
La jugada es habilidosa: aprovechando la presidencia semestral europea, el presidente del Gobierno español ha convocado a un comité de sabios para que le asesore en la puesta en marcha y ulterior fortalecimiento de un "gobierno económico europeo".
Aunque en el fondo, el apoyo que obtendrá el jefe del Ejecutivo en este designio comunitario afectará también a la política interior toda vez que las grandes urgencias españolas, y en concreto la conquista de crecientes caudales de productividad para fomentar el empleo y la competitividad, son también las necesidades europeas, que, una vez constatado el fracaso de la Estrategia de Lisboa, se pretende ahora implementar en la Estrategia 2020.
En definitiva, Zapatero pretende aprovechar para uso doméstico la confianza que sean capaces de generar en el ámbito europeo los tres pesos pesados que mañana acudirán a La Moncloa: Felipe González, actual presidente del Grupo de Reflexión (el comité de sabios de la UE), muy crítico con la creciente burocratización de la Unión en sus aportaciones a la Estrategia 2020; Jacques Delors, presidente de la Comisión Europea entre 1985 y 1995, muy vinculado entonces a González y probablemente el líder europeo que más ha hecho avanzar la construcción europea en toda su historia, y Pedro Solbes, una auténtica institución en nuestro país, con un protagonismo puntero entre mediados de los noventa y este mismo año, en que cedió el testigo de la vicepresidencia económica española a Elena Salgado.
La noticia de dicha reunión incluye también una entrevista inminente de Rodríguez Zapatero con Miguel Boyer ?el primer ministro de Economía de Felipe González- y, el 13 de enero, con un grupo selecto de expertos europeos en telecomunicaciones. Sería deseable que Zapatero escuchara también opiniones de economistas liberales, como Rodrigo Rato por poner el ejemplo más obvio.
Durante este semestre, se promoverán reformas económicas europeas de gran calado que requieren, efectivamente, opiniones expertas. Probablemente la más interesante y delicada será el Consejo Europeo de Riesgo Sistémico, una institución técnica encaminada a dar la alarma cuando se detecte un riesgo económico grave (las burbujas inmobiliarias lo eran, por ejemplo). Y es plausible que se promueva desde instancias políticas grandes debates técnico-económicos.
En el ámbito estrictamente español son conocidas ciertas discrepancias recientes entre Zapatero y González: el ex presidente ha defendido la necesidad de mantener y extender la energía nuclear y ha criticado al actual presidente español por no llevar a cabo la reforma laboral necesaria con tal de no contrariar los sindicatos.
La recuperación económica española ?que es la que aquí interesa, como es obvio- provendrá de la conjunción de elementos estructurales, macroeconómicos, y de elementos psicológicos. La elección cabal de aquéllos contando con las mejores opiniones y la implementación de éstos a partir de actuaciones que impulsen el optimismo acelerarán si duda la pendiente de la fase ascendente del ciclo y reducirán más rápidamente el desempleo.
La apelación a estos sabios resulta, pues, muy difícilmente objetable. Y la oposición debería volcarse ahora sobre el problema para aportar ideas constructivas. De otro modo, corre el riesgo de quedar postergada en esta fase, que se prevé inminente, de recuperación del resuello económico y de reconstitución de toda la potencia con que se ha desenvuelto este país en las últimas décadas.