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El Concorde ruso, un fracaso convertido en museo

  • El Tupolev TU-144 fue el primer avión supersónico comercial
  • Un desastre en Francia y su altos costes obligaron a retirarlo
  • Un ejemplar de este avión será convertido en un museo en Kazán
Avión Tupolev TU-144 / Imagen: Dreamstime
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Cada año nos encontramos con fechas importantes en nuestro calendario en las que se conmemoran algún hecho histórico. Actualmente nos acercamos a una que tuvo una gran repercusión mediática, pero desde el aire. El próximo 31 de diciembre se cumplirán 50 años del vuelo inicial del primer avión supersónico comercial, el Tupolev Tu-144, construido por la Unión Soviética. Este aparato mantuvo una competición por la supremacía aérea con el modelo BAC Concorde, su homónimo producido por Francia y Reino Unido. Hoy en día, el modelo soviético retirado Tu-144 está en proceso de convertirse en una importante exposición sobre aviación en Rusia.

La historia de la lucha entre estas dos aeronaves se remonta a tiempos de la Guerra Fría. Tras la Segunda Guerra Mundial, la Unión Soviética y Estados unidos emprendieron una feroz batalla para demostrar a los demás países todo su poder. Esta rivalidad se encontraba en todos los ámbitos, pero destacó, sobre todo, en uno de ellos: la tecnología.

El modelo Tupolev Tu-144 debe su nombre a la empresa aeronáutica Tupolev y se presentó en forma de maqueta en París, en 1965. Esta presentación se realizó seis años más tarde que el Concorde, pero los soviéticos, mentalizados con ganar la carrera aérea, quisieron hacerlo volar antes que su rival. Y así sucedió. Tras años de intenso trabajo, el Tu-144 despegaba el 31 de diciembre de 1968. Dos meses más tarde, el 2 de marzo de 1969, lo hacía el Concorde que había sido construido de manera conjunta entre las compañías British Aircraft Corporation y Aérospatiale . La URSS había conseguido su ansiada ventaja en el sprint aéreo.

El gran parecido entre estas dos máquinas levantaron rumores y sospechas en su momento. Tanto fue así, que los periodistas de la época le otorgaron el mote de 'Concordski', haciendo gala de sus semejanzas. Además, se dice que los planos del Concorde fueron robados por los rusos. Varios agentes británicos acusaron a los espías del KGB de robar las maquetas al Gobierno francés. Pero irónicamente, los planos sustraídos formaban parte de una antigua versión de la aeronave, por lo que las autoridades francesas hicieron la vista gorda esperando un fracaso del rival.

Casualmente el destino quiso que en la misma ciudad dónde se presentó el avión Tupolev, tuvo lugar el desastre. En junio de 1973 las dos aeronaves se dieron cita en una exhibición en el Salón Aeronáutico de Le Bourget, en París. El Tu-144 despegó unos diez minutos más tarde y para sorpresa de todos, estalló en el aire en pleno descenso, dejando sin vida a un total de 14 personas. Para lo soviéticos, la culpa la tuvo un caza espía francés que sobrevolaba la zona e hizo que el piloto cambiara bruscamente el rumbo, perdiendo estabilidad.

Tras este revés, el Tupolev comenzó a realizar vuelos comerciales en 1977 y su nueva versión destinada al transporte de carga (el Tu-144D) voló durante la década de los 80. En 1983, la Unión Soviética anunció el abandono de este avión por sus altos costes y su baja rentabilidad, aunque su versión de carga voló en los años 90 tras un acuerdo con la NASA, hasta su extinción en 1999. Casualmente, un año después, el avión Concorde sufría un grave accidente al despegar en el Aeropuerto de Paris-Charles de Gaulle, cuando ponía rumbo a Nueva York. Su último vuelo sería en el año 2003 terminando con una generación fallida de aeronaves supersónicas.

Un museo interactivo en Kazán

El avión Tupolev Tu-144 se encuentra retirado de forma oficial desde hace varios años, pero no se cansa de competir, como lo hizo en su anterior vida. Ahora quiere posicionarse entre las mejores exposiciones técnicas del mundo. Esa es la iniciativa que comenzó a llevar a cabo la Universidad Técnica de Investigación Nacional de Kazán, el antiguo Instituto de Aviación de Kazán, en junio de 2017.

La idea se basa en utilizar un modelo Tu-144 que reposa como exposición cerca de una de las fachadas de la universidad y convertirlo en un museo interactivo. Una de los primeros pasos de este plan trata de restaurar la cabina. La intención es que las personas sientan lo mismo que un piloto con varios efectos físicos y técnicos.

Otro de sus atractivos se centra en uno de los motores a reacción. Este encuadre está seccionado para que las personas puedan ver cómo son por dentro las piezas de un motor de la época. Esta zona obtiene un suministro de energía para que las turbinas puedan moverse y hacer la visita aún más real. Además, la aeronave fue pintada con los colores originales del modelo y no perder así su toque más vetusto.

Darle vida a esta exposición se acerca al medio millón de euros y la Universidad empezó a recaudar fondos a través de una plataforma de financiación colectiva una vez que se oficializó dicho programa. El grupo encargado de esta exposición planea abrir este museo el 31 de diciembre de este año, cuándo se cumpla medio siglo del vuelo inicial del legendario Tupolev Tu-144.

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