Con la presencia de un Range Rover, la amplitud y las siete plazas de un Discovery más el gancho de un Evoque, el sustituto del Land Rover Freelander lo tiene todo a priori para seducirnos. Pero, como vamos a ver, aún hay más.
Fiel a la elegancia del nuevo estilo de la marca y compartiendo muchos genes con la estética Range Rover, el Discovery Sport no reniega de su procedencia. Land Rover ha sido siempre sinónimo de vehículo sin miedo a ningún tipo de terreno, y de alguna manera se nota en su actitud a pesar de todas las novedades cosméticas de su carrocería.
En su interior nos pasa un poco lo mismo. Es también elegante y de aspecto impecable, pero sencillamente práctico. Añadirle la pantalla de información en el salpicadero -quizá un poco pequeña para lo que se estila en los últimos tiempos- o la rueda selectora del cambio introducida por los Jaguar, no desvían la atención de un interior tan amplio como cómodo.
Basado en la plataforma alargada del Evoque, el Discovery Sport mide 22 centímetros más de largo que éste último y cumple con creces las exigencias de espacio que le exigiríamos a cualquier buen familiar polivalente. Ya sean de carrocerías berlina, monovolumen o de moderno concepto SUV. Los ocupantes, además de beneficiarse de unos asientos más cercanos a una butaca que a los de un coche, gozan de unas cotas de anchura, altura y longitud idóneas para viajar en perfecta relajación. Y todos con un puerto USB individual -los más jóvenes los detectarán de inmediato- y climatización automática por zonas.
Y si hace falta más capacidad en el maletero, de forma cúbica y bien aprovechable, se pueden desplegar dos asientos infantiles gracias a la tercera fila de asientos opcional, que convierten al Discovery Sport en un siete plazas adaptable a la mayoría de las necesidades familiares. Con la configuración normal de los asientos, el maletero ofrece 500 litros largos de capacidad, más que suficientes para transportar el equipaje necesario en los viajes.
Cuatro sorprendentes cilindros
Con todo lo anterior, el Discovery Sport solventa la mayoría de las deficiencias de espacio que podríamos reprocharle a un Evoque. Pero el Discovery Sport consigue mantenerse en unas medidas muy compactas, bastante más que un Discovery -es 25 centímetros más corto-, que lo hacen también más utilizable y ágil en un uso cotidiano por la ciudad.
Hemos probado el Discovery Sport con la motorización de cuatro cilindros Diésel 2.2 SD4, una mecánica muy equilibrada en cuanto a su potencia y rendimientos para adaptarse a los diferentes usos de un coche familiar que, además, ofrece muy serias aptitudes de todo terreno. Nuestros prejuicios nos hacen en un principio desconfiar de su discreto tamaño en comparación con los reputados V6 de la marca. Pero los recelos se convierten en sorpresa. Resulta primeramente un motor extrañamente silencioso, algo siempre virtuoso en un diésel, y sólo repiquetea levemente cuando arrancamos en frío.
Al cabo de unos cuantos kilómetros dejamos de pensar en un V6. Con un par motor muy generoso que asegura siempre una buena respuesta desde medio régimen, el 2.2 SD4 nos convence por ser un motor muy elástico, adaptable a cualquier uso y con un homogeneidad de respuesta más que loable para un motor de esta cilindrada. Encuentra un aliado perfecto para demostrar su buen hacer en la caja de cambios automática de 9 velocidades con posibilidad de manejo secuencial desde las levas tras el volante. Mantener el régimen adecuado es fácil y podemos utilizar esta cualidad para buscar una máxima eficiencia mecánica. Con el modo de bajo consumo ECO y siguiendo las indicaciones de barras en el cuadro de mandos que se van iluminando en verde a medida que bajamos el consumo, podemos estabilizar éste sin mayor esfuerzo en unos 8 litros a los 100 kilómetros por carretera.
Auténtico 4x4
De excelente suspensión en cuanto a filtrado, un chasis muy estable y buenos frenos, viajar por carretera con el Discovery Sport se hace muy placentero y podemos hacerlo con las mismas garantías de comodidad y comportamiento que las de una berlina rutera.
Hasta aquí todo es satisfacorio, pero estamos ante un Land Rover y lo expuesto anteriormente podríamos adjudicárselo a algún moderno SUV de última generación. Capacidad, comodidad y eficacia mecánica nos llevan lejos. hasta el límite del asfalto. Y allí es donde el Discovery Sport marca la diferencia.Hasta entonces no nos habíamos fijado mucho en los mandos del sistema Terrain Response, que nos ofrece cuatro tipos de actuación de motor, transmisión y chasis para progresar por cualquier tipo de terreno, ya sea deslizante o abrupto. Con una altura libre al suelo superior a los 20 centímetros y unos ángulos de ataque y salida propios de un genuino todo terreno, se nos disipan las dudas de si estamos ante un auténtico Land Rover.
Lo cierto es que sobre campo abierto, el Discovery Sport sigue sorprendiéndonos y sus límites ante los obstáculos llegarán generalmente marcados por las limitaciones de agarre de sus neumáticos mixtos, diseñados para cumplir su función generalmente sobre asfalto.
Land Rover cobra un buen precio por el nuevo Discovery Sport. La versión más sencilla en la gama 4x4 parte desde los 34.000 euros y la que nos ocupa en esta prueba lo hace desde los 53.000, pero con el acabado Luxury y la tercera fila de asientos el 2.2 SD4 automático escala hasta los 61.400 euros. Resulta ya un precio que parece excesivo para un coche de enfoque familiar. Pero es que el Discovery Sport aporta no pocas plusvalías. De calidad y estatus, pero también de polivalencia y eficacia en cualquier uso, incluso en el más aventurero.
Ficha técnica
Motor: turbodiésel 4 cilindros, 2.179 cc
Potencia: 190 CV a 3.600 rpm
Par motor: 420 Nm a 1.750 rpm
Consumo mixto oficial: 6,3 l/100 km
Transmisión: integral permanente, automática, 9 velocidades
Dimensiones: 4,590 m / 2,070 m / 1,630 m
Maletero: 541/1.698 litros
Velocidad máxima: 190 km/h
Aceleración 0-100 km/h: 9,0 segundos
Precio: 53.500 euros