
Ante el cambio de estación y la llegada del período invernal, el neumático cobra una especial importancia en la seguridad vial. Cada neumático nos mantiene sobre la carretera con una superficie equivalente a un folio. De ese pequeño contacto depende la manejabilidad y seguridad de nuestro vehículo.
Durante el invierno, el frío, la humedad, el agua, el hielo y la nieve empeoran de forma dramática las condiciones de rodadura. Por ello se hacen más difíciles de cumplir las funciones encargadas al neumático, sin duda una de las piezas más importantes de nuestro automóvil.
El neumático tiene como misiones el soportar la carga del vehículo, transmitir la tracción del motor al firme, frenar el vehículo, soportar las irregularidades de la carretera y mantener la trayectoria correcta que impongamos a la dirección. Y con el clima desfavorable todo ello se complica mucho.
Solemos creer que un neumático de invierno está destinado a rodar sobre la nieve y el hielo. Pero va más allá y su especial fabricación está destinada a obtener un máximo rendimiento cuando la temperatura ambiente baje hasta los 7 grados o menos. Aunque el asfalto esté seco y haga sol.
¿Qué es un neumático de invierno?
Todos los componentes de un neumático de invierno -banda de rodadura, costado, carcasa, hombro, talón y la capa interior- han sido desarrollados específicamente para rodar en estas condiciones ambientales. Bajo estas exigencias, el neumático tiene que ofrecer una máxima seguridad durante las situaciones cambiantes y extremas que nos depara el invierno.
¿Y cómo funciona? Pues para empezar su compuesto alcanza más rápidamente su temperatura óptima de funcionamiento respecto a un neumático estándar. Al poco tiempo de iniciar la marcha, la cubierta ya alcanza las condiciones necesarias para ofrecer un máximo rendimiento en agarre, estabilidad y frenado.
En los neumáticos de invierno, la superficie de rodadura en contacto con el suelo presenta una superficie cubierta de laminillas de caucho, que son las encargadas de garantizar el contacto aunque rodemos sobre el hielo o la nieve. Su efecto es sorprendente pues permiten transitar sobre estas superficies con seguridad sin necesidad de montar cadenas. En contra de lo que pudiera pensarse, el compuesto de goma de los neumáticos de invierno es más duro que el de los convencionales.
Los tacos de esta banda de rodadura, más numerosos, y los surcos labrados en su superficie, más profundos, también son de especial diseño y específicos de estos neumáticos de invierno, que se identifican con el anagrama de un copo de nieve sobre la silueta de una montaña y las letras M+S.
Seguridad reconocida
En otros países europeos el uso de neumáticos de invierno no solamente está recomendado sino que es obligatorio en una época determinada. incluso los seguros cambian notablemente sus precios o dejan de cubrir los siniestros en caso de no equipar esta clase de neumático durante los meses más fríos.
En España todavía no hay legislación al respecto ni discriminación en las pólizas de seguro obligatorio, pero la DGT ya los contempla como alternativa al montaje obligatorio de cadenas en caso de nevadas ante su comprobada eficacia. Al respecto, apuntar que los neumáticos de invierno superan en seguridad a las habituales cadenas ya que actúan en las cuatro ruedas del coche y no sólo en las tractoras.
El uso de los neumáticos de invierno se nota también sobre suelo seco pero con tiempo frío. En estas condiciones ya reducen notablemente las distancias de frenado frente a un neumático para todo tiempo.
Regiones montañosas
El utilizar los neumáticos de invierno requiere un "cambio de calzado" al comenzar la temporada. Bridgestone, por ejemplo, ofrece en su red de concesionarios un servicio de almacenaje para los clientes donde pueden dejar el juego que no esté utilizando. Las cubiertas serán guardadas por el personal especializado en las mejores condiciones de conservación y a la espera de realizar el siguiente cambio de estación.
Los precios de estos neumáticos especiales para invierno oscilan entre un 20 y un 30 por ciento más que sus homólogos "normales", una diferencia que no es significativa en relación a la seguridad que aportan a la conducción sobre todo para conductores que tengan que afrontar sobre la carretera inviernos especialmente adversos en regiones montañosas.