
BMW echa a rodar con su primer coche propulsado por hidrógeno. La marca alemana ya ha iniciado las pruebas de su primer vehículo de pila de combustible, montado sobre la base de un Serie 5 Gran Turismo.
Aunque la idea es que esta tecnologíano llegue a la gama BMW hasta "después de 2020", tal y como ha reconocido el jefe de investigación de propulsión, Matthias Klietz, BMW ya ha empezado a desarrollar la pila de combustible con su socio Toyota, la automovilística más puntera del momento en el terreno de los vehículos de hidrógeno con el Mirai.
"Para alrededor de 2025 a 2030, esperamos que el coche de pila de combustible tenga una presencia consolidada, pero hay retos pendientes, como la construcción de la infraestructura de recarga de combustible".
El primer prototipo con este tipo de propulsión es un Serie 5 Gran Turismo, que rodó por primera vez en carretera el pasado miércoles en Miramas, Francia. Todo ello forma parte del esfuerzo de miles de millones de euros que la industria del automóvil está haciendo en su afán por encontrar nuevas configuraciones de energías alternativas y por ser más eficientes en el consumo de combustible para cumplir con las cada vez más rígidas normas de emisiones.
Ventajas e inconvenientes
Las pilas de combustible, que han dado potencia a naves espaciales desde la década de los sesenta, producen electricidad mediante la reacción de hidrógeno con el aire, permitiendo así viajes más largos de vehículos impulsados ​​por baterías eléctricas, al tiempo que solo emite a la atmósfera vapor de agua, en lugar de dióxido de carbono.
La célula de combustible del Serie 5 Gran Turismo tiene una autonomía de 500 kilómetros sin necesidad repostar, lo que representa es más del triple de 160 kilómetros que alcanza el primer coche eléctrico de BMW, el i3. Además, las baterías del i3 tienen al menos cinco horas de recargar, en comparación con los cinco minutos que hacen falta para llenar el tanque de hidrógeno del prototipo.
Entre las desventajas que esta tecnología presenta, por el contrario, se habla de la falta de estaciones de servicio para reponer el gas hidrógeno, y el alto coste de los metales raros que se precisan en su fabricación.