
Un estudio publicado recientemente en Estados Unidos, desarrollado por el senador demócrata Edward J. Markey y su equipo, dan la voz de alarma sobre los peligros de los coches conectados.
Según las conclusiones del trabajo, la totalidad de los coches conectados a la red presentan fallos de seguridad. El problema toma mayor gravedad si tenemos en cuenta que hoy en día ya son 36 millones los automóviles que circulan trasvasando datos por Internet y, a finales de la década, serán más de 150 millones.
El trabajo del senador Markey ha considerado modelos conectados pertenecientes a 20 de los mayores fabricantes de automóviles. Y en todos ellos ha encontrado deficiencias de seguridad en cuanto a la protección de datos y la susceptibilidad de ser intervenidos por ciberpiratas.
Los principales fabricantes ya habrían tomado conciencia del problema mediante dos acuerdos para garantizar por su parte a los propietarios la confidencialidad de los datos recogidos por los sistemas del coche, como pueda ser por ejemplo la localización del GPS. Pero según ha declarado el político norteamericano responsable del informe, los fabricantes no han hecho su trabajo a la hora de proteger a los automóviles, más conectados que nunca, de posibles ciberataques.
Sabotajes a distancia
El estudio, denominado "Tracking & Hacking: Security & Privacy Gaps Put American Drivers at Risk", pone de relieve cómo es relativamente sencillo acceder al vehículo a través de las conexiones inalámbricas Bluetooth, de un simple virus a través de un "smartphone" Android, aprovechando los servicios que las marcas ofrecen para la teleasistencia o simplemente por un CD de entretenimiento infectado.
El senador Markey se muestra muy preocupado de lo que pueden hacer los modernos piratas de la red una vez han accedido a nuestro automóvil. Según sus investigaciones, los piratas no solamente pueden utilizar los datos personales del propietario del vehículo almacenados en su sistema informático. También pueden actuar sobre el propio automóvil, provocando a distancia que gire, frene, acelere, se desactiven sus instrumentos, actuar sobre el alumbrado y toda una serie de sabotajes a distancia que pondrían en grave peligro a sus ocupantes.
La gravedad de la situación, concluye el informe, hace pensar que los fabricantes no han hecho lo suficiente para evitar esta creciente vulnerabilidad de los coches particulares. Un problema que se multiplicará en rápida progresión durante los próximos años.