Lada es una 'vieja conocida' en España que, aprovechando la crisis, intenta resurgir con sus modelos de bajo coste. ¿Qué ofrece su coche más moderno?
Dacia está mostrando, desde hace apenas siete años, lo que es un automóvil puramente 'low cost': aquél que, sin grandes lujos, avanzadas tecnologías o elevadas potencias sirve para desplazarte del punto A al B, gastando poco dinero en su adquisición.
Sin embargo, ya en los años 80, una marca rusa llamada Lada comercializaba en nuestro país modelos como el Samara -ya no se vende- o el Niva, que respondían a esa misma descripción.
Después de bastantes años sin presencia en nuestro mercado, Lada vuelve a intentarlo con modelos como el Priora. Un vehículo del que hemos probado su versión familiar y que sorprende por varios aspectos: lo principal es que resulta amplio y, equipado con todos los extras, se queda en 11.000 euros.
Asimismo, el hecho de ser casi un desconocido lo convierte en un modelo diferente y original. Finalmente, llama la atención por su buen rendimiento mecánico, gracias a que es un coche ligerísimo.
Pero, ojo, con este Lada renunciará a muchas cosas que son habituales en los automóviles más caros: la insonorización es mejorable, la calidad y los acabados son inferiores a los de cualquier otra marca del mercado -y eso incluye a Dacia o Tata-, no incluye muchos sistemas de seguridad -por ejemplo, carece de airbags laterales y ESP- y no hay un motor diésel en la gama.
Por dentro y por fuera
- Ruedas: de serie lleva llantas de 14'' con neumáticos en medida 185/65; son bastante baratos: 70 euros la unidad.
- Colores: hay nueve tonos a elegir y todos son metalizados y sin sobreprecio en el acabado Luxe.
- Espacio: las plazas traseras no son muy anchas, pero hay buena altura y suficiente espacio para las piernas.
- Maletero: grande y con rueda de repuesto normal, pero los laterales no están bien rematados. Portón amplio.
- Equipamiento: ni en opción lleva radio, climatizador o navegador. Pero, de serie, lleva calefacción en los asientos. Las luces de cortesía emplean unas potentes lámparas blancas. El puesto de conducción es mejorable, los asientos son muy blandos -cansan pronto-, el volante no se regula -a los más altos les queda bajo- y la palanca del cambio va 'pegada' a la pierna.
- Calidad: el salpicadero es sencillísimo por diseño; para ahorrar costes emplea mandos -como los de la luces- procedentes de anteriores Ford. El tacto de los botones y mandos es correcto, pero la calidad de los plásticos es mejorable, al igual que los ajustes. Eso sí, la climatización funciona bien -aunque es ruidosa- y cumple por número de huecos para objetos.
Cómo va
Es rápido, pero menos estable de lo esperado. Tanto la plataforma como el motor son desarrollos propios de la marca.
Tiene nervio. El motor es de lo mejor: tiene muy buena respuesta siempre, sobre todo desde bajas revoluciones; además, consume entre 6,0 y 7,0 litros/100 km a ritmo normal, pero es ruidoso. Lleva un cambio manual de cinco marchas que es lento de manejar y no muy preciso.
Con calma. La suspensión es cómoda, pero el coche balancea bastante en curva y no ofrece mucho agarre si entramos rápido en los giros. La dirección es muy lenta y a los frenos les falta más contundencia.