
El fabricante estadounidense de coches eléctricos Fisker empleó 660.000 dólares en la fabricación de cada una de las 2.500 unidades del Karma (cuyo precio ronda los 100.000 dólares) que salieron de la factoría de Velvet Automotive en Finlandia justo antes de detener su producción el año pasado, según recoge un informe de la compañía neoyorquina PrivCo.
En sus conclusiones, esta firma especializada en el análisis y la investigación de empresas de capital cerrado afirma que Fisker, que había recibido de la Administración Obama 529 millones de dólares de los contribuyentes para reabrir unas instalaciones en Delaware que habían sido cerradas por General Motors, empleó ese dinero de los contribuyentes en parte de la producción de su deportivo híbrido.
"Cometieron un error", sentencia el consejero delegado de PrivCo, Sam Hamadeh, refiriéndose a la concesión del citado préstamo por parte del Departamento de Energía estadounidense. "¿Deberían haber tratado de evitarlo antes?" Obviamente, tan pronto como fue evidente que habían comenzado a incumplir" el acuerdo, concluye Hamadeh.
Esta situación se está volviendo en contra del gobierno de Obama, a quien desde la oposición política se ha criticado su incesante empeño por impulsar la venta de vehículos eficientes incluso con incentivos públicos, como la ayuda recibida por Fisker. "El informe de PrivCo plantea más interrogantes sobre las circunstancias que rodearon al apoyo del gobierno a Fisker," planteaba Jim Jordan, republicano que es presidente de la Cámara de Supervisión la semana pasada.
Por ello, desde el Departamento de Energía se han apresurado a defender que el informe de PricCo contiene errores, particularmente cuando afirma que su organismo conocía desde diciembre de 2010 que el fabricante no estaba cumpliendo las condiciones impuestas, según ha explicado un portavoz.
Pérdidas récord
El mismo informe revela que Fisker gastó 1.300 millones de dólares, no sólo de dinero público sino también de capital de inversores, para fabricar 2.500 unidades; es decir, habría empleado, según PrivCo, un equivalente a 660.000 dólares en cada uno de los Karmas, lo que representa pérdidas de más de 550.00 dólares por unidad.
No es la primera vez que un fabricante pierde grandes cantidades de dinero en la producción de coches con tecnología eléctrica. Por ejemplo, el pasado verano Reuters revelaba que General Motors perdía con cada Chevrolet Volt más de 40.000 euros. Pérdidas insalvables fruto de los altos costes que conlleva la compleja tecnología del que fuera Coche del Año en Europa 2012.
Pero en ningún caso, las pérdidas del problemático Volt se acercan siquiera a las que arroja el Fisker Karma. Hasta tal punto es crítica la situación de Fisker, que la compañía se ha visto obligada a detener la producción ante el stock de vehículos al que ha llevado la discreta acogida por parte de la demanda, con apenas 1.600 unidades entregadas de ese total de 2.500 fabricadas.