
El Gobierno continúa confiado en que su tercera reforma financiera en menos de un año sirva para reactivar más pronto que tarde el flujo del crédito. Pero el sector financiero mantiene las perspectivas de que los préstamos seguirán a la baja. Y, al menos, durante varios años. Dos o tres.
Ni las ayudas europeas para recapitalizar las entidades débiles ni la creación del banco malo o Sareb servirán para impulsar la financiación, mientras la asfixia económica hace estragos a un volumen mayor de empresas y familias. La inseguridad regulatoria para la banca, la recesión económica, el endeudamiento generalizado y la falta de demanda solvente son las principales trabas para que acabar con la sequía de dinero.
En las últimas semanas, los responsables del sector han dejado claro que el circuito del crédito seguirá seco. Incluso durante varios años. Hasta dentro de dos o tres años, en el mejor de los casos, no habrá una recuperación que, a su juicio, irá ligada a la mejoría de las condiciones económicas.
Tanto el Santander como BBVA y Sabadell estiman que hasta 2014, como pronto, el volumen de préstamos no registrará crecimientos. Ahora el saldo vivo cae más de un 4% de media, pero la concesión de nuevas operaciones se desploma entre un 23 y un 40% en el último año, en función del colectivo de clientes hasta niveles no vistos en más de cincuenta años. Ésta es la cifra que ofrecen las estadísticas, porque un alto directivo de una entidad calcula que ahora el volumen de hipotecas concedidas es sólo un 10 por ciento en relación con el de antes de la crisis.
El conjunto del sector indica que todavía es necesario que las hogares y las empresas purguen el excesivo endeudamiento existente, fruto de la época del boom. Este factor, unido a cada vez menor actividad, limitan a un número reducido de clientes considerados solventes.
Propuestas
Una de las soluciones que propone el sector financiero -tal y como lo expresó en voz alta el consejero delegado del Santander, Alfredo Sáenz hace una semana- es que las compañías amplíen capital antes de solicitar un crédito. De esta manera, estarían en condiciones de asumir futuras pérdidas ante una caída de las ventas por la recesión de la economía y, a juicio de las entidades, se convertirían en solventes. Un término que ha variado sustancialmente por el estallido de la crisis y la subida exponencial de los ratios de morosidad.
La propuesta, por buena que sea, tiene grandes dificultades de éxito para la mayor parte de las compañías, especialmente para las pequeñas y mediana. En las actuales circunstancias, muy pocos inversores están dispuestos a poner su dinero en nuestro país.
La petición de rescate de la economía por parte del Gobierno, con la intervención del BCE, aliviaría la situación, al rebajarse los costes de financiación no sólo del Estado, sino también de bancos y empresas, con lo que las tensiones de liquidez se verían rebajadas sustancialmente, con una prima de riesgo en 200 puntos frente a los más de 400 puntos de ayer.
La solicitud atraería, a priori, el interés de inversores privados extranjeros, lo que ayudaría a rebajar el endeudamiento de la economía y a devolver la credibilidad del país, dos de las condiciones necesarias para que el crédito vuelva a fluir, según el presidente del Sabadell, Josep Oliu.
España sólo ha reducido su endeudamiento en un 7 o un 8 por ciento. Los expertos coinciden en señalar que la caída debe llegar al 20 ó 25 por ciento para poder remontar y para que haya un importante apetito de financiación. Este proceso de purga dudará, según Oliu, varios años.
Los préstamos nuevos a las empresas han descendido más de un 23 por ciento de media. La caída, en septiembre, ya era prácticamente similar en el caso de grandes y pequeñas. Hasta ahora la disminución era más radical en el caso de las compañías de menor tamaño. La banca sostiene que el cierre del flujo crediticio no afecta a todas por igual y que hay sectores más aquejados.
El principal afectado es el inmobiliario. La creación del banco malo supone ahora otro palo en su rueda para echar a caminar. Las inmobiliarias temen que este instrumento sea la puntilla a su crítica situación. La competencia de esta sociedad, con una bajada generalizada de los precios, dinamitará sus exiguas ventas, factor que llevará a las entidades -tanto sanas como nacionalizadas- a poner duras e, incluso, imposibles condiciones para renovar su refinanciación.
El preconcurso de acreedores llama a la puerta de muchas de ellas, algunas de relevante tamaño. Recientemente, Reyal Urbis se ha acogido a esta figura jurídica para ganar cuatro meses e intentar evitar la suspensión de pagos. Tendrá que negociar con sus acreedores otro periodo de gracia para salvar la quiebra.
