La alta dependencia del petróleo en el sector del transporte en Europa es un hecho. Sólo en 2010, el petróleo representó el 94 por ciento de la energía consumida en este sector, habiéndose importado el 84 por ciento, lo que supuso un gasto de 1.000 millones de euros diarios en 2011, creando un importante déficit en la balanza comercial de la UE de cerca del 2,5 por ciento del PIB. Descargue aquí el último número de la revista Energía.
Con el objetivo de poner fin a esta dependencia y reducir así las emisiones de gases de efecto invernadero que se derivan de su uso, la UE ha adoptado la Directiva CPT (Clean Power for Transport), que garantiza la puesta en marcha de una infraestructura mínima de puntos de recarga para el uso de carburantes alternativos -principalmente gas natural, electricidad e hidrógeno- y la aplicación de especificaciones técnicas comunes.
Los Estados miembros tendrán de plazo hasta 2016 para elaborar y presentar sus marcos de políticas nacionales que faciliten el desarrollo de una infraestructura de suministro para este tipo de combustible. Según diversos estudios realizados, el desarrollo de combustibles alternativos en Europa y la inversión para poner en marcha las infraestructuras necesarias, favorecerá la creación de nuevas oportunidades de mercado, reforzará la competitividad a nivel mundial, aumentará el número de puestos de trabajo, reducirá la factura de las importaciones del petróleo y contribuirá a la descarbonización gradual del transporte.
El gas natural despierta
Con respecto al gas natural, su uso está despertando un gran interés como alternativa al petróleo. Como combustible para el transporte aporta importantes ventajas medioambientales y también económicas al conseguir importantes ahorros respecto al diésel y a la gasolina.
En el caso del Gas Natural Comprimido (GNC), la Directiva sugiere la construcción de estaciones de servicio cada 150 kilómetros. Según Manuel Lage, secretario general de la Asociación Española de Gas Natural para la Movilidad (Gasnam), "el GNC se está convirtiendo en el combustible recomendado para el transporte urbano, especialmente interesante para taxis, furgonetas, autobuses y camiones de limpieza".
Con respecto al Gas Natural Licuado (GNL), gracias a su alta densidad energética es una alternativa rentable al gasóleo para el transporte marítimo y el ferrocarril y se considera especialmente adecuado para el transporte de mercancías por carretera de larga distancia, aunque su desarrollo se ha visto obstaculizado por la ausencia de infraestructuras suficientes. La Directiva europea sugiere la existencia de puntos de repostaje de GNL para el transporte por carretera cada 400 kilómetros y propone la instalación de estaciones de este tipo de combustible en una serie de puertos marítimos y fluviales.
España está cerca de cumplir con la Directiva en cuanto a estaciones de GNL terrestres. A día de hoy se contabilizan un total de 18 estaciones operativas, habiéndonos convertido en el primer país europeo en número de estaciones y el segundo por número de cabezas tractoras. Una de las ventajas del GNL como combustible para vehículos pesados en su autonomía, ya que pueden recorrer más de 1.000 kilómetros sin repostar. Actualmente alrededor de 150 camiones utilizan GNL, pero las previsiones apuntan a que en 2028 circularán por España cerca de 5.000 vehículos, es decir, el 3 por ciento del parque total.
Con el objetivo de impulsar este mercado, la empresa Gas Natural Fenosa construirá, en una primera fase, ocho nuevas estaciones de servicio en España en los dos próximos años en los que invertirá unos 7 millones de euros. Las nuevas estaciones se sumarán a las siete que ya tiene operativas y a las dos que se encuentran en fase de desarrollo. En una segunda fase -2019-2020-, la empresa gasista prevé la construcción de nueve estaciones adicionales en las que invertirá unos 8 millones de euros.
El lento despegue del hidrógeno
La Asociación Española del Hidrógeno (AeH2) valora positivamente esta iniciativa, aunque reconoce que España aún está muy lejos de cumplir con esta Directiva. "A diferencia de países como Alemania, Francia o Gran Bretaña, que cuentan con una estrategia y un presupuesto asociado a la misma, nuestro país aún no tiene definida una estrategia clara de apoyo al hidrógeno, ni se ha planteado una estrategia que permita desplegar las estaciones de servicio y las infraestructuras necesarias, algo especialmente grave en un país como el nuestro que importa el 99 por ciento de la energía para el transporte y que podría producir localmente el hidrógeno suficiente para cubrir esa demanda con fuentes renovables", explican desde la asociación. Sin embargo, "el hecho de que España no tenga una estrategia en este ámbito no quiere decir que no tenga empresas y centros de investigación que apuesten por esta tecnología, ya que existen importantes empresas liderando proyectos de repercusión internacional en el ámbito del hidrógeno y de las pilas de combustible".
Como todo combustible alternativo, su despliegue no es rápido ni sencillo, argumentan desde la asociación, "ya que requiere de unas inversiones elevadas y de un análisis previo, pero su uso aportaría todo tipo de ventajas a nivel medioambiental -ya que el hidrógeno no emite CO2-, de seguridad de suministro -se produciría en el país- y de desarrollo de las economías locales -creación de puestos de trabajo-". La asociación considera imprescindible "establecer lo antes posible una estrategia que refleje claramente unos objetivos para el uso del hidrógeno como combustible a diferentes plazos y marcar los hitos necesarios para alcanzar dichos plazos".
Apuesta por el vehículo eléctrico
Especialmente adecuado para zonas urbanas, el uso del vehículo eléctrico se está incrementando poco a poco. Sin embargo, su elevado coste, la falta de puntos de recarga y la ausencia de objetivos e incentivos por parte de las Administraciones, entre otros aspectos, no están favoreciendo una implantación más rápida en el mercado. Aún así, la pretensión es que de aquí a 2020 circulen por las carreteras europeas entre 8 y 9 millones de vehículos eléctricos.
En opinión de Arturo Pérez de Lucia, director gerente de la Asociación Empresarial para el Desarrollo e Impulso del Vehículo Eléctrico (Aedive), "con esta Directiva, Europa demuestra su apuesta por la movilidad eléctrica como criterio de movilidad sostenible y eficiencia energética, lo que obliga a que los Gobiernos nacionales vayan preparándose para impulsar en sus países su desarrollo".
Hasta el pasado mes de septiembre el número de vehículos eléctricos matriculados en nuestro país era de unos 9.400. Sin embargo, conocer el número de puntos de recarga existente en nuestro país es más complicado. Lo que sí es seguro es que con la nueva reglamentación europea se pretende que los puntos de recarga sean comunes en todos los Estados miembro, con un periodo de adaptación. Actualmente, el Gobierno español se encuentra trabajando en un plan de impulso al vehículo eléctrico que dará a conocer antes de que finalice el año y en el que tendrá muy presente el tema de la Directiva comunitaria. A nivel regional, desde la consejería de Medio Ambiente de la Comunidad de Madrid se está trabajando en el desarrollo de un plan de implementación de puntos de carga rápida en las principales zonas estratégicas de la región.