
España puede dar gracias a pesar de todo, al menos en lo se refiere a su industria automotriz. En un sector que se prevé perderá en torno a 30.000 empleos sólo en 2013, las fábricas españolas siguen recibiendo inversiones por parte de los productores de coches y manteniendo así buena parte de sus empleos, aunque esto no sea en todos los casos una buena señal.
Mientras las ventas de automóviles están cayendo ya hasta en el mercado alemán -hasta hace unos meses el único que resistía a la sangría de entre los grandes países-, las marcas empiezan a mirar ya fuera del que todavía es la principal área de manufactura de la industria para focalizar su actividad en otras regiones que a día de hoy son más rentables.
De este modo, el sector está inmerso en un proceso de desvío de su producción desde Europa a otros países donde los costes de fabricación son mucho menores. Y, de entro de éstos, destaca sobre todo el caso de China: el gigante asiático es ya el primer mercado de automóviles del mundo, por encima incluso de EEUU, y las automovilísticas empiezan ya a materializar, con fuertes inversiones, el traslado allí de parte de su producción para ahorrar costes.
España, como China o Brasil
Por ello, no es de extrañar que ya haya quien compara a España con uno de esos países que se están convirtiendo en agentes clave de la reorganización de la industria automotriz a nivel global. Así lo señala, por ejemplo, el analista de Bloomberg David Tweed, quien llama la atención sobre el hecho de que España sea un caso excepcional en el actual contexto europeo, pese a su acentuada crisis de demanda que le ha privado de su histórica condición de quinto mercado europeo.
"Todos están invirtiendo en España, ¿no es extraordinario? Pero la razón es que hemos visto una reducción de los costes unitarios de producción que forma parte de la reorganización de la industria de la manufactura de automóviles en Europa, lo cual debería hacernos reflexionar", ha asegurado Tweed para Bloomberg TV.
Efectivamente, los recientes planes de inversión aprobados por fabricantes como Volkswagen, Citroën, Renault, Ford o Nissan, que tratan de evitar el cierre de plantas y los despidos masivos, son el mejor ejemplo de la mayor flexibilidad y la reducción de costes laborales en el sector del automóvil de la que ha presumido el Gobierno en los últimos meses, que se ha equiparado a la de nuevos centros de producción como China o Brasil. Esta circunstancia ha evitado, pues, que parte de la producción de automóviles que residía en España saliera rumbo a otros países con mejores condiciones para las citadas compañías. Gráfico: El motor español pisa el acelerador.
Pero, aunque la industria automotriz española se haya salvado in extremis en los últimos meses, el sector no puede descuidarse, toda vez que también hay quien advierte de que las últimas inversiones no ahuyentan de manera definitiva la deslocalización de la producción. La amenaza de los BRIC, considerados por un 86% de los fabricantes como los grandes centros de producción a medio plazo, es demasiado potente como para que España se confíe.