España es con diferencia el país europeo que presenta un mayor endeudamiento de las empresas, a pesar de la caída reciente. Su apalancamiento, como se denomina en el argot técnico, supone el 125 por ciento del Producto Interior Bruto (PIB), el doble que Alemania.
La experiencia permite deducir que, con una crisis bancaria como la actual, España tardará unos siete años para purgar su sobreendeudamiento, según cálculos del FMI. Las vías para ello son dos: o bien se aumenta el PIB o se disminuye el volumen de crédito.
El actual momento que viven las familias no dista mucho del de las empresas. Puede ser peor. Sufren, al igual, un sobreendeudamiento, provocado por las hipotecas. Los créditos a este colectivo caen en términos de nueva contratación entre un 33 y un 41 por ciento interanual, según los datos recogidos por el Banco de España a septiembre. Para la adquisición de vivienda retroceden menos que para consumo u otros fines y la tendencia seguirá siendo similar.
'Banco malo' y pisos
Las únicas perspectivas ligeramente positivas se dan en los préstamos hipotecarios. La tercera reforma, con la constitución del banco malo, activará levemente el mercado inmobiliario.
Los banqueros coinciden en señalar que éste no recuperará el nivel que pretende el Gobierno o el Banco de España, pero que sí servirá para movilizar "un poco" este sector, tras llevar ya más de cinco años de depresión.
Las caídas de precios están ayudando a comercializar más viviendas. Los descuentos adicionales que aplicará el banco malo para dar salida a los activos adquiridos a las entidades nacionalizadas -más de 89.000 pisos- dejarán el valor de los inmuebles como hace diez años.
La vivienda costará entre un 40 y un 50 por ciento menos que antes de la crisis. Y, tras las sustanciales provisiones realizadas para asumir esos precios, el sector bancario está interesado en reducir su stock. Para ello ofrece condiciones más ventajosas para los clientes, como un menor tipo de interés.
"Sólo la bajadas de precios están animando la compra de pisos", señalaba esta semana el consejero delegado de BBVA, Ángel Cano. La banca ha acelerado en los últimos nueve meses la venta de inmuebles y prevé otro arreón para los próximos meses.
La competencia del banco malo hará a las entidades sanas a reducir otro diez por ciento el valor medio de descuento en sus ofertas para situarlo al mismo nivel. Los cálculos de BBVA indican que el mercado inmobiliario tendrá que depu- rarse aún más y que no se reactivará hasta 2014 o 2015, cuando dos tercios del stock de pisos existente haya desaparecido.
Menor demanda
La Encuesta de Préstamos Bancarios, que realiza el supervisor a diez entidades, certifica como única recuperación, aunque ligera, de los créditos para la adquisición de vivienda debido a un repunte de las peticiones.
"La caída de la demanda se habría moderado con respecto al primer trimestre, especialmente en los préstamos hipotecarios, siendo este el segmento que había venido mostrando un comportamiento más negativo en ocasiones anteriores", destaca el informe.
La encuesta sostiene que las peticiones de financiación de las pymes a las empresas se estancaron en el segundo trimestre, mientras que en las grandes corporaciones continuó disminuyendo.
Morosidad y regulación
La baja demanda unido a una oferta más restrictiva por parte de la banca está hundiendo el crédito. Las entidades sufren, además del mayor coste de la financiación por la subida de la prima de riesgo y las tensiones de liquidez en Europa, un avance de la morosidad. Los impagos están experimentando en los últimos meses un mayor ritmo de subida.
Los bancos han detectado ya un incremento, principalmente, en las pymes, lo que lastra su cuenta de resultados al tener que realizar dotaciones ordinarias.
Desde que comenzó la crisis, el sector también se ha enfrentado a cambios regulatorios que les obliga a elevar constantemente el volumen de provisiones y capital, como las dos primeras reformas de Luis de Guindos, aprobadas en febrero y mayo respectivamente.
La tasa de morosidad del sistema ha sobrepasado por primera vez el umbral del 10 por ciento. Las perspectivas no son halagüeñas. Los responsables del sector financiero alejan una vez más el momento en que tocará sus máximos. Ahora sitúan el pico en la primera mitad de 2014, momento en que la economía podría empezar a despuntar y mantener una lenta recuperación.
La anterior estimación estaba fijada para la mayor parte de los banqueros a finales de 2013. El ratio, según algunos expertos, podría alcanzar de media al 14 por ciento. En el caso de los créditos inmobiliarios alcanzará el 30 por ciento, un nivel nunca visto.
En conclusión, la reforma financiera y el banco malo no impulsarán la concesión de crédito en el corto y medio plazo, uno de los objetivos marcados por el Ministerio de Economía.