La visita de la canciller alemana desbarató la idea que tenía el Gobierno sobre cómo reformar la negociación colectiva y la propuesta de Angela Merkel de desligar los salarios de la inflación entró con fuerza.
De hecho, el secretario de Estado de Economía, José Manuel Campa, dejó entrever ayer que habrá que ir mirando con buenos ojos la opción alemana para evitar que en el futuro los salarios estén por encima de la productividad, lo que supone un obstáculo para la economía española a largo plazo, según afirmó en una conferencia organizada en Berlín por el diario alemán Frankfurter Allgemeine Zeitung y la embajada de España.
Una idea que el ministro de Trabajo, Valeriano Gómez, tampoco rechazó totalmente ayer, aunque matizó que "siempre es bueno que haya una cierta relación entre la evolución de los salarios y la de los precios".
No obstante, a pesar del inmovilismo aparente que ha llevado la negociación colectiva en los últimos 30 años en plano nacional, las empresas han sabido adaptarse a las nuevas condiciones e incluso han podido diseñar convenios con unos criterios diferenciados a los del acuerdo nacional (Acuerdo Interconfederal de Negociación Colectivo).
Eso sí, tan sólo han podido hacerlo aquellas compañías que han contado con el apoyo de los sindicatos en el nuevo convenio.
Por supuesto, en algunos casos la crisis económica ha allanado el camino para la empresa. Es el caso del convenio de los Grandes Almacenes para 2010, que además de fijar una referencia inflacionaria, el alza salarial se vinculará con el índice de ventas de las grandes superficies que publica el Instituto Nacional de Estadística.
Precisamente, este sector cuenta con unos sindicatos bastante benevolentes con la opinión de las empresas como son Fasga y Fetico, pero esta tendencia también se observa en otros sectores y sobre todo en las grandes empresas automovilísticas o de la industria siderúrgica que han introducido criterios de empleo como un factor condicionante de las revisiones salariales.
Así las cosas, no parece impensable introducir nuevos indicadores vinculados o no a la inflación. De hecho, para el próximo año, según explican fuentes implicadas en negociaciones de este ámbito, algunos sectores están planteando vincular el cumplimiento del alza salarial a la situación concreta de la empresa y del sector.
En este caso y con el beneplácito sindical, se introducirían indicadores de empleo, exportaciones, precios industriales, índice de producción industrial, etc.
Inflación pasada, prevista...
Lo más frecuente, por supuesto, sigue siendo la vinculación con la inflación. Un lastre que, según el director general del Servicio de Estudios del Banco de España, José Luis Malo de Molina, "la mayor parte de los países europeos se lo ha quitado de encima", porque es un "residuo y un obstáculo para el ajuste de la economía española".
Aun así, el acuerdo nacional recomienda que las revisiones dependan de la inflación prevista estatal. Sin embargo, esto no significa que la mayoría de los salarios atiendan a estas premisas. Tan sólo el 48 por ciento de los trabajadores se rige por convenios colectivos basados en inflación prevista y el 21 por ciento todavía revisa su sueldo con IPC pasado, según datos de 2008. Es el caso, por ejemplo, de un conocido medio de comunicación. Este tipo de convenios tendrá que incorporar alzas del 3,3 por ciento en 2011, según el IPC del mes de diciembre. Un dato que la vicepresidenta económica, Elena Salgado, no lo consideró "bueno", pero que "irá moderándose" en los próximos meses.
Asimismo, el abanico de cómo ligar la inflación a los salarios se diluye en múltiples variables, debido a que cada empresa determina una forma en su propio convenio. Por ejemplo, hay actualizaciones trimestrales, semestrales, etc.
También hay empresas que prefieren ajustarse al índice real de precios al consumo. De tal manera que realiza una aportación a cuenta y más tarde la ajusta.
Asimismo, el acuerdo nacional también establece que los convenios contemplen cláusulas de garantía salarial. Sin embargo, algunas empresas pactan con los sindicatos no incluirla en el convenio. De hecho, el sector textil consensuó el fenómeno inverso. Es decir, los trabajadores debían devolver la subida salarial en caso de que el IPC final fuera menor al previsto. En estos casos, los empleados no suelen devolver el alza salarial, sino que se espera a que la subida se amortice con un alza menor el próximo año.
La productividad es un factor
Entre los criterios que establece el acuerdo nacional de negociación colectiva para definir los salarios se encuentra la productividad. Pero el problema, según nos señalan los sindicatos, es definir cómo se mide la productividad.
En total, tan sólo el 10 por ciento de los trabajadores tienen reguladas sus condiciones por un convenio de empresa, el 90 por ciento restante por contratos sectoriales o provinciales, lo que dificulta establecer cuál es la productividad.
El modo de reflejar el factor productivo sería modificando la estructura salarial, según afirma Fernando Moreno, socio del bufete de Cuatrecasas. Actualmente más del 80 por ciento del sueldo se corresponde a la parte del salario fijo. Si se aumentara la parte variable se podría otorgar más peso a la productividad.
A día de hoy, solamente el 40 por ciento de los convenios empresariales incluyen objetivos de productividad contemplando complementos variables. Por supuesto, para conseguir que la eficacia del factor trabajo influya en el sueldo es necesario descentralizar la estructura negociadora.