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Alerta de las empresas contra la secesión escocesa

Foto: Archivo

El debate sobre la independencia de Escocia en la comunidad empresarial ha ido fluctuando entre la reticencia moderada y una intencionada ambigüedad. Salvo contadas excepciones, como la oposición directa de BP y Shell, los posicionamientos se limitaban a evaluar escenarios y, aunque el tono general era de inquietud ante las incertidumbres de una potencial separación, hasta ahora no había habido ninguna campaña común de rechazo.

Sin embargo, esta tibia reservase encamina hacia su final la próxima semana, cuando más de un centenar de líderes empresariales prevén unir sus voces para apelar al mantenimiento del statu quo en el referéndum del próximo 18 de septiembre.

Los problemas con la divisa

La bomba fue detonada ayer por el Daily Telegraph, un diario que no oculta su rechazo a la independencia, a poco más de 72 horas para el segundo y último debate televisivo. Tras el fiasco que sus inconcreciones monetarias generaron en el primer careo, el Partido Nacionalista Escocés (SNP, por sus siglas en inglés) está obligado a aclarar sus planes ante la negativa de Londres a compartir la libra. Los nacionalistas reiteran que una Escocia independiente mantendrá la divisa británica, pero ante la dificultad de vislumbrar el funcionamiento de esta "esterlinación", las compañías con intereses en el país nunca han ocultado su preocupación.

Por ello, el comunicado anunciado por el Telegraph representa una amenaza real para el "sí", que siempre ha estado por detrás en todas las encuestas.

La firma de gigantes como Shell, Aggreko o Weir tiene el potencial de influir en los indecisos, sobre quienes recae el futuro de Reino Unido, ya que, según la demoscopia, rondan el 30 por ciento. Su apelación al "no" a la independencia invoca a la prosperidad económica y puesto que los estudios de opinión muestran que el bolsillo, más que el corazón, decidirá el referéndum, la posición de los empresarios tendría peso en el votante.

Más preocupados por la UE

Su potencial es tal que, durante meses, el frente anti-independencia había observado con frustración su relativa neutralidad. Es más, el Gobierno nacionalista reivindicaba un estudio de Deloitte que reveló que la comunidad empresarial estaría más preocupada por el impacto de las generales de mayo en Reino Unido y su potencial salida de la Unión Europea (UE) que por la separación escocesa.

La inminente intervención, por tanto, decantaría la balanza. La llama, de acuerdo con el diario, la habría prendido el consejero delegado de Weir, cuarta firma escocesa en facturación, un conocido crítico de la independencia que ha pasado semanas convenciendo a notables del FTSE, referentes de los servicios financieros y, sobre todo, un importante número de pymes, un pilar clave en términos de reclutamiento laboral.

Persuadirlos no habría sido sencillo. La comunidad de negocios británica ha mostrado cierta reticencia a declarar públicamente su posición, no sólo por la división en sus plantillas ante una cuestión de profundos tintes ideológicos, sino por la supuesta presión del SNP para silenciar su rechazo a la independencia.

Un programa especial de la cadena británica Channel 4 contactó con medio centenar de compañías y líderes empresariales y algunos reconocieron haber sido contactados por el Gobierno escocés para "presionarlos a mantener el silencio". Hubo quien dijo haber sido visitado por un ministro, otros recibido llamadas telefónicas e, incluso, quienes fueron contactados directamente por el gabinete del ministro principal, Alex Salmond. Además, en su mayoría manifestaron saber de otras empresas que habrían recibido presiones.

La Federación de Pescadores Escoceses acusó directamente al SNP de "intimidación", después de haber contactado con los Ejecutivos de Escocia y de Reino Unido para consultar dudas sobre su futuro ante la inminencia del referéndum.

Otras industrias, como la de la agricultura, de la que depende uno de cada diez empleos en Escocia, aparecen más divididas: aunque la organización que aglutina al sector ha adoptado una posición públicamente neutral, seis de sus expresidentes defienden que la unión garantiza acceso al mercado británico y al comunitario, mientras que hasta cuatro ven más adecuado abandonar Reino Unido, dada la incertidumbre del propio futuro británico en la UE.

La opción más conveniente

No en vano, la preocupación fundamental de las empresas es qué opción conviene más a sus hojas de balance y, en este terreno, Europa y la moneda son el factor clave.

