
Las marcas automovilísticas usualmente analizan las entrañas de los vehículos de sus competidores a fin de encontrar potenciales soluciones y mejoras aplicables en sus modelos. Esta práctica, aceptada y generalizada en la industria, se suele acometer adquiriendo una unidad e, incluso, avisando previamente a la marca en cuestión del examen que se va a realizar de su vehículo.
Un protocolo en cierto modo formal que Daimler obvió en una de sus últimas investigaciones, optando por un método mucho más extraño y secreto. De acuerdo con Spiegel, el fabricante alemán alquiló un Tesla Model X de un particular, lo desguazó para analizarlo y lo sometió a diversas pruebas antes de devolverlo.
Según relata el semanario germano, el suceso ocurrió el pasado verano, cuando el fabricante accedió a través de la compañía de alquiler de vehículos Sixt a un Tesla Model X cuyos propietarios lo cedieron durante un plazo de siete semanas.
Un tiempo suficiente para que Daimler pudiese desmontar, analizar e, incluso 'torturar' al SUV eléctrico en test de temperaturas extremas y de vibraciones en su circuito de pruebas en Sindelfingen, situado a unos 15 km al suroeste de Stuttgart. Además, siempre de acuerdo con la publicación, también se analizó recorriendo grandes distancias, concretamente, lo condujeron desde la ciudad alemana hasta Barcelona (1.250 kilómetros). Dicho proceso habría servido para extraer información útil para Mercedes-Benz -matriz de Daimler- de cara al lanzamiento en 2019 de su SUV eléctrico, el EQ concept.
Dado que este examen pormenorizado del vehículo no está permitido en el contrato de arrendamiento que ofrece Sixt, la compañía de alquiler se vio obligada a indemnizar a los propietarios y aseguró que Daimler debería pagar por los daños ocasionados al vehículo, cuya cuantía se cifra en "cinco dígitos".