
La primera jornada de la cumbre de los líderes G20 en San Petersburgo (Rusia) ha concluido hoy con la clásica imagen de consenso en los principales asuntos económicos, pero también con la escenificación de toda una galería de conflictos soterrados entre los países desarrollados y los emergentes.
Los mandatarios están de acuerdo en que la economía global se recupera, aunque advierten de que lo hace a ritmo muy lento y poco sólido. Las recetas para evitar el desastre, sin embargo, no siempre coinciden según si las ofrecen las economías más desarrolladas de Occidente o los países emergentes, con el grupo BRICS (Brasil, Rusia, la India, China y Sudáfrica) a la cabeza.
El G-20 ha apoyado este jueves un plan para fomentar el crecimiento económico y la creación de empleo en la primera jornada de la cumbre que se celebra en las afueras de San Petersburgo, la segunda ciudad de Rusia.
"Unánimemente todos se pronunciaron a favor de aprobación de plan de acción para fomentar el crecimiento de la economía y la creación de empleo", ha declarado Antón Siluánov, ministro de Finanzas ruso, en rueda de prensa.
El citado plan "alude a la necesidad de adoptar medidas para estimular la inversión y prevenir la volatilidad del flujo de capitales".
Siluánov ha destacado que el problema del paro es especialmente doloroso en algunos países de la Eurozona. "Se puede decir que la economía de los países desarrollados envía señales positivas. Ahora todos centran su atención en la situación de los países con economías en desarrollo, ya que los ritmos de crecimiento se han ralentizado", añadía.
Prioridades
Precisamente, según destacaba en la apertura de la cumbre el presidente de Rusia, Vladímir Putin, el crecimiento y el empleo son las prioridades del G-20, que incluye a las principales economías desarrolladas y emergentes del mundo.
A su vez, según el ministro de Finanzas ruso, el G-20 también ha aprobado hoy en su plenario un plan para prevenir la erosión de la base impositiva.
Los países emergentes han llegado a la cumbre para debatir el anuncio de la Reserva Federal de Estados Unidos acerca de la retirada de los estímulos monetarios, que ha provocado fuertes caídas de sus divisas nacionales.
Durante la reunión el presidente de EEUU, Barack Obama, prometió que su país suavizará gradualmente la política de flexibilización cuantitativa que usan algunos bancos centrales para inyectar dinero en la economía y estimular así su crecimiento. "No hay que apretar demasiado las tuercas para no estropear el tornillo. Esto es absolutamente correcto", ha apuntado Siluánov.
La Reserva Federal norteamericana recompra mensualmente activos por un valor de 85.000 millones de dólares.
Reducir la deuda soberana
Con todo, la mayoría de países presentes en la cumbre también han mostrado su intención de continuar reduciendo su deuda soberana y sus déficit presupuestarios tanto a medio como a largo plazo.
Al respecto, el G-20 ha concluido que la consolidación fiscal no es un obstáculo para el crecimiento económico, ya que estimula las inversiones. Durante la cumbre también se ha acordado revisar la actuación de algunas agencias de calificación y la objetividad de sus valoraciones, habida cuenta de su impacto en el mercado y en la imagen de las economías analizadas.
Además, se ha elaborado una lista de 28 grandes bancos y nueve aseguradoras que no pueden declararse en ningún caso en bancarrota, y se ha puesto sobre la mesa una nueva serie de exigencias a sus accionistas.
En la apertura de la cumbre, Putin advirtió del riesgo de una nueva crisis económica, pese a la mejoría en los mercados financieros.
Las críticas de los desarrollados
Los países desarrollados, por su parte, han criticado con dureza las medidas proteccionistas adoptadas por muchos emergentes del G-20 e insisten en que sólo un comercio abierto y libre puede garantizar el crecimiento económico a escala mundial, como recalcó el presidente de la Comisión Europea (CE), José Manuel Durao Barroso.
Brasil y Argentina, como dos países aludidos por la CE, se defienden y señalan que cumplen con todas las normas de la Organización Mundial de Comercio (OMC), cuya reforma quiere proponer, por otra parte, el anfitrión de la cita internacional, el presidente ruso, Vladímir Putin.
Rusia, recién ingresada en la OMC tras casi dos décadas de negociación y uno de los países en desarrollo más proteccionistas, busca el apoyo de otros emergentes para introducir en las reglas de esta organización la posibilidad de adoptar en momentos puntuales de crisis salvaguardas para las economías nacionales.