Motor clásico

El Citroën CX sopla 40 velas

Un coche previo a la transición, pero muy moderno para su tiempo. Así es el Citroën CX, una berlina auténticamente francesa que rompía moldes en diseño allá por los años 70 y que hoy celebra su 40 aniversario.

A algunos les parecerá mentira, pero el mítico Citroën CX salió a la palestra casi al mismo tiempo que Juan Carlos I asumía la jefatura del Estado. Concretamente en 1974. Cuatro décadas han pasado desde que la 'merveilleuse voiture' comenzase a surcar las carreteras del mundo. Lo cierto es que por aquel entonces corrían tiempos difíciles para la marca francesa, que trataba de recuperarse de algunas malas decisiones como la compra de Maserati o el lanzamiento de modelos como el Citroën SM o el Citroën GS con motor Wankel rotativo (marcas como Mazda tuvieron más éxito empleando este tipo de mecánica).

Sumida en una profunda crisis, la firma de los dos chevrones decidió poner en la calle su nueva berlina perteneciente al segmento E que, nada menos, tenía como misión relevar al Citroën DS 'Tiburón', un modelo que no fue especialmente rentable pero que a esas alturas ya había logrado una fuerte identidad de marca. Con ese peso a sus espaldas, el protagonista de estas líneas era, además, el último modelo de concepción 100% Citroën que saldría de las cadenas de montaje, ya que la compra por parte de Peugeot era inminente.

Al primer golpe de vista, lo primero que llamaba la atención en el Citroën CX era su diseño en forma de cuña -obra de Robert Opron-, tremendamente aerodinámico. No en vano, la berlina debe su nombre precisamente al Cx, es decir, el coeficiente de penetración, que era de sólo 0,35. Una cifra inusual, que representaba todo un hito para la época. Pero si este coche era llamativo en su exterior, más lo era aún en el interior, que destacaba por su volante de un solo radio, sus asientos tipo sofá o su salpicadero y tablero de instrumentación con sabor a ciencia ficción. Una vez más, Francia dejaba su impronta futurista bien impresa. Los convencionalismos eran cosa de otros.

Tradición y modernidad de la mano

Adelantado a su tiempo, el llamativo CX contaba con suspensión hidroneumática para que sus ocupantes viajasen como en una nube, y ofrecía una segunda variante de carrocería denominada Break. Un familiar que aumentaba la distancia entre ejes en 25 centímetros frente a la berlina y cuya longitud total casi alcanzaba los 5 metros, que podía tener hasta ¡8 plazas! a elección del cliente.

En el apartado mecánico, en cambio, tradición y modernidad se daban la mano. Por una parte, heredó los vetustos motores de dos litros provenientes del Citroën Traction de 1939 y, por otra, se adjudicó el tanto de ser el primer modelo en montar un motor diésel de la marca fabricado en serie. Además, en sus últimos años de vida llegaron las potentes versiones GTI y GTI Turbo, con 128 y 168 CV, cifras realmente explosivas para una berlina de su época.

Finalmente, tras 17 años dando guerra, nuestro 'clásico popular' de hoy pasaba a mejor vida en 1991. Su sucesor, el Citroën XM -con el que se solapó en el mercado durante un corto espacio de tiempo- trató de coger el testigo dignamente aunque quizá con menos éxito.

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