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Crisis en Pininfarina: ¿el final de un mito del automóvil?

El año 2009 fue nefasto para muchos registros económicos, también para muchas empresas automovilísticas. Pininfarina es quizás el mejor ejemplo de lo que puede hacer una crisis financiera con una firma largamente consolidada.

Si en aquel año de 2009 en el que empezaron los problemas serios para Pininfarina contaba con más de 3.000 empleados, en la actualidad su personal no llega a 700. Un declive dramático de resultados que pueden acabar con una empresa de diseño del automóvil con más de 85 años de historia. Lo que no consiguieron los avatares bélicos del siglo XX parece que que lo va a hacer la última crisis de mercado de principios del XXI.

Hace ya diez años que los resultados son deficitarios y, en los últimos tiempos, Pininfarina ha estado esperando la entrada de alguna inversión de capital externo para su recuperación. Ya publicamos en su día el inicio de las conversaciones con el grupo indio Mahindra, inicialmente interesado en la compra de participaciones en la empresa italiana. Pero han pasado los meses y la transacción no se ha realizado.

Pérdidas en caída libre

Los bancos turineses, que han refinanciado en los últimos años la deuda de la mítica casa creadora de los más bellos Ferrari e innumerables modelos de otras marcas, ya no están dispuestos a seguir manteniéndola. En total, Pininfarina acumula una deuda de 160 millones de euros y algún fondo de inversión y otras empresas automovilísticas como la india Tata o la china Beijing Automotive Industry Corporation -BAIC- también han tanteado hacerse con parte del accionariado del centro de diseño italiano.

En este tiempo, la situación no ha dejado de agravarse y es muy improbable que Pininfarina alcance a final de año el resultado bruto de explotación Ebitda estimado en el plan de reestructuración puesto en marcha en 2012 para reflotar la empresa. Durante el primer semestre del año las pérdidas se han acrecentado sin que ningún inversor se haya decidido a lanzar un salvavidas a tan entrañable firma transalpina. Sin duda se trata de una agonía inmerecida para una firma fundada en 1930 por Battista "Pinin" Farina que convirtió en puro arte el oficio carrocero.

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