como consumidor: la tecnología; es decir, no deseaban tanto tener una moto o un coche como el último modelo del iPhone o del iPad y, a cambio, optaban por opciones de movilidad colaborativas y de transporte público.
Sin embargo, parece que los recientes datos de ventas en Estados Unidos han tumbado las pesimistas predicciones que hacían temblar a los grandes fabricantes, razón por la cual han emprendido un giro hacia el sector tecnológico en los últimos años. Según las cifras manejadas por JD Power & Associates, la también conocida como Generación Y acaparó el 27% de las matriculaciones en 2014, frente al 18% que representó en 2010, convirtiéndose así en el segundo mayor grupo de consumidores del automóvil.
Sí quieren pero no pueden
¿Qué ha ocurrido entonces? El diagnóstico parece claro: una vez pasada la tormenta de la crisis económica, los millennials están encontrado otra vez empleos y se han mudado a zonas residenciales a las afueras de la gran ciudad o a localidades más pequeñas, donde el transporte público es deficitario y, por lo tanto, el coche se convierte casi en instrumento imprescindible.
El de Hayley Born es un caso típico. Después de estudiar medicina en Nueva York, se muda a vivir a Cincinnati y se ha comprado un Hyundai Elantra para desplazarse. Born, de 27 años, reconoce que ella y sus compañeros han ido "retrasando la edad adulta", pero enfrentarse a las vicisitudes de la vida a menudo requieren la compra de un coche. Podía haber comprado usado pero "la conveniencia de una garantía de cinco años" acabó triunfando.
El repunte de las ventas de coches por los más jóvenes surgen en un momento crucial para la industria. La cuota de matriculaciones de los babyboomers (la generación de los sesenta y setenta, padres de los millennials) alcanzó su punto máximo en 2010 y de aquí en adelante ya sólo va a bajar, de acuerdo con John Humphrey, vicepresidente senior de operaciones automotrices de JD Power.
Sin embargo, las erróneas predicciones pueden no haber sido en balde: el trabajo de los fabricantes automovilísticos en los últimos años por acercarse a los más jóvenes con una oferta más tecnológica sigue siendo aprovechable: de los coches inteligentes a una mucha mayor eficiencia de los vehículos, mucho menos contaminantes, son vistos con gran atractivo por parte de los jóvenes, más conscientes y comprometidos con la importancia de conservar el medio ambiente.