
El desastre socialista del 22 de mayo ha representado una gran pérdida de poder territorial para los cuadros del PSOE, y augura un nuevo traspiés en las generales si no se aplican grandes terapias, con la consiguiente generación de nerviosismo en las organizaciones.
La efervescencia es visible en las federaciones regionales, que tratan de disipar el malestar peloteando responsabilidades, y ha irrumpido también al máximo nivel. Una inquietante lucha por el poder interno amenaza con fracturar a la gran fuerza de centro izquierda si entre mañana y el sábado sus dirigentes no consiguen embridar la tentación cainita de llegar políticamente a las manos.
Como es conocido, mañana tiene lugar una reunión 'privada' entre Zapatero y los 'barones' y pasado mañana se celebra el comité federal, máximo órgano entre congresos, que fijará el calendario del partido y tratará de conciliar las sensibilidades presentes; en concreto, habrá de decidir si prospera la propuesta de un Congreso efectuada por Patxi López o si se imponen las tesis de Zapatero, que consisten en la celebración de unas primarias para elegir candidato a la presidencia del Gobierno en las próximas generales.
Que las espadas están en alto, que existe la convicción de que tras Patxi López está Rubalcaba y que el conflicto se resume en el antagonismo entre Rubalcaba y Chacón queda de manifiesto en los medios cercanos a la izquierda: El País, alineado con López y con Rubalcaba, asegura hoy editorialmente que el congreso "es una buena fórmula para responder a la demanda de un debate de fondo sobre los resultados electorales y para la reformulación de un proyecto agotado por la crisis económica". Público, por su parte, defiende la tesis de Zapatero y aplaude que combata la maniobra para "coronar" a Rubalcaba.
Ante la pugna a cara de perro que se ha desencadenado y ante los movimientos que se avecinan, no está de más marcar algunas referencias de sentido común:
1.-Es evidente que, después del castigo del 22-M, el PSOE no sólo debe designar un candidato/a a la presidencia del Gobierno: tiene que proceder a un intenso debate interno, a una renovación ideológica y a una redefinición programática para los próximos años, aunque éstos sean de travesía del desierto si no cambian las expectativas. Y ello puede hacerse mediante un Congreso pero también mediante una Conferencia Política.
2.- Este país, en situación crítica y delicada, no puede detenerse ni un minuto, ni sus instituciones aparentar debilidad ante los mercados, por lo que el actual Gobierno debe permanecer plenamente operativo, con su presidente, líder del partido gobernante, en posesión de toda su autoridad.
3.- El Congreso, que solemnizaría el cambio, paralizaría sin embargo el país y forzaría el relevo en la secretaría general del PSOE cuando todavía Zapatero está al frente del Ejecutivo. Es muy dudoso que el partido socialista deba lanzarse a esta operación inquietante cuando estamos saliendo de la recesión y a las puertas de unas elecciones generales.
4.- Unas elecciones primarias rápidas no desestabilizarían el proceso político general. Este procedimiento, ruidoso mientras tiene lugar, se agota en sí mismo, por lo que a medio plazo las heridas cicatrizan fácilmente.
5.- Si hay primarias, no tiene demasiado sentido una confrontación intergeneracional. Se entendería que un político de raza como Rubalcaba, personaje muy curtido y brillante perteneciente a la generación del felipismo, fuera reclamado para apagar ocasionalmente un fuego, pero no es racional una confrontación, pongamos por caso, entre Rubalcaba y Chacón. Por razones políticas y estéticas perfectamente comprensibles, el futuro del PSOE debe pasar por la generación de Zapatero y por la siguiente.
6.- La celebración de primarias no excluye, evidentemente, una conferencia política. Ni, por descontado, la de un congreso ordinario después de las próximas elecciones generales. Unas elecciones que habría que celebrar a finales de este año: no sería fácil justificar que la legislatura se alargara hasta marzo, ni que este gobierno intentase dejarle al siguiente unos presupuestos del Estado: la función de Zapatero concluirá evidentemente cuando estén terminadas las reformas estructurales en curso.