Si algo ha caracterizado las declaraciones públicas de líderes empresariales ante la independencia es la atención a los riesgos para su actividad. Al respecto, según el Tesoro británico, más de uno de cada diez empleos en Escocia dependen de los intercambios con el resto de Reino Unido. De 270.000 empleos en total, la mayoría corresponde al sector servicios y un importante porcentaje a los servicios financieros.

El Gobierno de Salmond asegura que una Escocia independiente continuaría como principal socio comercial de Reino Unido y que si hay un riesgo, es la salida de Londres de la UE, que los dejaría fuera de un mercado común de más de 500 millones de personas.

La negativa del arco político británico a compartir divisa, sin embargo, desafía la ecuación del SNP, sobre todo, por la deslocalización que una ruptura con Reino Unido amenaza con generar en la industria bancaria.

De producirse una crisis financiera como la de 2008, los bancos escoceses podrían verse incapacitados para un rescate. Según ha explicado el Instituto Nacional de Investigaciones Económicas y Sociales (NIESR, por sus siglas en inglés), ante la ausencia de una unión monetaria, necesitarían un acreedor de último recurso, ya que no contarían con el Banco de Inglaterra, como aconteció en 2008 con RBS y Lloyds, después de que asumiese HBOS.

La creación de uno de nuevo cuño para las instituciones escocesas implicaría condiciones "difícilmente aceptables para un Gobierno independiente", por lo que a los bancos podría no quedarles más opción que mudarse al sur de la frontera. Es más, sin una divisa común, es difícil que el regulador británico los admitiese bancos fuera de su jurisdicción legal.

Minimizar riesgos

Por ello, grandes como RBS, Lloyds o Standard Life "el mayor proveedor de pensiones contributivas de Reino Unido", han reconocido que, en caso de triunfar la independencia, tendrían que minimizar riesgos. El caso de RBS, además, se ve agravado por el hecho de que,siendo la principal entidad de Escocia, está en un 81 por ciento en manos del Gobierno británico, tras la intervención de 46.000 millones de libras en 2008.

Su consejero delegado reconoce que la ruptura de la unión podría desencadenar "efectos materiales adversos" para sus actividades, debido a los efectos sobre el armazón fiscal y monetario en el que opera, así como sobre su rating de crédito.

No en vano, el grupo de estudio Opciones para Escocia, a favor del "sí" a la separación, sugiere que RBS tendría que dividirse, dando al nuevo Gobierno independiente una mayoría de la rama escocesa; mientras que el ministro de Empresas británico ha asegurado que, "inevitablemente", RBS tendría que trasladar su base a Londres. Lloyds, también parcialmente nacionalizado, ha reconocido la "incertidumbre" que el referéndum ha creado en el sector, si bien no tendría previsto abandonar el nuevo país en caso de ruptura, a diferencia de Standard Life, que tiene ya en marcha planes de contingencia para un trasvase, tras 189 años radicado en Edimburgo.

Su inquietud es compartida por HSBC, que ayer mismo advirtió de que la independencia podría disparar un flujo de capital, por la pérdida de la moneda, si bien otros grandes de la industria, como Barclays, han considerado que podrían "hacer funcionar" el negocio en este escenario.

La asociación de Cámaras de Comercio Escocesas ha subrayado que la preparación de estrategias de respuesta ante cualquier eventualidad supone una "práctica habitual", pero según una encuesta de KPMG, cerca de un 84 por ciento de las empresas en Escocia no han previsto plan alguno para una potencial independencia.

El bando a favor lo considera una muestra de su tranquilidad ante su  aspiración, pero los que se oponen creen que se debe a la falta de información, un punto con el que coincide KPMG, que mantiene que el estudio revela que los negocios no cuentan con datos suficientes para elaborar tácticas a largo plazo.

En este escenario, el apoyo a la independencia varía según el sector: la división entre los inversores inmobiliarios contrasta con el rechazo declarado de gigantes del petróleo como BP o Shell. Otros como BlackRock, BAE o Alliance Trust presentan una oposición más velada; mientras que la ambigüedad de SSE, segunda energética de Reino Unido, Ineos o Aviva, se contrapone a los "efectos positivos" que British Airways o Ryanair detectan en la separación de Reino Unido, dada la promesa de los nacionalistas de eliminar el impuesto sobre los viajes aéreos.

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